El expresidente Andrés Manuel López Obrador estuvo durante seis largos años apapachando a la delincuencia organizada. Con su fallida estrategia de “abrazos no balazos” le ha dejado un enorme paquete a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.
Y no sé de dónde López Obrador dice querer muchísimo a la presidenta si le dejó un tiradero espeluznante y una descomposición social fuera de serie.
Creo que el problema radica en que durante seis años los malos escucharon que ante los ojos de Cristo y de López Obrador eran buenos y también pienso que los que no son malos han tenido que vivir de la delincuencia y convertirse en despiadados asesinos porque ya no les queda salida.
Como psicóloga, estuve trabajando hace un año en un anexo, aquí en la ciudad de Querétaro. Me ponía a platicar con los internos y me topé con un chico de apenas 16 años. Me acerqué a él preguntándole de manera respetuosa si podía contarme por qué estaba ahí y me dijo que se había metido a trabajar en un taller porque no había nadie que llevara dinero a su casa.
Me contó que alguien se le acercó para ofrecerle fentanilo, que lo probó y le gustó. Parecía tenerlo anestesiado de toda emoción: ira, tristeza, cansancio, pero que también esa sustancia lo mantenía despierto y eso le gustaba porque podía trabajar.
La dosis que le vendieron la primera vez costaba 50 pesos, después la siguiente 100, luego 500, luego 1000. Entonces tenía que recurrir al asalto para tener dinero para comprar la dosis.
Su madre se dio cuenta que él estaba drogándose y así decidió internarlo.
Me contó que estaba contento de estar en el anexo porque además de encontrar amor y apoyo (este no era un anexo como comúnmente se sabe que son donde hay golpes y malos tratos) me decía: “Aquí yo estoy seguro, aunque ya no quiera drogarme, la gente que me vendió la droga me está buscando allá afuera para que yo se la venda a alguien más y si me niego me matan”... Apenas 16 años.
Resulta notorio que la violencia se ha destapado a raíz de la llegada de Claudia Sheinbaum y no es por su culpa. Es por esta idea que tienen los “malos”: Son como los estudiantes que cuando el director de la escuela ya no está , entonces pueden hacer lo que se les antoje. Saben que no habrá represalias y que no pasa nada.
Así, la nueva presidenta se enfrenta ante un montón de jóvenes que no ven ya la salida y que delinquir es el único modo en el que además se sienten vivos.
¿Cómo frenar esto?
Así como andan tan angustiados con su famosa y estúpida tómbola para seleccionar a jueces y magistrados, deberían de armar todo un plan para reunirse con los jóvenes y brindarles alguna esperanza.
Suena imposible. ¿Cómo poder borrarles de su mente los abrazos que les envió el presidente durante 6 años? ¿Cómo hacerles ver que todavía vale la pena vivir la vida sin lastimar a nadie?
Claudia Sheinbaum tiene que exponer toda su capacidad humana para poder tocar los corazón de los demás. Se oye cursi pero es necesario.
Me pareció muy bien que estuviera con la gente de Acapulco, caminando entre ellos, los más dañados por los huracanes.
Si bien Claudia solo puede darles un abrazo de consuelo, le sirve a esta gente que apenas se quedó sin nada, para retomar fuerzas.
Creo que, ¡ya por favor!, no es necesario enfocarnos en el pasado de hace más de 12 años.
No debemos ser como López Obrador que ante su incompetencia para detener al crimen organizado culpó a Felipe Calderón durante todo su sexenio, como si no hubiera existido nunca Enrique Peña Nieto. Hagan de cuenta que esos seis años de presidencia con el, México quedó en el limbo.
Es tiempo de enfocarse en el presente.
López Obrador gastó mucho tiempo culpando a Felipe e incluso a Fox. Espero que Claudia se enfoque en el aquí y en el ahora.
Deseo que cada uno de nosotros abrace a algún joven que se encuentre perdido y abandonado. A raíz de la pandemia empezó a notarse mucho abandono hacia los adolescentes.
Ojalá pudiéramos aspirar a un México mejor, pero juntos, no divididos.
Ya sé que siempre me la vivo de ensoñación en ensoñación.
En una de esas sale el sol.
Es cuanto.