Para quienes celebramos que en México haya libertad de expresión en un proceso electoral intenso y vibrante como el que vivimos, ha sido decepcionante atestiguar como la oposición cada día se desaliña más, de tal manera que no tiene mayor recurso que profundizar en la denostación, la guerra sucia, el miedo y la calumnia como herramientas para tratar de imponer una narrativa que no atrae voluntades, sino más bien desconcierta y descompone la vida democrática del país.
Claudio X. González, una de las voces más representativas y que se identifica como artífice del bloque opositor, que además enarbola los intereses más encumbrados y mezquinos de un sector del poder económico del país, publica hoy un mensaje en la red X contra Claudia Sheinbaum, con el único fin de atacar y provocar. La acusa de que “al combatir al monstruo –del autoritarismo, corrupción, el desfalco y el abuso del régimen dominante–, se convirtió en el monstruo”, y continúa con una serie de aseveraciones que ya se han convertido en lugar común desde la oposición, que no aportan nada para un debate constructivo y propositivo en el contexto electoral y solo transmiten la desesperación y desesperanza que tienen quienes se han convertido en “anti” todo de lo que ha menguado sus privilegios a cambio de un proyecto propio que simplemente “no cuajó”.
Ante este golpe bajo, atestado desde la esquina de una oposición, que se ve y se siente acorralada por su falta de autocrítica, Claudia respondió en su cuenta de X, con voz firme, de mando, y con la autoridad que le da una trayectoria de vida, que: “Estoy bien y de buenas, sus ofensas me indican que vamos por buen camino”. “México está, por decisión del pueblo y para fortuna de la mayoría, cimentando una nueva historia donde la democracia es el poder del pueblo para el pueblo y por el pueblo.”
Claudia responde al estilo de la popular frase de “Ladran, Sancho, señal que cabalgamos”. Y es que ella defiende un proyecto que justamente uno de sus ejes más firmes y exitosos ha tenido que ver con la separación del poder político del poder económico. La máxima del presidente López Obrador y de la 4T ha sido desvincular a las élites económicas del ejercicio del poder político, para que este pueda realmente servir a todos y todas las mexicanas, sin distinción alguna.
Qué difícil debe ser para Claudio X. y sus seguidores aceptar que enarbolan causas que no permean entre la población, y que decidieron imponer una candidatura, como la de Xóchitl Gálvez, que nació viciada de origen. No representa con sinceridad ni congruencia, principios y valores con los que uno se pueda identificar, porque lo mismo ha transitado del espectro trotskista, al de centro-izquierda, conservadurismo, o de plano ultraderecha y libertarismo. Solo tiene clara su bandera antiAmlo y todo lo que representa la Cuarta Transformación (aunque diario se contradigan en temas como los programas sociales o la diversidad sexual).
Como afirma Claudia, debe ser “frustrante” para Claudio X. tener que aceptar una derrota casi autoinfligida, máxime que para la oposición lo que está en juego es la pérdida de su poder de imposición frente a la autoridad, en defensa de sus intereses particulares (“el terrible sufrimiento por tener que pagar impuestos”). Además, “Debe causarle dolor de estómago ver el buen desempeño de la economía mexicana”, porque ciertamente la oposición se sentía poseedora de una única fórmula para definir el rumbo económico del país.
Así pues, Claudia demuestra que no va a dejarse amedrentar por quienes acostumbraban extorsionar al poder político. En mi opinión, con su respuesta Claudia deja ver que tiene las cualidades de una posible próxima jefa de Estado que, como mujer luchadora de causas sociales, tendrá voz de mando y autoridad legítima.