En el teatro de la política, la estrategia es la hoja de ruta, la fuerza que guía y da forma al viaje de un candidato. Desde una declaración de intenciones hasta el logro del éxito electoral, la estrategia se ve en la formulación de planes y en la agilidad para ajustarlos, a medida que surgen nuevos desafíos y oportunidades.

En el complejo escenario de las campañas políticas, una estrategia bien pensada y ejecutada suele ser el factor diferenciador entre la victoria y la derrota. Como dice el refrán: “nadie planifica fracasar, pero fracasa por no planificar”.

Una campaña política es un esfuerzo complejo que requiere, al menos, tres cosas: a) planificación cuidadosa; b) pensamiento estratégico; y c) ejecución eficaz. Al igual que en cualquier campo competitivo, la estrategia juega un papel fundamental en la configuración de la dirección, los mensajes y los resultados de una campaña política.

Es a través de una estrategia bien definida y bien ejecutada que los candidatos y sus equipos pueden superar los desafíos, conectarse con los votantes y, en última instancia, asegurar el triunfo.

La estrategia en una campaña política involucra la selección y asignación de recursos; el establecimiento de metas y objetivos; y la formulación de un plan coherente para alcanzar estas metas. Incluye no sólo una visión general, sino también las tácticas detalladas que se emplearán, los datos demográficos y los mensajes que se transmitirán.

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Los elementos principales de una estrategia de campaña incluyen, al menos, lo siguiente:

1. Visión y mensaje claros:

Una campaña ganadora comienza con una visión clara y convincente para el futuro. El mensaje del candidato debe resonar con las preocupaciones y aspiraciones del electorado. El mensaje debe ser conciso, fácil de entender y emocionalmente atractivo.

2. Análisis de datos:

Es fundamental comprender la demografía, las preferencias y las preocupaciones de los diferentes segmentos de votantes. Una campaña exitosa utiliza el análisis de datos para identificar votantes indecisos, partidarios confiables e individuos persuadibles. Esto ayuda a adaptar los mensajes y los esfuerzos de divulgación a grupos específicos.

3. Comunicación efectiva:

La comunicación está en el centro de la estrategia política. Una campaña debe utilizar una combinación de medios tradicionales, redes sociales, discursos, debates y participación directa para llegar a los votantes. La capacidad de transmitir un mensaje coherente en diversas plataformas es esencial.

4. Tierra y movilización de base:

Un juego terrestre eficaz implica movilizar voluntarios para participar en actividades como tocar puertas, solicitar donativos, contribuciones y organizar eventos locales. Los esfuerzos de base ayudan a construir una conexión personal con los votantes y demostrar el compromiso del candidato con sus preocupaciones.

5. Construcción de coaliciones adicionales:

El éxito político a menudo requiere la creación de coaliciones con diversos grupos de interés, organizaciones y personas influyentes. Estas alianzas pueden proporcionar recursos adicionales, respaldos y un alcance más amplio.

6. Adaptabilidad y flexibilidad:

Las campañas deben estar preparadas para hacer ajustes en función de las circunstancias cambiantes. Esto podría implicar responder a eventos inesperados, aprovechar los errores del oponente o cambiar de táctica para abordar problemas emergentes.

7. Visibilidad y reconocimiento de nombre:

El reconocimiento del nombre de un candidato juega un papel importante en las elecciones. Una estrategia bien pensada tiene como objetivo aumentar la visibilidad del candidato a través de la publicidad, cobertura mediática, y apariciones públicas.

8. Atractivo emocional:

Las campañas que pueden evocar emociones como esperanza, empatía e inspiración a menudo conectan más profundamente con los votantes. El llamado emocional puede ayudar a crear una conexión personal y fomentar la lealtad.

9. Recaudación de fondos y gestión de recursos:

Una financiación adecuada es esencial para ejecutar una campaña exitosa. La estrategia política incluye desarrollar un plan de recaudación de fondos y gestionar los recursos de manera eficiente y transparente para asignarlos donde tendrán el mayor impacto.

10. Análisis y anticipación de la oposición:

Comprender las fortalezas y debilidades de los opositores es crucial. Las estrategias efectivas implican anticipar los movimientos del oponente y preparar contraestrategias.

