La oligarquía es un rasgo distintivo de los gobiernos que consolidaron un poder hegemónico y autoritario después de una revolución, son dinastías de multimillonarios que se enriquecieron al amparo de una relación simbiótica con el Estado.

Un ejemplo reciente es la Rusia de Putin. Los oligarcas rusos son acaudalados empresarios de las exrepúblicas soviéticas que acumularon riquezas durante la era de privatización rusa luego de la disolución de la Unión Soviética en los 90.

Otro ejemplo es el México de la era postrevolucionaria, periodo en que se gestaron las grandes fortunas de los abuelos de quienes hoy son los más ricos del país, de la mano de un PRI que se nutría de una base de empresarios oligarcas o “nacionalistas” que concentraban la riqueza del país.

La oligarquía mexicana

Crecieron al amparo del poder amasando sus fortunas en los medios de comunicación (concesiones del espacio radioeléctrico), recursos naturales (concesiones mineras), industrias protegidas por el Estado (sin apertura comercial), el comercio (permisos de importación otorgados arbitrariamente) y servicios (concesiones de gasolineras y unnúmero de notarías limitado artificialmente). La mayor parte de ellos pasaron de la mediocridad a ser grandes empresarios.

El mejor ejemplo en el sexenio de Luis Echeverría fue Mario Vázquez Raña, un hotelero de baja monta que, con la bendición de Echeverría, se convirtió en uno de los hombres más ricos del país. Durante esa administración, Vázquez Raña y su familia se adueñaron de El Sol de México y se convirtieron en los fabricantes de muebles más grandes del país con “Hermanos Vázquez”. Después y hasta su muerte, Mario fue presidente del Comité Olímpico Mexicano, un puesto de impacto internacional.

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Con Adolfo López Mateos florecieron, su gabinete estaba repleto de aliados de la oligarquía, como su secretario de Industria y Comercio, Raúl Salinas Lozano (padre de Carlos y Raúl) y Antonio Ortiz Mena (su secretario de Hacienda), cuñado de Salinas y suegro de Patrocinio González Blanco Garrido. Esa dinastía hoy incluye a sus nietos Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena (ministro de la corte) y a Tania Ortiz Mena (la mandamás de IEnova-Sempra Energy, la Iberdrola de la 4T). En ese sexenio también aparecieron Grupo IUSA de Alejo Peralta, (padre de Carlos Peralta), Salinas y Rocha (heredada por Salinas Pliego), Grupo Mazeca de Roberto González y políticos-empresarios como Carlos Hank González.

Cuando el PRI era un “partidote” los hilos del poder se heredaban, por ello los actuales oligarcas son los hijos o nietos de los oligarcas de la dictadura priista.

El innombrable

Carlos Salinas los recicló a todos. Retomó la oligarquía formada por López Mateos y su padre y les entregó los bancos, las telecomunicaciones y negocios agropecuarios. Pero, el oligarca más destacado de Salinas fue uno de su propia creación: Carlos Slim, a quien le dio Teléfonos de México y otros negocios que lo convirtieron en el hombre más rico del mundo.

La apertura comercial y democrática

El GATT y el TLCAN y la apertura democrática (IFE en 1996) permitieron que la economía mexicana evolucionara para ser algo más que los negocios de un puñado. La apertura comercial atrajo inversión extranjera y catalizó la inversión nacional. Los empresarios ya no solo eran los “amigos del PRI” y las pequeñas y medianas empresas se multiplicaron.

Asimismo, la apertura democrática permitió la creación de instituciones autónomas que funcionaron como contrapeso de los grandes monopolios, como la Comisión Federal de Competencia (1992, hoy COFECE), la Comisión Federal de Telecomunicaciones (1996, hoy IFT) y la Comisión Nacional de Hidrocarburos (2014). Antes de esto los hilos de la economía se movían desde los Pinos y con la intervención de un pequeño grupo. Hoy nuestra economía es mucho más.

Los oligarcas y la 4T

Desde el primer día de su mandato AMLO se ha dedicado a atacar la apertura y la democracia, pilares que permitieron la evolución de la nación.

AMLO ataca por igual a los órganos autónomos, la clase media y los pequeños empresarios porque los percibe como un “estorbo” para su 4T (o, para los oligarcas que la apoyan, más bien).

La oligarquía mexicana se puso de fiesta al arribo de Andrés al poder, los empresarios de Luis Echeverría y de Salinas retomaron su protagonismo. El presidente de “primero los pobres” los ha fortalecido.

En la 4T figura la más grotesca oligarquía: Ricardo Salinas Pliego, con Banco Azteca, TVAzteca y sus “tiendas de raya” Elektra. Carlos Slim, tiene contratos en prácticamente cada sector gubernamental: gaseoductos, telecomunicaciones, Tren Maya, Dos Bocas, AIFA, Reclusorios, Inbursa, hospitales. Carlos Peralta volvió a convertirse en el mayor proveedor de la CFE. Olegario Vázquez Aldir tiene contratos de hospitales, radiodifusoras y construcción. Están compadres de AMLO como Miguel Rincón, que con Bio Papel obtuvo la licitación para proveer todo el papel para los libros de texto; Rafael Marín Mollinedo, director del Corredor Interoceánico del Istmo; Florencia Serranía, ex titular del Metro; y Carmen Lira, directora de La Jornada.

La cereza del pastel

Con la 4T, lo que debería ser un concurso mercantil por la compra de Citibanamex, se ha convertido en una disputa familiar por las joyas de la abuela donde participan los nietos de la oligarquía priísta: Ricardo Salinas, Carlos Slim y Carlos Hank González y, como “mediador”, el sabio y salomónico va presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

¿Por qué los mismos de siempre? ¿Es que no hay otros inversionistas?

¿Por qué se involucra el presidente?

Se trata de una transacción privada. Si hay algo que regular, le corresponde a la COFECE y la CNBV, instituciones técnicas cuya creación fue justo para evitar que todo quede a la merced de los caprichos de un solo hombre.

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