El día de hoy Marcelo Ebrard Casaubón, en un notorio afán por recuperar la atención perdida, convocó a los medios de comunicación para dar un mensaje. La manera en que, tanto el precandidato presidencial, como su equipo de campaña, anticiparon este evento, suscitó un sinfín de especulaciones: ¿anunciaría su retirada de la contienda o rompería con el oficialismo? Al final todo se quedó en un berrinche.
En resumen, Ebrard anotó que la disputa por la candidatura presidencial oficialista se había polarizado entre su persona y Claudia Sheinbaum Pardo. Para justificar este comunicado mostró una serie de estudios demoscópicos desconocidos para el resto del país; y al mismo tiempo insultó a sus correligionarios y demás suspirantes a dicha nominación.
Por otro lado, el ex canciller, mediante un remedo de amenaza, exigió al oficialismo que entre el 17 de agosto y el 7 de septiembre se abstuviera de operar en su contra y de utilizar el aparato gubernamental y del partido para promover a la ex jefa de gobierno capitalino.
Ebrard Casaubón se ha quedado sin opciones. Sus amenazas naufragan en la indiferencia del oficialismo. La oposición ya no lo necesita, pues cuenta con Xóchitl Gálvez; y Movimiento Ciudadano lo podría postular única y exclusivamente para ganar 10 puntos y aspirar a una representación del 20% en el Congreso, borrando así al PRI y al PRD del mapa.
Así las cosas, a Ebrard no le queda de otra más que esperar a ver qué sucede con la candidatura de Claudia.
Porque si “El Carnal” rompe con los oficialistas y migra a MC perdería la elección presidencial contra Claudia; si Marcelo aceptara los ineludibles resultados del proceso para designación de la candidatura presidencial oficialista, tendría que levantarle la mano a Claudia; si busca a los partidos opositores para que le ofrezcan postularlo a la titularidad del ejecutivo federal le cerrarían la puerta en la cara, como su presidente se la cerró a la senadora Gálvez Ruiz, alegando que ya no se le necesita, que ya se cuenta con Xóchitl. Y tendrá que ver de lejos el ascenso de Claudia.
En todos los escenarios para Marcelo Ebrard, #EsClaudia. Con razón se le nota tan desesperado. La condena de Marcelo se llama Claudia.
Ebrard nunca debió haberse sumado al lopezobradorismo. Cuando lo hizo se condenó.
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