Dos décadas, “trillones” de dólares (billones, de acuerdo al sistema que se utiliza en México y en el mundo) gastados en armamentos, sobornos y gastos incontables y más de un cuarto de millón de personas muertas después, ha terminado la guerra de Estados Unidos y sus aliados en Afganistán, con la completa victoria de el Talibán sobre las fuerzas occidentales.
A modo de comparación, el gobierno títere de Vietnam del Sur resistió 2 años después de la salida de tropas estadounidenses de su territorio. El gobierno encabezado por Ashraf Ghani, quién intentó darse a la fuga con una maleta repleta con cinco millones de dólares, no resistió ni tres meses al avance de los talibanes, quienes capturaron la capital de su país prácticamente sin disparar una sola bala.
La pregunta aquí es ¿cuál fue el propósito de esta guerra de 20 años de duración? El primer objetivo estratégico, la lucha contra el “terror” y contra el Talibán no se cumplió. La mayoría de los terroristas implicados en el ataque contra las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001 eran de origen saudí.
El Talibán volvió a controlar la totalidad del territorio que la ridículamente nombrada “Coalición de la voluntad” de EU, países de la OTAN y otros gobiernos títeres les arrebatara durante algunos años.Hay que ver más allá de lo superficial y analizar que el control de Afganistán por parte de Estados Unidos y sus aliados se centraba también en tres ejes: el enriquecimiento de las élites norteamericanas a través de las empresas armamentísticas del “complejo militar industrial”, bautizado así por el General y Presidente norteamericano Dwight Eishenhower; el control sobre el principal productor de opio en el mundo y la frontera de Afganistán con la República Popular de China, un punto estratégico para lo que el periodista John Pilger llama “La Futura Guerra contra China”.
Más allá de las escenas de horror que hemos presenciado en el aeropuerto de Kabul, en donde personas de origen afgano intentan desesperadamente ingresar a los aviones militares estadounidenses para huir del país en donde su vida peligra por haber colaborado con el ejército invasor, hay que analizar lo que significa este duro golpe al “prestigio” militar de EU, un fiasco y un colapso mucho peor que el de Vietnam hace casi medio siglo.
El ejército de Estados Unidos no es invencible y cada vez asusta menos. Que tomen nota quienes tengan que hacerlo y se preparen para una nueva realidad en esta década y en lo que resta del aún joven Siglo XXI.