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La inauguración este viernes 1 de julio de la primera fase de la refinería “Olmeca”, ubicada en Dos Bocas, Tabasco, ha generado críticas de parte de la oposición al Gobierno de la Cuarta Transformación, organizaciones empresariales, lideres de opinión, conductores de televisión que de repente se vuelven expertos en temas de procesos de refinación de petróleo y hacen análisis financieros y técnicos donde pronostican un fracaso al proyecto energético, pero estas supuestas investigaciones más parecen deseos de que le vaya mal a la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) que un estudio serio del tema.
Los que refutan la política energética del gobierno de AMLO y que hacen todo tipo de observaciones y predicciones terroríficas del futuro energético del país, fueron siempre incapaces de hacer críticas a las erráticas estrategias que llevaron los últimos cinco presidentes en materia de producción de gasolinas y diésel y ni siquiera hicieron un análisis del fiasco que fue el proyecto para construir una planta de refinación en Tula, Hidalgo, que se quedó en solo una barda en el sexenio del expresidente Felipe Calderón.
¿Una refinería ya no es negocio?
Los juicios negativos y de mala fe sobre la planta para producir combustibles de Petróleos Mexicanos (Pemex), como los hechos por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), que presidió por muchos años el actual director del diario Reforma, Juan Pardinas, basan su crítica en que una refinería ya no es negocio, además que agravaría la situación financiera de la hoy empresa productiva del Estado y abonaría a un daño ecológico al medio ambiente ya que muy pronto solo habrá automóviles eléctricos. Hay otros personajes que son más burdos y de casi nulos conocimientos que presumen análisis en servilletas de papel sobre el proyecto petrolero.
El decir que una refinería ya no es negocio es una aseveración errónea ya que la crisis energética derivada de la suma de las consecuencias de la pandemia de covid-19, el riesgo del gas y la guerra de Ucrania dejaba en todo el mundo una incógnita en materia climática que solo el tiempo aclarará y lo más seguro es que se refuerce en el mediano plazo la industria fósil, especialmente impulsando al gas natural y gasolinas.
Elon Musk, CEO de Tesla, ha dedicado básicamente su existencia a competir con los automóviles, el petróleo y el carbón que consumen mucha gasolina, y que alcanzó brevemente una capitalización de mercado de 1 billón de dólares y entregó casi un millón de vehículos eléctricos el año pasado, ahora está públicamente a favor de aumentar la producción de petróleo y gas.
Musk tuiteó hace unas semanas:
“Odio decirlo, pero necesitamos aumentar la producción de petróleo y gas de inmediato”.
Elon Musk
“Obviamente, esto afectaría negativamente a Tesla, pero las soluciones de energía sostenible simplemente no pueden reaccionar instantáneamente para compensar las exportaciones rusas de petróleo y gas”, agregó en un tuit de seguimiento nueve minutos después.
El analista de los buenos Mario Sandoval publicó una columna este 4 de julio en SDP de nombre “Refinados y otros temas de inversión” en donde hay datos duros que nos hacen dudar que los autos eléctricos ya estén a la vuelta de la esquina en todo el mundo:
“Si bien la visión futurista de algunos políticos, opinologos y sus seguidores apasionados, consideran que la presencia de vehículos eléctricos o híbridos es ya una tendencia masiva, hay que aclarar que en México en todo el territorio el número de vehículos eléctricos e híbridos no llega a las 40 mil unidades y que en USA que es el que más promociones e incentivos fiscales ha dado para la transición su número es del orden de 2 millones de vehículos eléctricos o híbridos, solo que hay más de 340 millones de vehículos de combustión y esos no desparecen por arte de magia en unos pocos años. Si bien ya en grandes ciudades es común ver autos eléctricos o híbridos, estos son una minoría y aun con las armadoras avisando que en el 2035 dejaran de producir vehículos de combustión, los gobiernos en el mundo no han generado esquemas de chatarrizacion y fiscales para cambiar acereramente los más de 1400 millones de vehículos y que los 20 millones eléctricos o híbridos en el mundo, son nada frente a ese gran inventario, así que el uso de combustibles no será menor a los siguientes 50 años.”
En 2017, que fue el penúltimo año del gobierno del expresidente Enrique Peña Nieto, se aumentaron los precios de las gasolinas, diésel y gas LP, así como de otros productos refinados de petróleo, lo cual causó un deterioró en la economía de un gran número de familias mexicanas y también provocó un malestar social en medio de un periodo electoral.
