Podemos hablar de “guerra de cuarta generación”, “noticias falsas”, o “infodemia”, pero la realidad es que los hechos ocurridos en mi estado, Baja California, en especial, en mi ciudad natal Mexicali, cada vez me parecen más insensatos.

Por ejemplo, si bien se suspendieron durante algunas horas los servicios de transporte público y de plataformas de transporte estilo Uber, al día siguiente la ciudad operaba con normalidad. Como lo documenté en mi cuenta de Twitter el sábado ya se encontraban operando los servicios de Uber y Didi, tanto en transporte como en reparto de comida.

Extrañado por la rapidez del servicio, incluso le pregunté al repartidor a la hora de darle una propina si el día había estado tranquilo ante el montaje mediático ocurrido el día anterior, señalándome el repartidor, un adulto mayor, por cierto, que al contrario, las órdenes eran constantes y había bastante trabajo.

Otro punto que me parece bastante extraño, fueron las quemas de camiones que ocurrieron en Mexicali las noches del sábado y la madrugada del domingo, 3 o 4 casos aislados de unidades estacionadas, que las propias autoridades señalaron, no tuvieron nada que ver con el operativo -para mi gusto, un montaje armado por la derecha mexicana, aprovechando de sus nexos probados desde el sexenio de Calderón con el crimen organizado- del fin de semana. Actos de los denominados “copycats”, o imitadores, pues.

También me sorprendió tanto la actitud de los “terroristas”, quienes con algunas armas de fuego invitaron “amablemente” a pasajeros y choferes a abandonar las unidades, para después prenderles fuego. En los hechos de violencia que datan de la guerra fallida de Calderón, los camiones eran incinerados con los pasajeros dentro. La apariencia de los detenidos, en el caso de Mexicali, una mujer de 41 años y dos jóvenes de apariencia estilo “adicto al crystal”, también levanta fuertes sospechas sobre el origen e incluso el “profesionalismo” de estos actos delictivos.