Muchos están atentos, otros ansiosos, y otros tantos, los que menos saben pero que viven de ser rémoras del sistema, están hasta violentos. El caso de Ricardo Monreal y las decisiones que el aún líder de la bancada de Morena en el Senado vaya a tomar de cara al proceso electoral del 2024, trae a muchos agitados, nerviosos y hasta temerosos.

El zacatecano es un político de vieja escuela, que sabe operar elecciones, que conoce el sistema a la perfección, y que tiene relaciones con muchos personajes importantes que son eslabones valiosos de esta cadena política que toma decisiones, e impacta en los resultados de lo que sucede día con día en México. El poder de Monreal ha sido probado en numerosas ocasiones, y pocos pueden negar que es uno de los políticos más completos que tiene nuestro país.

A pesar de que no se encuentra necesariamente en las preferencias del morenismo para contender por la candidatura a la presidencia del 2024, el senador sabe el capital político que tiene, las alianzas que ha tejido, y lo decisivo que puede ser su apoyo para cualquier proyecto político que busque como objetivo suceder a Andrés Manuel López Obrador en la presidencia dentro de un par de años.

Los simpatizantes, fanáticos y algunos vividores que están ya decantados por otros proyectos, han dado pasos en falso al descalificar, ofender, agredir y dar por hecho, las decisiones que Monreal aún no toma; lo cual poco o nada ayuda a la causa que cada uno de estos detractores hoy abandera.

Estos aficionados se han ido con la finta de que el Senador va a contender por la presidencia bajo las siglas de la alianza “Va por México o por las de Movimiento Ciudadano en este 2024, cuando en realidad, con su experiencia y su edad, Monreal más bien está jugando a un proyecto a largo plazo que le ayude a consolidar mejor sus posibilidades, y le permita contender cuando las condiciones sean mucho más favorables a las que hoy en día tiene.

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Por eso, y por la falta de acuerdos y conciliación, y los innumerables ataques que hacen en su contra los radicales de ese partido, Ricardo Monreal se iría de Morena, con todo el capital que representa, pero no para contender por la presidencia, sino para hacerle un pequeño hueco al oficialismo que le permita a la oposición iniciar el próximo gobierno con el control del poder legislativo, y a Monreal, con el liderazgo del mismo.

Este liderazgo y poder que adquiriría al arrebatarle a Morena la mayoría en el Senado y en el Congreso, le daría la plataforma perfecta no solo para debilitar al próximo presidente, sino para ir tejiendo con mucha fuerza, su eventual candidatura presidencial; que no sería entonces para el 2024, sino para el 2030, con posibilidades renovadas y con un proyecto de izquierda que tendrá 6 años más de desgaste, que seguro le mermará (de acuerdo a los cálculos del Senador) lo suficiente como para poder arrebatarles la silla en la elección en la que él si participe.

No todo está dicho aún, falta ver quien queda al frente de la elección del 2024 por parte de Morena, y que capacidad tenga para negociar, unir y limar asperezas con Monreal y con todo aquel aún morenista que ha sido víctima del fuego amigo, y que los han puesto prácticamente con un pie fuera del mismo partido que ayudaron a fundar.

Pero por lo pronto, dentro de Morena o no, la tirada de Monreal no parece ser el 24, sino más bien el 2030.