“El medicamento más efectivo es el médico.”

Conocimiento universal

De todas las grandiosidades que existen en esta vida, la medicina es una de las más elevadas, y no sólo por haberse convertido en una profesión capaz de sanar y de curar, también por la capacidad providencial y hasta divina que adquieren los verdaderos médicos para tal efecto.

A pesar de tantas controversias que han ocurrido en el mundo, sobre todo desde la aparición de la pandemia por SIDA hace 40 años, y todo lo subsecuente que ha sucedido, la medicina se mantiene como la respuesta a todo y a todos los problemas de salud.

Todos los médicos del planeta tierra y de toda la historia tenemos anécdotas personales que yo llamaría de satisfacción celestial, las cuales nutren todos los días la grandeza de la medicina, engrandeciéndola más, valga la redundancia, y redacto en el presente ensayo una de las mías:

Hace 19 años, cuando yo trabajaba como pediatra en un hospital privado de la Ciudad de México, el destino me hizo recibir a una recién nacida que por complicaciones muy severas del embarazo que culminaba, nació sin frecuencia cardiaca, es decir, en paro cardiaco, siendo esta afortunadamente una situación médica muy poco frecuente, pero en ese momento yo tenía que actuar en segundos, el ginecólogo que la recibió me dijo que no hay nada que hacer en esos casos, pero algo o alguien me iluminó, y los conocimientos de reanimación neonatal que recibí en los cursos que daban grandes maestros de la talla de los Doctores Udaeta, Arizmendi y Cardona, llegaron a mi mente como un eureka, intubé a la recién nacida y le apliqué una dosis de adrenalina intra-traqueal, a pesar de que había controversia en esos tiempos de que podía ser mejor la atropina, pero esa voz que persistía en mi mente me dijo: adrenalina, y comenzó a latir el corazoncito de la bebé, apliqué una segunda dosis y su frecuencia cardiaca ya era normal para un ser humano que acaba de ingresar a esta vida, recibió cuidados intensivos unos días en el cunero del hospital privado, y hace unos días acaba de cumplir 19 años y se encuentra estudiando con excelencia en la escuela donde está inscrita.

Estas acciones, que como todas en la vida no se pueden borrar, son las que hacen que la medicina haya sido, sea, y será grandiosa, eternamente.