11. Disciplina de mensaje:

La coherencia en los mensajes es clave. Cumplir con el mensaje central de la campaña garantiza que los votantes comprendan las prioridades y posiciones del candidato.

12. Estrategia de participación:

Ganar una elección depende de lograr que los partidarios voten. Una estrategia de participación implica motivar a los partidarios a presentarse en las urnas el día de las elecciones.

13. Respaldos adicionales:

El apoyo de personas, organizaciones y líderes comunitarios influyentes puede dar credibilidad al mensaje de la campaña y ampliar su alcance.

Los 13 puntos son importantes, pero no son exhaustivos ni suficientes. Hay que aprender también a pensar fuera de la caja. Roger L. Martin, quien fuera decano de la Escuela de Administración Rotman de la Universidad de Toronto de 1998 a 2013, y autor de varios libros de estrategia de negocios, define las 4 características clave del pensamiento estratégico. Aunque Martin escribe pensando en las empresas, yo voy a intentar parafrasearlas y adaptarlas al mundo de la política y las campañas:

A.- Busca influir en lo que no está bajo tu control.

La tarea fundamental de la estrategia es influir: a) en la variable que el estratega no controla; y b) en la dirección que el estratega desea. El político y su partido pueden controlar muchas variables. Pero no controlan al ciudadano. El ciudadano hace lo que quiere, cuando quiere, como quiere. Si los candidatos tuvieran un gran pensamiento estratégico tomarían decisiones que lograrían que el ciudadano haga lo que el estratega espera y desea.

B.- Consume información omnívoramente.

El pensamiento estratégico requiere construir familiaridad con un tipo de información diferente a la que normalmente se usa en las decisiones políticas. El objetivo es influir en el comportamiento de los ciudadanos en el futuro. Eso significa que no hay datos, porque todos los datos provienen del pasado. No hay datos sobre el futuro. Por lo tanto, un pensador estratégico debe sentirse cómodo con algo más que datos cuantitativos estadísticamente significativos. Si no se puede depender de datos cuantitativos estadísticamente significativos, se tienen que tomar decisiones basadas en otra cosa. El pensamiento estratégico es omnívoro cuando se trata de información, ya sea cualitativa, cuantitativa, metafórica o analógica.

C.- Aprovecha el razonamiento abductivo.

El pensamiento estratégico debe emplear una forma de lógica que no se enseña en la escuela. A los estudiantes se les enseñan dos formas de lógica: deductiva e inductiva. Pero ninguna de las dos generan nuevas ideas. Los políticos en campaña deben aprender a usar la lógica abductiva, que es la inferencia a la mejor explicación, es decir, cuál es la conclusión más probable a la que podemos llegar en función de los datos disponibles.

D.- Considera múltiples variables simultáneamente.

El pensamiento estratégico debe considerar muchas variables simultáneamente, y no secuencialmente. Pensar en los ciudadanos secuencialmente no es estratégico. Provocará la optimización local de soluciones limitadas: una solución de propaganda, una solución de discurso, una solución de movilización. No hay decisiones de propaganda ni decisiones de discursos ni decisiones de organización. Solo hay decisiones electorales. El pensamiento secuencial sobre variables limitadas no podrá convencer a los ciudadanos a votar.

El pensamiento estratégico no es para aficionados ni tolera las ocurrencias. Se fortalece con la práctica, y exige mujeres y hombres con experiencia. Son quienes pueden trabajar con un enfoque más creativo y holístico. Sintetizan ideas y soluciones aparentemente opuestos para crear estrategias innovadoras. Comprenden la experiencia del ciudadano. Exploran la tensión entre perspectivas opuestas, en lugar de conformarse con una u otra. Al considerar múltiples puntos de vista, desarrollan soluciones que integran los mejores aspectos de cada uno.

Si bien la popularidad y el apoyo público son factores importantes para ganar elecciones, una estrategia bien diseñada y ejecutada eficazmente suele ser el factor determinante, clave del éxito electoral. La popularidad por sí sola no garantiza la victoria; un candidato necesita una estrategia integral para traducir su popularidad en resultados tangibles en las urnas.

Javier Treviño: @javier_trevino