“Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”

Rosa Luxemburgo

En un día como hoy, donde miles de familias se reúnen para festejar a las madres, hay cientos de mujeres que sufren la ausencia de sus hijos, quienes han sido separados de ellas en la más cruel de las formas de violencia: la llamada violencia vicaria.

No es una exageración decir que este tipo de violencia es una de las más crueles que puede vivir una mujer, pues se trata de sustraer por medio de engaños o en forma agresiva y deliberada a sus hijos del núcleo familiar, incluso si se trata de infantes de escasos meses de edad.

La violencia vicaria la comete, por lo general, el padre o pareja (incluso ex pareja) de una mujer generalmente por venganza, ya que al tener el “dominio y propiedad” la lastima de forma brutal.

Pero existen también casos extremos, donde son los abuelos paternos quienes separan a los infantes de su mamá, peleando su custodia.

En la violencia vicaria se suele criminalizar a la mujer para separarla de sus hijos. Tenemos por ejemplo el caso de Elisa Zaldívar, quien estuvo presa en Quintana Roo debido al influyentismo de su ex pareja y fue acusada de delitos tan graves como “perversión de menores”.

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Otro caso igual de grave es el de Karen, una joven mujer que llevada por el deseo de que el padre y los abuelos conocieran a su bebé, esta le fue arrebatada con engaños y ahora vive una cruenta batalla para poder ver a la nena.

Y casos así pululan en México debido al machismo, falta de sensibilidad y la ignorancia tanto de los ministerios públicos como de los jueces y juezas, quienes en muchas ocasiones fallan en contra de la mujer o incluso no les permiten levantar una denuncia, bajo el argumento de que “la violencia vicaria no existe” o de que “si es el padre, no hay delito si se lo lleva”.

Lo anterior obedece a que solo 19 estados de la república han modificado sus leyes para considerar a la violencia vicaria como delito, siendo Baja California y Tlaxcala los más recientes.

Un daño irreparable

Sustraer a un menor del seno materno va más allá de lo socialmente aceptado y visibilizado como lo “normal” y “correcto”, que nos indica que será la mujer la encargada de la crianza de los hijos.

Cuando un niño o una niña es separado de quien biológicamente le dio la vida, se le ocasiona un daño psicológico, moral, educacional y hasta patrimonial irreparable, pues de la noche a la mañana duerme en otra cama, come algo diferente y convive muchas veces con extraños.

Iré más allá.

Un infante que es llevado a un hogar distinto al suyo está expuesto a sufrir abusos físicos y sexuales por parte de algún miembro de “su nueva familia”, solo por el capricho, odio y necedad de quien lo utilizó como instrumento de su venganza.

Terrible.

Por ello la modificación de los Códigos Penales de cada entidad, así como de la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia para castigar a los padres que sustraigan a los hijos o se los quiten a sus madres con engaños o violencia física debe ser una constante en cada rincón del país y que las penas sean en verdad severas.

Es inenarrable el dolor de una madre que vive esta situación. Con motivo del Día de las Madres en distintos estados se han llevado a cabo conversatorios y reuniones organizadas por grupos feministas que luchan porque la violencia vicaria sea considerada delito grave en nuestro país.

Se deben priorizar los derechos humanos de los niños y niñas para que crezcan en un ambiente familiar sano y armónico, y dejar de ser “botín” de los padres. Pero también, sobra decirlo, se debe proteger a la mujer, a la madre, a toda aquella que no solo en una festividad como la de hoy sufre la ausencia de los hijos: la separación, el engaño y el abuso vivido durante este duro trance la marcará por siempre y esto debe de parar.

Basta de violencia, de cualquier tipo, en contra de las mujeres.