Ya no hay marcha atrás en el caso José Ramón López Beltrán. Lo que comenzó como una mera especulación, como un reportaje sin sustento que no aterrizaba en nada concreto -como lo señalaron seguidores de la Cuarta Transformación para desacreditar la investigación de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) y al periodista que lo presentó, Carlos Loret de Mola-, hoy está convertido en un verdadero Watergate para la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ha visto cómo el tema de su primogénito pasa de una bola de nieve a una avalancha que promete llevarse mucho, si es que no hay alguien en el gobierno que logre frenarla antes de que el daño sea irreversible para el propio presidente, quien ha caído en su popularidad desde que se dio a conocer la investigación en la que se presume conflicto de intereses, y/o tráfico de influencias por el caso denominado como La Casa Gris, por su similitud con la Casa Blanca del expresidente Enrique Peña Nieto.

Seguidores y detractores reconocemos en la figura de López Obrador a un extraordinario político. Los que en algún momento lo acompañamos sabemos de su capacidad para conducirse con gran maestría en estas lides. Lo conocimos en la lucha, en la derrota, en la victoria. Lo vimos rebelarse ante la adversidad, desempeñarse con excelso lucimiento en cada plaza o escenario que pisaba, lo vimos ovacionado, vitoreado y casi nunca repudiado. Fuimos testigos de que cuál ave fénix, logró levantarse y emprender el vuelo. Por ello, cuesta reconocer al personaje en que se ha transformado frente a los malos resultados de un gobierno que no ha podido cumplir las enormes expectativas que creó en 30 millones de personas que lo llevaron a la anhelada silla presidencial. Y ante una sociedad que parece despertar de un letargo de tres años para exigir las promesas incumplidas.

El Andrés Manuel que hasta hace muy poco respondía con incremento en sus números de popularidad a la develada corrupción en que habrían incurrido sus hermanos Pío y Martinazo, así como su prima Felipa. El Andrés Manuel en quien no hicieron mella las presuntas corruptelas de personajes de su gabinete y de su círculo más cercano. El Andrés Manuel que mantuvo en el puesto a su Secretaria de Educación Delfina Gómez, sin pasar factura por ello aunque esta fuese declarada culpable de tomar el 10 por ciento de sus percepciones a empleados del ayuntamiento de Texcoco, mientras fungió como presidenta municipal. El Andrés Manuel que tiene mayor número de homicidios en relación con sexenios anteriores, el que combate la delincuencia con abrazos y enfrenta una pandemia que ha dejado más de medio millón de muertes sin que su popularidad se viese afectada; es el mismo que ya no supo responder ante los cuestionamientos contra su hijo.

Sus ocurrencias y cortinas de humo para atajar el escándalo de la investigación presentada el 27 de enero en Latinus no han funcionado. Su frase: “parece que la señora tiene dinero”, que utilizó para intentar justificar las fastuosos casas y gustos de la familia de José Ramón, solo provocaron memes y críticas en contra de su hijo.

Igualmente resultó fallida la estrategia -si es que lo fue-, de “pausar las relaciones” con España; lo cual fue considerado un distractor que apenas alcanzó a desviar el tema por unas horas, siendo que en la Madre Patria no causó mayor escándalo y el presidente mexicano terminó tildado de “incompetente” y “demagogo”.

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Por los mismos días, se hizo acompañar en la conferencia Mañanera del Director de Pemex, para aclarar el tema de los contratos de la petrolera con la empresa Baker Hughes, pero resultó que en su explicación, el directivo dio a conocer un sitio que según dijo contiene la información a detalle y al ser revisada por periodistas, resultó que se encontraron más contratos y mayores irregularidades.

Después de recriminar en su espacio matutino a periodistas y organismos que habían venido replicando la investigación, el viernes 11 de febrero AMLO presentó en un espacio oficial como es su conferencia matutina, una “tablita”, con lo que según dijo son las percepciones económicas de Loret de Mola y en ella mostraba desglosadas las cantidades que recibe de cada empresa para la que trabaja y un comparativo con el sueldo del presidente.

Un quiebre, un parteaguas sin duda; AMLO rebasó líneas que nunca debió alcanzar; abuso de poder, persecución, acoso, intimidación, represalias, injurias, amenazas, son algunos de los atropellos en que se le acusó incurrir, pero aunado a ello, habría violado varios preceptos legales; entre los cuales se citan la Ley General de Protección de Datos Personales; la Ley General de Responsabilidades Administrativas y el Código Fiscal de la Federación, entre otros.

