La promesa incumplida de Andrés Manuel López Obrador respecto a la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa es una marca indeleble en su mandato. Durante su campaña, ofreció respuestas y justicia, pero en la práctica, poco ha cambiado.

El hecho de que siga sin resolverse este caso, y que la respuesta ofrecida sea similar a la de su predecesor, refleja una decepción profunda para los padres de familia y para la sociedad en general.

Es crucial que el gobierno mexicano actúe con transparencia y diligencia para resolver este crimen atroz y asegurar que se haga justicia. La falta de avances en este caso plantea serias dudas sobre el compromiso del gobierno de López Obrador con la verdad y la rendición de cuentas.

Ahora la confesión de Andrés Manuel López Obrador sobre su participación en una supuesta conspiración para encarcelar a Jesús Murillo Karam, exige una revisión exhaustiva del caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

La justicia debe prevalecer sobre cualquier influencia política, y si las acusaciones contra Murillo Karam se basan en acciones manipuladas, su liberación hoy mismo se vuelve imperativa en aras de la transparencia y el respeto al debido proceso.

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La reciente irrupción de los padres de los normalistas de Ayotzinapa en el Palacio Nacional, derribando la puerta en un acto de desesperación, refleja la profunda frustración y dolor que han experimentado durante años en su búsqueda de justicia.

La exigencia de transparencia por parte del gobierno en el caso de los 43 estudiantes desaparecidos es más que justificada. Estas familias merecen respuestas claras y acciones concretas para esclarecer lo sucedido y llevar a los responsables ante la justicia.

Es crucial que el gobierno escuche sus demandas y actúe con diligencia para garantizar que tragedias como esta no se repitan en el futuro. La transparencia y la rendición de cuentas son fundamentales para construir una sociedad justa y segura para todos.