Todavía siguen los efectos de la reforma en materia electoral, incluso el mismo presidente López Obrador -desde la tribuna presidencial- ha hecho énfasis en el asunto para tratar de legitimar el tema con la base de apoyo que tiene en el país. De hecho, esta última semana ese ha sido, en la agenda pública, el único rubro dominante que continúa desencadenando comentarios.

La cuestión es que, en ese tema, se demostró que la minuta cargaba un sinfín de inconsistencias que vulneran la constitución. Eso lo indicó, incluso lo justificó el propio coordinador de los senadores de Morena que calificó el proyecto -desde que lo revisó- con algunos aciertos positivos, sin embargo, fueron más los desaciertos que señaló con características de inconstitucionalidad calificadas bajo fundamento del documento más sagrado que es la Constitución Política.

Y Ricardo Monreal, que es maestro en derecho constitucional, dibujó un bosquejo en una lista de inconsistencias que enumeró y que necesitan corregirse necesariamente.

Empero, lo más importante de ello es que, con congruencia y sin titubeos, Ricardo Monreal sostuvo la postura de defender el marco constitucional con el voto de reserva que presentó en el pleno de la Cámara Alta. El fondo: el principio y la acción legislativa a través de los mecanismos e instrumentos para salvaguardar las normas supremas que nos rigen.

En otras palabras, Ricardo Monreal mostró lealtad al juramento que hizo de cuidar y salvaguardar el principio legislativo. Lo comentó en la previa, y lo ratificó en el post de la discusión. Tomó el toro por los cuernos y, con fidelidad constitucional, defendió los procedimientos del ejercicio legislativo en materia electoral.

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Por ello, en estos tiempos donde la mentira y la falta de respeto a las leyes se han normalizado es de reconocer que por lo menos uno de los que se dicen nuestros representantes haya alzado la voz para defender la Constitución.

Me refiero a Ricardo Monreal quien, a pesar de que sabía que su decisión de no avalar el cochinero legislativo en el que se convirtió el llamado Plan B en materia electoral del presidente le podría acarrear ser mal visto entre los integrantes de su partido abyectos, no le importó.

En su defensa Monreal ha emitido declaraciones que por ningún lado pueden ser objetadas: “Protesté para cumplir y hacer cumplir la Constitución; es mi deber. El veredicto final lo tiene el pueblo”, dijo recientemente en redes sociales.

Mientras que horas antes de emitir su voto particular, durante la discusión de la reforma afirmó: “Estoy del lado de la Constitución, estoy del lado de la Ley, de la justicia y me conduzco con los principios y valores de la democracia”.

Así que tiene razón Monreal y hasta López Obrador, pues será el pueblo el que determine y pondere su valor porque su actuar no habrá de ser reclamado ya que la Constitución señala en el artículo 128 que “todo funcionario público sin excepción alguna, antes de tomar posesión de su encargo, prestará la protesta de guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes que de ella emanen”.

Por todo esto, el liderazgo de Monreal hoy se mantiene firme y hasta el presidente ya “tiró línea” a los duros de Morena en el Senado, para que lo piensen dos veces si es que insisten en removerlo de la Junta de Coordinación Política.

La causa es y sigue siendo empujar el proyecto de la Cuarta Transformación. Eso lo sabe el presidente López Obrador porque -el Senado de la República- constituye el gran sostén de las políticas públicas y la principal columna vertebral de la llamada 4T. Sin menospreciar a nadie, el único que ha reunido esa capacidad para sacar adelante todas las propuestas presidenciales en materia constitucional se llama Ricardo Monreal.