Pues sí. No sirvieron de nada los retrasos, las chicanas, las campañas mediáticas, la violencia y el “el lawfare”.
Hace unas cuantas horas, inició oficialmente el segundo piso de la Cuarta Transformación del régimen político de nuestro país.
Con todo y el voto del impresentable y todavía panista Miguel Ángel Yunes Márquez, una muestra de realpolitik sacada de manual, se logró desmontar cualquier futuro intento de guerra legal contra la presidenta electa y se desmonta el último reducto del poder de la oposición en México.
El poder judicial fue, durante siglos, una fuerza no electa, anti democrática y anti popular, la última barrera de los poderes fácticos para evitar la voluntad de las mayorías, del pueblo.
Nunca más tendremos personajes impresentables, fachos, golpistas, como Norma Piña, echando para atrás cualquier cambio a favor de la gente con el fin de proteger los intereses oligárquicos y extranjeros, principalmente de naciones depredadoras como Canadá y los Estados Unidos.
Los ciudadanos podremos elegir jueces que representen nuestros valores y los valores de las mayorías del pueblo de México, un pueblo que, contrario a los delirios del PAN y el resto de la derecha mexicana, no es conservador ni retrógrada en sus actitudes.
La reforma judicial va y los cambios que iniciaron este sexenio ya no se obstaculizarán en el siguiente.