El incremento de los precios de los combustibles petrolíferos que fueron liberados hace cinco años a las fuerzas del mercado, y se debió a varios factores entre los que se encontraba, el alza del precio internacional del petróleo, que es el principal insumo para la elaboración de estos productos refinados, los altos impuestos en ese año al consumo de los energéticos, el robo de gasolina en los ductos y sobre todo la baja producción de las refinerías de Pemex que provocó que hubiera poca oferta local y que se tuviera que importar los productos para satisfacer la demanda nacional. Y esto se agrava, con la depreciación del peso frente al dólar en 2017 que encareció más la adquisición de estos hidrocarburos en el exterior.
Según el reporte de Petróleos Mexicanos, en 2017 el 71.58% del volumen de gasolina utilizada por los mexicanos, fue importada con un total de 570.6 miles de barriles diarios adquiridos en el exterior, especialmente de Estados Unidos.
En cuanto al diésel, un 74.77% de dicho hidrocarburo consumido en México, se trajo de otro país, mientras que aproximadamente el 50 por ciento del gas Licuado de Petróleo que se comercializó en México se trajo del extranjero. Solamente el año antepasado, cuando se abrieron las importaciones, Pemex importó,50.6 mil barriles diarios, de los 134 mil que llegaron del exterior, según información de la Secretaría de Energía (Sener).
En los sexenios de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) y Vicente Fox Quesada (2000-2006) la productividad de crudo y de petrolíferos de las seis refinerías de Pemex, como proporción de su capacidad productiva, aumentó en 27 y 3.8 puntos porcentuales en promedio. En cambio, durante los años de gobierno de Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000), Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012) y Enrique Peña Nieto (2012-2018) la productividad decayó en 5.5, 13 y 50.5 por ciento, en promedio.
José Antonio Meade contra las refinerías
José Antonio Meade, antes de abandonar su cargo como secretario de Hacienda de la administración de Enrique Peña, hizo el trabajo necesario para liberar los precios de las gasolinas en México para que estas fueran definidos por el mercado, quitando así el control que el gobierno ejercía sobre estos combustibles. Meade, como candidato a la presidencia de México por el PRI, defendió su decisión porque decía que en nuestro país la gente no paga el precio real de la gasolina y el gobierno ya no debe estar subsidiando este insumo.
El excandidato priista también estuvo en contra de construir nuevas refinerías en México como proponía su adversario a la primera magistratura Andrés Manuel López Obrador y el argumento que esgrimía era que:
“la construcción de refinerías no genera empleo y que desde el punto de vista económico no guarda relación ni práctica con lo que no se hace ya en ninguna parte del mundo, en donde para incrementar la capacidad de refinación permanentemente se reconfiguran las refinerías existentes; si uno revisa tan sólo el caso de Estados Unidos, en los últimos 20 años más o menos se han cerrado dos terceras partes de las refinerías”.
José Antonio Meade
El análisis y la propuesta del derrotado candidato del Partido Revolucionario Institucional en lo referente al precio de los energéticos y la baja producción de estos en las refinerías del país, parece chocar con una dura realidad, habrá que recordar que Meade también fue secretario de Hacienda en el Gobierno de Felipe Calderón. y en esa administración los subsidios a la gasolina fueron de casi un billón de pesos que afectó gravemente las finanzas de la empresa productiva del Estado, esto, según datos del actual Presidente Enrique Peña Nieto.
A pesar de los altos subsidios el precio de los combustibles en el sexenio calderonista el precio de gasolinas y diésel aumentó en unos casos hasta a más del 100%.
La baja del precio internacional del petróleo desde finales del 2015 y la disminución de la producción petrolera del país, significaron un duro golpe a las finanzas públicas mexicanas, por lo que se tenía que buscar ingresos en otro lado y la forma de sustituir ese hoyo financiero fue a través de subir el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) al consumo de las gasolinas, lo que provocó el alza generalizada de los combustibles; es decir José Antonio Meade permitió el “populismo” de Calderón y luego cuando vino la baja del precio internacional del crudo, le aplicó un impuesto muy alto a los consumidores, para resarcir las pérdidas.