Lo de menos es si la información que contiene la tablita es exacta o no; porque en el recuento de los daños; si es real, el presidente violó el derecho a la protección de datos pues quiere decir que la obtuvo de manera irregular de alguna institución a su cargo incurriendo en abuso de poder; y si es falsa, podría tratarse de una difamación.

Lo que seguramente lo debe tener muy preocupado a él y a quienes integran su proyecto de la Cuarta Transformación es la avalancha de críticas que han seguido después de revelar la información fiscal de un particular. Y es que si bien en un principio quisieron desestimar la investigación de MCCI, el domingo 13 de febrero, es decir, 17 días después del día cero, han tenido que presentar un comunicado firmado por los gobernadores y la jefa de Gobierno de Morena, para mostrar su apoyo al presidente, -violando de paso la veda ordenada por el Instituto Nacional Electoral (INE)-.

Pero el que más valdría se hubiese mantenido en silencio es el propio José Ramón, el generador de todo este escándalo, que apareció después de 17 días para arrastrar aún más a su progenitor en esta avalancha que él mismo comenzó. Y lo hizo de una manera fuera de lo común: en domingo, al filo de las 10 de la noche, se le ocurrió que era buena idea subir a redes sociales un link -porque ni siquiera a carta llegó-, en el cual en tan solo un párrafo volvió a encender la mecha y abrir un nuevo frente para investigar posibles irregularidades:

“En la actualidad y desde el año 2020 trabajo como asesor legal de desarrollo y construcción para KEI Partners, una empresa privada en Houston a través de la cual recibí mi visa de trabajo TN. Soy un ciudadano privado, y no tengo injerencia alguna en el Gobierno de México. Mis ingresos provienen al cien por ciento de mi trabajo en Houston. No hubo, ni habrá conflicto de interés.”

José Ramón López Beltrán

De inmediato se supo que la empresa fue creada en 2018, dos meses antes de que López Obrador fuese investido como presidente; que los directores de dicha compañía son Iván Octavio Chávez Saúl y Éricka Paola Chávez Campero junto con Karla Wiedemann, pero además, que Iván es hijo de Daniel Jesús Chávez Moran, fundador y dueño de grupo Vidanta, conglomerado de hoteles, centros turísticos y desarrollador de bienes raíces de lujo-, quien además funge como miembro del Consejo Asesor Empresarial del presidente López Obrador, quien también lo nombró “supervisor honorario” de la construcción del Tren Maya, por lo que se configuraría un nuevo conflicto de intereses en este caso.

Además, quedan dudas sobre la empresa para la que dice trabajar José Ramón, puesto que su página fue creada apenas el domingo; no cuenta con mayor información ni redes sociales y en ella solo laboran tres personas, cuatro con José Ramón.

Pero lo más grave es que el hijo del presidente presume desempeñarse como asesor legal, lo cual resulta altamente dudoso, siendo que para poder ejercer en el estado de Texas se deben cubrir requisitos específicos, pasar exámenes y acreditar ante la Barra de Abogados documentos apostillados y traducidos al inglés respecto a los estudios realizados, entre otros. José Ramón no aparece siquiera en el listado de abogados de la Barra del Estado de Texas.

La mañana de este lunes 14 de febrero, López Obrador confirmó que su primogénito trabaja en la empresa KEI Partners, y no existe conflicto de intereses, dijo, porque su amigo Daniel Jesús Chávez tiene un cargo honorífico en el proyecto del Tren Maya y no percibe ingresos del erario.

En su conferencia, el presidente volvió a mostrar la tablita con las percepciones económicas de Loret de Mola, dijo no entender porqué “se alebrestaron tanto” y justificó su accionar porque “este señor se dedica a golpear” a su gobierno. Afirmó está en su derecho de defenderse, aún cuando una reportera le planteó el inconveniente de que se trata de un particular, a lo cual reviró:

“Yo también soy ciudadano. Todos estos medios tienen que ver con lo público, son entidades de interés público, con concesiones que otorga el Estado”, en lo que se interpretó como un velado amago contra los medios de comunicación que aparecen en la tablita.

Es por demás notorio que Andrés Manuel López Obrador no se deja asesorar, porque si lo hiciera ya alguien le habría dicho que va en una pendiente de la que quizá no pueda regresar. Lo que falta ver es quién será el valiente que se lo diga y también si lo quiere escuchar.

Salvador Cosío Gaona: @salvadorcosio1

Correo electrónico: Opinión.salcosga@hotmail.com