El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) vive un momento de amplio cuestionamiento ante la nueva embestida lanzada en contra de su hijo José Ramón López Beltrán y su esposa Carolyn Adams, quienes poseen una casa en los suburbios de Houston, Texas.

AMLO, que ha construido su carrera política con una incuestionable autoridad moral y un respeto absoluto por el servicio público, se encuentra ahora ante una “hora cero” por el estilo de vida elegido por uno de sus hijos.

Al presidente AMLO no se le está cuestionando por una profunda crisis económica como consecuencia de saqueos públicos o privatizaciones insulsas, ni porque el país esté en manos de cárteles del narcotráfico que hacen de las “plazas” su propia guerra de guerrillas. No, ese tipo de escenarios, tan presentes al pensar en otros gobiernos, no están ni de cerca en el panorama actual de la Cuarta Transformación.

Sí, es cierto, la recuperación económica ante la pandemia de Covid-19 no ha resultado como todos hubiésemos esperado. En 2021, México creció al 5.1 por ciento, apenas un avance respecto al desplome del 8.2 que se produjo durante el terrible e insuperable 2020.

La inflación ha alcanzado al mundo y México no podido escaparse, pero contrario a lo que ha podido observarse en países del “Primer Mundo”, en México no hemos entrado en crisis de estantes vacíos en supermercados (Estados Unidos); ni de largas filas y peleas por un litro de gasolina (Reino Unido); ni mucho menos tarifas de electricidad impagables y ofensivas para los ingresos de consumidores (España).

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En cuanto a la seguridad, si bien las cifras apuntan a una media estancada entre 2020 y 2021, ya no existen las escenas de cárteles tomando ciudades enteras para protagonizar guerras dignas de “narco-corridos”.

Se mantienen en el país “focos rojos” que los distintos cuerpos de seguridad deben atender, de la mano de una recomposición del tejido social, pero por ahora las secuencias de “Narcos” se han quedado en series de Netflix y Telemundo.

Ante un país aún transición por los más de 30 años de abusos de los gobiernos neoliberales, el presidente AMLO entra en la segunda mitad de su sexenio con varios pendientes para completar con su proyecto de transformación.

La nueva “Joya de la Corona” será la polémica iniciativa de Reforma Eléctrica, que buscará dar revés a lo impulsado por Enrique Peña Nieto y sus cómplices. El gobierno de AMLO quiere recuperar la rectoría de la política energética y poner fin a los contratos leoninos firmados con consorcios privados, los cuales han obtenido más beneficio del uso de recursos e infraestructura pública, que aportado en inversión o generación de empleos.

Además, en esta recta final, el gobierno de AMLO comenzará a ver los frutos de sus programas de Bienestar social, en tanto que los mega proyectos como el Tren Maya, la Refinería de Dos Bocas y el casi listo Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, por fin verán la luz del Sol.

Es en este contexto que llegamos al reportaje publicado por LatinUS y Mexicanos contra la Corrupción e Impunidad, quienes cuestionan a José Ramón López Beltrán por su residencia personal y por la mujer con la que decidió compartir su vida.

AMLO sólo es responsable de los actos de su hijo menor de edad

AMLO

El presidente AMLO ha sido claro desde el inicio de su gobierno: él sólo se hace responsable y responde por los actos de su hijo menor de edad, quien por cierto ha sido una víctima constante del bullying, acoso y hasta calumnias en redes sociales.

En una reciente columna para el diario El Universal, el periodista Mario Maldonado recordó que a inicios del año pasado, dos de los tres hijos mayores de edad del presidente decidieron irse a vivir al extranjero a fin de no distraer con sus actividades o causar algún tipo de incomodidad para el gobierno de su padre.

Mientras otros líderes han arropado a sus hijos con los vicios y beneficios del poder, el presidente AMLO es consciente que cualquier acción que involucre a su sangre siempre será objeto del juicio público y la manipulación mediática. La renuncia al contacto cercano con los seres amados no puede hacerse menos en un mundo tan triste como en el que vivimos, donde en los últimos tiempos hemos tenido que recordar, por las malas, que la familia es sagrada y sin ella no somos nada.

La empresa Baker Hughes ya se ha desmarcado de cualquier tipo de participación en la transacción que involucró a uno de sus exdirectivos con una primera casa habitada por el matrimonio López-Adams, o en este caso Adams-López. Esto porque parece que en pleno 2022 muchos representantes del “progresismo universal” se extrañan de que una mujer adulta, con años de experiencia en el sector energético e inmobiliario, pueda poseer los recursos necesarios para financiar la compra de una casa que empata con los ingresos que ha mantenido gran parte de su vida.

En todos estos años, los adversarios de AMLO han hecho hasta lo imposible por encontrarle algún hilo que lo conecte a un acto de corrupción, cuentas millonarias, casas, mansiones, joyería y lo que se les ocurra; pero hasta ahora sólo se han topado con pared.

Pese a no estar casado con una estrella de la farándula ni pertenecer a la “nobleza” de la política mexicana, la familia de AMLO ha tenido que soportar el escrutinio público y los ataques constantes que convierten lo mundano en un “escándalo” innecesario.

A AMLO le sobra autoridad moral para salir de este episodio de “linchamiento” por asociación familiar. No existe una presión social volcada en su contra ni gente en la calle exigiendo su renuncia. Si volteamos al norte, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, no lleva ni dos años en el gobierno y las consignas en contra de su gobierno ya son el pan de cada día.

AMLO es presa de sí mismo por su intachable compromiso con la austeridad. Ahora enfrenta una irregularidad causada por una tercera persona que ni siquiera vive o se beneficia de su posición en México.

Del otro lado, donde tendría que aparecer una oposición oportunista con visión política, no hay nada, los “de siempre” se atropellan entre sí para recoger las migajas de Claudio X. González y Carlos Loret de Mola, quienes hacen lo imposible para convertir el estilo de vida de un matrimonio en un tema de controversia nacional.

AMLO va y nada más hay que esperar a la Revocación de Mandato para ser conscientes de su respaldo popular. El proyecto de nación se mantendrá hasta el 2024 y el relevo de Morena tendrá la responsabilidad de continuar la transformación.

La casa a vigilar será la de Chiapas, a donde muchos van a tener que llegar arrepentidos para recuperar un poco de la dignidad que están perdiendo con su obsesión por Houston.