Por otro lado, los argumentos del aspirante priista para estar en contra de la construcción de refinerías en territorio nacional y apostar a la reconfiguración de estas plantas de Pemex también son muy cuestionables.
El gobierno de Felipe Calderón tenía contemplado en 2011 elevar la producción de petrolíferos y bajar importaciones, por lo que se programó concluir tres proyectos a finales de ese año, pero estos no entraron en operación. Las reconfiguraciones de las refinerías Cadereyta y Madero, previstas para aumentar la producción, no obtuvieron los resultados esperados; en la primera refinería, el procesamiento de crudo pesado cayó en 2.7% y en la segunda en 14.6%.
La hoy empresa productiva del Estado acusó en diciembre de 2012 a César Nava Vázquez, ex director jurídico de esa empresa paraestatal por participar en una “conspiración” con las empresas Siemens y SK Engineering para defraudar a la paraestatal en las obras de reconfiguración de la Refinería de Cadereyta.
Según la acusación, Nava -quien fue director Jurídico de Pemex entre 2001 y 2003- ordenó a una subordinada, en mayo de 2002, abstenerse de cobrar dos cartas de crédito por 102.8 millones de dólares, que servirían para “compensar violaciones contractuales”.
“César Nava impidió que Pemex cobrara varias cartas de crédito por 102.8 millones de dólares, con lo que sirvió como conducto para profundizar la empresa criminal de las demandadas”.
El fracaso de la refinería en Tula
En el sexenio del político michoacano se anunció la construcción de una nueva refinería en Tula, Hidalgo, esta obra tenía como objetivo principal aumentar la producción, la refinación de crudo pesado y disminuir las importaciones de combustibles.
En octubre del 2014, el entonces titular de la Secretaría de Energía del gobierno peñista, Pedro Joaquín Coldwell, confirmó que la nueva refinería anunciada en el sexenio de Calderón, ya no sería construida y que, de acuerdo con el Plan de Negocios de Petróleos Mexicanos, sólo se reconfigurarán las seis refinerías ya existentes. Para ese momento se habían invertido recursos fiscales por más de 9 mil millones de pesos, más de 620 millones de dólares.
La construcción de la refinería de Tula hubiera significado una capacidad de procesamiento de 250 mil barriles diarios de crudo pesado, con lo que se producirían 161 mil barriles de gasolina por día, 125 mil de diésel y procesaría 76 mil barriles diarios de residuales, además, incluiría la construcción de 832 kilómetros de ductos para transportación de crudo, gasoductos y líneas de interconexión entre las refinerías.
La frustrada refinería y su entrada en funcionamiento en el 2015, hubiera significado la creación de mil 400 empleos permanentes y más de 40 mil empleos entre directos e indirectos durante la construcción, cuestión que llevó a varias empresas a invertir en esa zona del país en oficinas y personal, según reportó la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (CANACINTRA).
La cancelación de la refinería de Tula significó una pérdida para las finanzas públicas de 3 mil 435 millones de pesos, ya que el proyecto contaba ya con la barda perimetral, dos túneles de desfogue, la reubicación de líneas de alta tensión y dos basureros.
El gobierno de Peña Nieto apostó por la reconfiguración de las plantas ya existentes, antes de la creación de una nueva refinería, por lo cual, se anunció una inversión entre 12 mil a 13 mil millones de dólares en los siguientes años.
La planta Lázaro Cárdenas, de Minatitlán, Veracruz, sólo continúa trabajando al 40 por ciento de su capacidad, mientras que la Antonio Dovalí, de Salina Cruz, Oaxaca se encuentra a 60 por ciento, y la Francisco I. Madero de Ciudad Madero, Tamaulipas, dejó de operar mucho tiempo, de acuerdo con autoridades y trabajadores de Pemex.
En resumen, podemos decir que la política energética y de refinamiento que tuvieron los gobiernos neoliberales fue un desastre y las refinerías las dejaron perder y los supuestos especialistas nunca criticaron esa estrategia que llevaba a perdidas para Petróleos Mexicanos y para el país.
La construcción de la refinería de Dos Bocas hizo que salieran “expertos en refinación” como el conductor Esteban Arce, el lumpen Fernando Belaunzaran, o el arrogante itamita Víctor Ramírez, que presume sus análisis en servilleta de papel.
El ITAM debe hacer la asignatura “Análisis de proyectos de infraestructura en servilletas de papel”.