En nuestro país —y en otros, Bolivia, Cuba y Venezuela— marchista es el “manifestante que participa en una marcha de protesta o de apoyo a una causa”. Eso dice el Diccionario de la lengua española.
La principal obra de la Real Academia Española proporciona varias definiciones de marchante, todas relacionadas con el comercio: “embarcación mercante, comerciante, vendedor”.
Las palabras son importantes. En México mientras la izquierda ha sido tercamente marchista desde hace muchos años, la derecha más conservadora en ningún momento ha dejado de ser marchante. Esta es la verdad.
Marchistas con gran experiencia son las y los dirigentes sociales que el próximo domingo recorrerán el centro de la ciudad de México encabezando la marcha a la que convocó Andrés Manuel López Obrador.
Hay militantes de Morena que han sido marchistas desde los movimientos universitarios de los años ochenta del siglo pasado e inclusive viven algunos liderazgos que recorrieron las calles en el trágico 1968.
La gente que marchará al lado de AMLO —la más relevante en la Cuarta Transformación— tiene una trayectoria marchista de años, inclusive décadas.
Pienso en activistas democráticos como Pablo Gómez, Leticia Ramírez, Claudia Sheinbaum, Epigmenio Ibarra, Rafael El Fisgón Barajas, Rosa Icela Rodríguez, José Hernández, Horacio Duarte, etcétera.
Durante prácticamente todas sus vidas adultas no han dejado de salir a la calle para protestar por tantas injusticias o para apoyar la causa en la que creen, una causa que resulta sencillo sintetizar: es la de ampliar las libertades, no solo la económica ni principalmente esta; construir un sistema democrático en un país como el nuestro, que tristemente ha sido el reino del fraude electoral; tender la mano a demasiados millones de mexicanas y mexicanos en situación de pobreza, y lograr el respeto absoluto a los derechos humanos.
Quien estudie sin apasionamientos ideológicos la historia reciente de México llegará a la conclusión de que la autoridad moral está del lado de Morena y su fundador, el presidente Andrés Manuel López Obrador.
¿Para qué la marcha del domingo 27 de noviembre? Para celebrar que después de tanto tiempo de tomar las calles teniendo todo en contra, al fin se logró, hace cuatro años, un gobierno distinto.
Hubo otra marcha recientemente, la de gente que no acostumbra expresarse en la vía pública porque le sobran poderosos medios de comunicación para hacerlo.
La marcha del INE no la encabezaron marchistas con una trayectoria de 30 años de lucha, sino marchantes de toda la vida, esto es, comerciantes de la política y de la economía.
Vimos a tales marchantes recientemente en el Monumento a la Revolución: Elba Esther Gordillo, Claudio X. González, Roberto Madrazo, Alejandro Alito Moreno, Vicente Fox…
La autoridad moral estará con los y las marchistas que el próximo domingo celebrarán con AMLO el cuarto aniversario de un cambio político que se pensaba imposible.
La desfachatez —apoyada en excesiva, carísima propaganda— se manifestó en la marcha del INE, a la que sin duda acudieron muchas personas de buena fe, pero que lamentablemente fueron utilizadas con fines perversos por marchantes de la política y las empresas que solo buscan recuperar privilegios perdidos.