La marcha del pasado domingo 27 de noviembre convocada por el Presidente López Obrador, tuvo varios propósitos, uno de ellos era sin duda, contrastar el poder de convocatoria y la fuerza que el mandatario sigue teniendo en las calles; pero también, a 2 años de que finalice su gobierno y a uno de que comiencen las campañas de los candidatos que aspiran a sucederlo en el cargo, AMLO aprovechó la ocasión para mandar varios mensajes importantes.
Para empezar, quiso poner orden en la casa y evitar que siga habiendo rupturas y roces que más adelante vayan a mermar la unidad del movimiento que encabeza. Por esa razón, envío a colaboradores cercanos que trabajan con él en presidencia, a que de avanzada, lograran juntar a sus 3 corcholatas: Adán Augusto López, Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard para que lo recibieran juntos a su llegada, pero también para que esa fotografía, sirviera para que los colaboradores y simpatizantes de cada uno de ellos, le bajara al fuego amigo que en últimos meses se había estado saliendo de control.
Otro mensaje que dejó muy en claro el Presidente, es que él sigue siendo el líder absoluto de Morena y sus partidos aliados, y que el proyecto sucesorio pasará forzosamente por su escritorio. Es así como no solo reunió a sus delfines, sino que también le dejó en claro a los otros aspirantes, que no tienen cabida por lo menos en la próxima elección; tal como pasó con Fernández Noroña, quien ni al baño del templete lo dejaron entrar para que no se fuera a colar en una foto en la que no tenía nada que hacer.
El músculo mostrado por el mandatario también sirve para enviarle una señal de fortaleza, poder y control, a un sector de sus aliados que anteriormente habían estado colaborando en líneas enemigas, y que con la proximidad de la sucesión, pudieran estar pensando en dar de nuevo otro salto y apostarle subirse a otro barco.
Por último, una parte importante de su discurso fue cuando afirmó que en su movimiento hay relevo generacional, lo que ha levantado muchas suspicacias, sobre todo por lo cercano que estuvo uno de sus hijos durante la marcha; lo que podría significar que en unos años, pudiéramos ver en alguna boleta electoral, al apellido López Beltrán contendiendo por algún cargo importante, como pudiera ser la misma jefatura de gobierno de la Ciudad de México.
A como cada quien lo quiera interpretar y a como cada quien lo quiera calificar, pero lo cierto es que la marcha del domingo cumplió con el cometido, y le permitió al Presidente moverse en el terreno que más domina y más le gusta, uno en donde sigue llevando amplia ventaja y donde siempre ha aprovechado para mandar señales claras que a la larga, le han servido para ir acomodando sus piezas y definiendo la ruta hacia donde todos tienen que moverse para alcanzar sus objetivos.