“Quien pretende el dominio del mundo y mejorar éste, se encamina al fracaso. El mundo es tan sagrado y vasto que no puede ser dominado. Quien lo domina lo empeora, quien lo tiene lo pierde.”

LAO TSÉ

El día 1 de octubre. Esperanzas; certezas. Una de estas últimas es ciertamente la de un país con muchas deficiencias y que estas fueron ahondadas por López Obrador. Imposible huir del panorama catastrófico que lega como primer piso de la autodenominada 4t y sobre el cual los obradoristas (muchos de ellos ahora claudistas) buscan construir un segundo.

Si el futuro de cualquier nación se encuentra en la educación, el de México está destrozado. Valgan algunos datos:

Cuatro de cada seis jóvenes adultos no cuentan con el nivel mínimo de educación media superior (bachillerato); uno de cada tres jóvenes en edad de estudiar, está fuera del sistema educativo, ¡uno de cada tres!; mientras, seis de 10 egresados de educación superior provienen del sector privado.

El presidente “más humanista” disminuyó la inversión en educación. La destinada a preescolar, a primaria y a secundaria. Sí, los dineros para financiar la educación los aniquiló. Muestra de ello es el número de alumnos por cada docente mexicano: casi el doble de sus contrapartes internacionales, aunque gana menos de una cuarta parte de aquellos otros (alrededor del 23%; OCDE). México invierte casi 3,513 USD por estudiante, mientras que el promedio de inversión en los países de la OCDE es de 14,209 USD por alumno, otra vez ni siquiera el 25%. En la mayoría de los países miembros de la OCDE el gasto educativo como producto del PIB es al menos del 4.9%; en nuestro país es solo del 4.2% y, lo que es peor, bajó del 5.1% del PIB que se tenía en 2018 cuando Enrique Peña Nieto concluyó su mandato. Esta cifra incluye la investigación científica, así que tanto la educación como la investigación en México están en una situación precaria. Sin olvidar que nuestra nación tiene una baja tasa en el logro de la enseñanza secundaria entre la población indígena; a ellos, antes que a cualquiera, AMLO les cercenó su futuro.

Por contraste, resulta ser que en la educación privada es donde la inversión por estudiante es mayor a la del sector público.

Las columnas más leídas de hoy

Aun con todo lo anterior, los heraldos del segundo piso de la transformación, como Alfonso Ramírez Cuéllar, vicecoordinador de Morena en la Cámara de Diputados, anuncia “una nueva institucionalidad la que tenemos que levantar sobre la base, reconstruir muchas políticas, nosotros queremos llegar a 2030 erradicando la pobreza extrema; queremos llegar a 2030 con un Estado de bienestar que se sustente en un sistema de salud y educativo muy sólido, con mucha investigación, con mucho desarrollo tecnológico, con mayores niveles de aprendizaje para los niños”.

Es de un cinismo absoluto —si no es que pura maldad– prometer un sistema educativo con esas características. Máxime cuando de una y otra manera se anuncia el desmantelamiento de la educación privada en nuestro país.

Sí, el régimen que hoy se inaugura va por los centros de enseñanza privados. Estamos hablando de poco más de 5.3 millones de estudiantes que deberán ser absorbidos por el sistema público (ciclo 2022-2023, principales cifras del Sistema Educativo Nacional, SEP) o que deberán de migrar hacia la verificable enseñanza, ya no solo de los planes, sino de los contenidos de educación pública.

Y si bien esa “absorción” no será fácil, eliminar los esquemas y basamentos de la educación privada en términos prácticos y en el corto plazo sí lo es.

Me explico:

- Como el sistema público no tiene capacidad de atender al mencionado número de educandos, lo más probable es que el gobierno morenista empiece a condicionar el RVOE a las escuelas particulares de primaria a la aplicación ESTRICTA —no flexible como hasta ahora— de los textos de la ‘Nueva Escuela Mexicana’. Eso significará en términos prácticos y a corto plazo el eliminar la educación privada. Sí, habrá las escuelas que lleven una “doble praxis” al llevar los libros de texto al dedillo y a la vez una educación sólida y sin buscar ideologizar a los estudiantes. Mas es algo que será sumamente complicado.

- En el caso de la media superior y superior, probablemente busquen cambiar leyes y reglamentos que permitan al gobierno ir aumentando su control de las instituciones vía el financiamiento y los sindicatos en el caso de las instituciones de educación superior públicas y vía normas que cambien el status impositivo y la Dirección General de Profesiones para las privadas.

¿Qué será la única alternativa para las instituciones de educación privada desde el nivel preescolar hasta el posgrado? Algo que deberán hacerlo a velocidad del rayo: migrar a ser completamente digitales, vía remota y sin reconocimientos de la validez de los estudios a nivel nacional. Buscar la acreditación y el reconocimiento oficial a nivel internacional y de instancias acreditadoras en el extranjero. Esto es, optar por la posibilidad de ofrecer mejor educación y menores opciones para ser presionados por la SEP.

Seguramente continuarán escuelas privadas en México —con contenidos y planes de estudio autodeterminados— en todos los niveles educativos, pero ya sin revalidaciones. Es decir, una educación no reconocida por el Estado mexicano.

Cabe la pregunta, ¿por qué apostar por destruir lo que medianamente funciona?, ¿por qué si mismo muchos de los hijos de los funcionarios del morenismo estudian en escuelas privadas o salen al extranjero para terminar sus estudios? ¿Por qué cuando escuelas como el TEC de Monterrey van adelantados en tecnologías para el estudio?, ¿por qué aferrarse a un pasado arcaico y no avanzar al futuro? Por una sencilla y terrible razón: el pueblo culto exige a sus gobernantes; pueblo ignorante acepta las migajas de los programas clientelares. Y esto segundo ha sido y continuará siendo el obradorismo.