La respetable Suprema Corte de Justicia de la Nación está metida en un lío enorme debido al proceso de sucesión de su presidente.

Ayer le tocó ser golpeada a la ministra Yasmín Esquivel Mossa, aspirante al cargo que actualmente ocupa Arturo Zaldívar Lelo de Larrea: se hizo todo un escándalo, que hoy continúa, con el supuesto plagio de su tesis de licenciatura hace unos 40 años.

Pero a principios de diciembre el afectado fue otro candidato a presidir la corte, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, a quien algunas notas periodísticas involucraron “en serias denuncias” relacionadas con empresas inmobiliarias que podrían haber caído en ilícitos.

Además de eso, al ministro Gutiérrez Ortiz Mena se le hizo aparecer como ¿socio?, ¿amigo?, ¿colaborador? de Carlos Salinas de Gortari, Pedro Aspe y Emilio Gamboa, los tres figuras relevantes en el sexenio presidido por el primero, caracterizado por la corrupción y los crímenes políticos, como el de Colosio y el cardenal Posadas.

No tengo idea acerca de si son ciertas —y si son para tanto— las denuncias contra la ministra Esquivel Mossa y el ministro Gutiérrez Ortiz Mena.

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Lo que me queda claro es que, sin duda, ambos casos tienen más que ver con la grilla sucesoria en la corte suprema que con ganas de denunciar hechos indebidos.

Si no aspiraran a presidir la SCJN no habrían sufrido ataques ni Yasmín Esquivel ni Alfredo Gutiérrez, a quienes sus mismos o mismas colegas les han dado más patadas que a Lionel Messi en un juego mundialista.

¿Qué sigue? ¿Más lodo contra el resto de quienes aspiran a presidir la corte, Javier Laynez Potisek, Alberto Pérez Dayán y Norma Lucía Piña Hernández? ¿Qué les descubrirán o inventarán?

Creo que, para evitar que manchen a la SCJN las ambiciones humanas, demasiado humanas —que ni juristas de tanto prestigio controlan—, el pleno de ministros y ministras debe hacer una profunda reflexión autocrítica y diseñar reglas que lleven a que la totalidad de sus integrantes puedan en algún momento presidirla. Por ejemplo, en vez de periodos de cuatro años para quien la encabece, que sean de dos. Es una idea que alguien me comentó y que puede ser viable.