El voto útil es un fenómeno electoral que se configura normalmente en contiendas tripartitas que terminan por polarizarse. Surge del ánimo de la campaña que apela a rebasar en votos a un claro puntero. Por lo que se exhorta a la candidatura rezagada y a sus electores a sumarse al proyecto con mayores posibilidades de vencer a la proposición favorita. Para que esto último se logre, se invita a que la alternativa con menores posibilidades de triunfo decline por aquella con mayores probabilidades de ganar a la opción que encabeza los estudios demoscópicos vigentes.
El problema es que las declinaciones no suponen la transmisión de votos. Significan más bien un acto simbólico mediante el cual el candidato o candidata pretende poner el ejemplo a sus simpatizantes decantándose por una figura distinta a la propia.
En el caso de la elección presidencial en México, si bien es cierto que una eventual declinación de Jorge Álvarez Máynez podría parecer que haría una diferencia; no obstante, el electorado que apoya al candidato de Movimiento Ciudadano se debe entender con sus propias complejidades y particularidades. Por consiguiente, considero que si la candidatura de MC a la presidencia hubiese declinado por Xóchitl Gálvez el resultado no hubiera sido ni de cerca el esperado por quienes abogaron para que esto sucediera.
Partamos de que el porcentaje que se pronuncia a favor de la opción naranja se sabe con ninguna posibilidad de éxito. Nadie en su sano juicio podría esperar un triunfo de los naranjas el próximo 2 de junio. Esto quiere decir que su simpatía materializa una suerte de rebeldía frente a la polarización política que se disputa la titularidad del ejecutivo. Consecuentemente, del porcentaje que representan los simpatizantes de Máynez se desprende una evidente detracción tanto al oficialismo como a la oposición, por lo que yo no vería porqué habrían de votar por una de estas opciones solamente porque su candidato se los pidiera.
El problema se agrava a partir de la tragedia reciente. Porque sin duda le minará votos a Álvarez Máynez y a Movimiento Ciudadano en general. De resultas, no se antoja tan improbable que con una participación ciudadana alta, el resultado de la elección termine por configurarse de la siguiente forma: Claudia Sheinbaum Pardo con 50%; Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz con 45%; y Jorge Álvarez Máyenz con 5%. En otras palabras, en un escenario así, los votantes de MC sí hubieran podido marcar la diferencia evitando la continuidad del oficialismo en la presidencia, algo que los millones de detractores de Andrés Manuel López Obrador nunca acabarían de perdonarle a Dante Delgado y su partido por el esquirolaje.
Pero tampoco era de esperarse la declinación. ¿Cómo entrever que a quienes se les ha llamado esquiroles, payasos, alcahuetes del régimen, superficiales, factureros, traidores, voten por quienes les han colgado esos nombres?
Movimiento Ciudadano apuesta a mantener su registro y a sumar curules. También ansía la desaparición del Partido de la Revolución Democrática para captar esa basa de electores. Y aunque en los hechos su función sí ha sido esquirola, tampoco se puede negar que en el ámbito legislativo ha demostrado integrar a las oposiciones.
Toca esperar cómo le va el próximo 2 de junio. Lo que es un hecho es que la declinación de Máynez nunca le hubiera servido a Xóchitl.