A mediados del 2021, después del balance que hizo el presidente Obrador sobre las elecciones intermedias, donde la CDMX sufrió la derrota más dolorosa de la historia contemporánea de la izquierda, el mandatario sólo consideró una lista de aspirantes a sucederlo. Todos sabemos esa crónica ya que los efectos inmediatos se envuelven en una teoría conspiratoria porque -de un momento a otro- la actitud de Andrés Manuel cambió.

La razón en muy sencilla: compró la versión de qué hubo fuego amigo dentro del partido algo que, sin duda, fue totalmente falaz. De hecho, lo que más bien pasó fue que, las estructuras de Morena en la Ciudad de México, fueron incapaces de operar el ejercicio electoral.

Fue tanto el exceso de confianza y la parsimonia en un ejercicio que era totalmente ganable. Morena partió como el gran favorito para ganar la mayoría de alcaldías, sin embargo, no supieron afrontar el reto que significó una tarea de esa magnitud y, cuando llegó el momento de realizar un balance de qué fue lo que realmente pasó, se justificaron creando conjuras y un complot para sacudirse la responsabilidad.

Es poco probable que alguien acepte una derrota de esa naturaleza, máxime por lo que representa la capital del país para la izquierda. Desde ese momento, la sucesión presidencial adelantada vivió una etapa de favoritismo, pero también de exclusión que se sintió fuertemente al interior del movimiento pues esto estaba generando mucha crispación porque fueron muchos, por voluntad propia, los que alzaron la voz en protesta por la desigualdad de la contienda. Todo eso, luego de que uno de los aspirantes a la presidencia se declarara un rebelde con causa.

Ése fue el hito de la contienda y el punto clave para que el presidente Obrador corrigiera la estrategia presidencial. Está claro que -Andrés Manuel- no está dispuesto a perder la presidencia porque -desde adentro del movimiento- su pudo crear un grupo de resistencia capaz de dividir al partido en dos. Ese punto de inflexión era latente a medida que crecía la exclusión. A raíz de ello, el mandatario tomó la determinación de abrir la cancha para los cuatro presidenciables de Morena conocidos y reconocidos por la base de la expresión.

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Y no solo tomó esa decisión porque está en riesgo refrendar la victoria del 2024 en la presidencia de la República, sino la propia capital del país. La Ciudad de México, en ese mismo efecto, hubiera sufrido los daños colaterales pues, en todo caso, una erosión difícilmente es fácil de contrarrestar, máxime por el reacomodo de fuerzas. Por eso es tan importante mantener la unidad y fijar reglas de participación democrática previendo cualquier escenario que puede provocar una determinación unilateral.

De hecho, seguramente hay miles y miles de militantes que no están dispuestos a tolerar un dedazo de cualquier índole. Saben que, esa situación, no es ajena al partido pues hay casos donde el conflicto de interés ha permeado en los órganos internos. De ahí nace la propuesta de modificar y fijar reglas de participación claras. La militancia no quiere que se repitan algunas decisiones que han llegado afectar seriamente, sobre todo cuando ha habido imposiciones.

Hay que ser completamente objetivos: si no hay un piso parejo en la elección del perfil presidencial la división y la creación de un frente disidente puede llevar a Morena, sin ningún problema, a perder no solo la presidencial de la República, sino su principal bastión en la Ciudad de México.

En este instante Morena es favorito -en algunas encuestas- para ganar la Ciudad de México. Si se logra llegar a un acuerdo y se establecen mecanismos claros y además se legitima, llegado el momento, a quién vaya abanderar la presidencia, no tengo duda que el lopezobradorismo se llevará carro completo. Y no habló únicamente de la silla presidencial, sino de uno de los epicentros con mayor valor político e histórico para Andrés Manuel López Obrador, como lo es la CDMX.

Si no fuese así, el cataclismo cimbrará la capital del país. O sea, Morena perderá el corazón del lopezobradorismo por no saber capitalizar el reclamo social que clama democracia interna en los procesos de elección dado que arrastrará la inercia o los efectos adversos de la polarización.

Es verdad, Morena vive una simbiosis pues los cuatro presidenciales están reconocidos oficialmente por el presidente Obrador; sin embargo, falta que se cumpla esa voluntad en el momento en que se consideren y pongan en práctica reglas democráticas, lo mismo que trato y respeto por igual.

Notas finales

Un gesto de unidad.

Hace un par de días el coordinador de los senadores de Morena, Ricardo Monreal, anunció su intención de reunirse pronto con la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum. Y ese momento llegó: ayer en las redes sociales del zacatecano se divulgaron unas fotografías del encuentro en el Antiguo Palacio de Ayuntamiento.

“Platicamos, conversamos. La cortesía política, la diplomacia, el buen trato nunca pueden olvidarse, independientemente de los caminos que cada uno tenga o de las opiniones diversas que tengamos sobre lo que pasa en el país; la tolerancia, el respeto y la civilidad deben de mantenerse y, con ella me une respeto y ratificamos nuestra relación de colaboración y de cortesía política”, dijo Monreal.

Por ello a Claudia Sheinbaum le tocó, en ese sentido, regresar la cortesía a Ricardo Monreal pues el trato que le brindó en la vieja Casona de Xicoténcatl, fue amable y gentil. Además de ello, las cosas parecen tomar un giro distinto desde que el presidente López Obrador instruyó a Mario Delgado buscar nuevos canales de interlocución con todos los gobernadores y gobernadoras emanados de Morena en el afán de brindar impulso y posicionamiento a las cuatro corcholatas oficiales.

De hecho, Alfredo Ramírez, gobernador constitucional de Michoacán, invitó a Ricardo Monreal a una serie de eventos institucionales en la capital del Estado Purépecha el próximo viernes. Con ello, el jefe del ejecutivo local cumple con el deseo presidencial a través de la misiva de Mario Delgado. De hecho, nos comentan que la militancia de Morena está celebrando esa apertura plural y democrática ya que de mucho abonará a que fijen reglas transparentes pues Monreal, en ese sentido, tiene el mismo derecho legítimo e histórico de participación, máxime porque el presidente Obrador lo reconoce por su contribución y aportación a favor de la causa durante más de 25 años de lucha irrestricta.

Ojalá que los gobernadores y gobernadoras de Morena tomen el ejemplo de Alfredo Ramírez y, en un corto plazo, inviten a sus respectivas entidades federativas a las corcholatas oficiales de Morena. A todos, sin excepción.