La periodista Peniley Ramírez afirma, en su artículo de hoy sábado en Reforma, que la oposición hizo ganar a Hugo Aguilar Ortiz, próximo ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación:
- “La gran sorpresa de su elección” —de Aguilar Ortiz—“no estuvo solo en sus votos impulsados por Morena”.
- Peniley Ramírez se basa en un análisis de los votos que tuvieron Lenia Batres, Yasmín Esquivel y Hugo Aguilar. El estudio, supongo que estadístico, lo realizó el académico Javier Aparicio.
- “Los estados donde Aguilar ganó con más ventaja a Batres en votos absolutos no fueron Oaxaca, donde nació, o donde gobierna Morena —a excepción de Veracruz—, sino estados donde gobierna la oposición. Entidades donde gobierna el PRI, como Coahuila; el PAN, como Aguascalientes, Guanajuato, Chihuahua, Querétaro; y en Jalisco, donde gobierna Movimiento Ciudadano”.
- “Algunas fuentes” confirmaron a Peniley Ramírez “que dentro de varios partidos de oposición hubo inclinación por Aguilar, ya que lo consideraban ‘menos peligroso’ que Esquivel y Batres, más serio e institucional”.
- En resumidas cuentas, sostiene la colaboradora de los diarios de Grupo Reforma, Aguilar Ortiz será ministro presidente de la SCJN en gran medida por la la “operación discreta de la oposición”.
No opina lo mismo Vanessa Romero Rocha, quien ha publicado este sábado un interesante artículo, también en las páginas de Reforma.
Para la talentosa abogada Romero Rocha la oposición fue la gran perdedora en la elección judicial del pasado domingo:
- El abstencionismo promovido por la oposición fue “un negligente descuido”, una “herida autoinfligida”, un “disparo al pie”.
- Para Romero Rocha, la oposición se enteró de la existencia de Hugo Aguilar Ortiz, legisperito mixteco, apenas después de que ganó en las urnas la presidencia de la corte suprema.
Desde luego, Vanessa Romero Rocha no dice lo anterior para rebatir a Peniley Ramírez —seguramente la jurista, cuando redactó su texto, no había leído a la periodista—, pero lo cierto es que las palabras de Romero Rocha, que me parecen ciertas, refutan las tesis principales de Ramírez, que por fundadas que estén en un análisis estadístico, no las veo ni siquiera remotamente cercanas a la verdad.
¿En serio hicieron ganar a Aguilar Ortiz gobernantes de oposición, como Manolo Jiménez, de Coahuila (PRI); Libia García, de Guanajuato (PAN); Teresa Jimenez, de Aguascalientes (PAN); Maru Campos, de Chihuahua (PAN); Mauricio Kuri, de Querétaro (PAN), y Pablo Lemus, de Jalisco (MC)?
Aunque se trata de personas destacadas por su activismo en la política, los gobernadores y las gobernadoras que se han mencionado aquí ni en sus sueños más locos habrían tenido capacidad para operar contra Morena. Es algo que no lograrían ni siquiera en la ofuscación producida por lo que fuma o se inyecta don Elon Musk, un hombre tan genial como desquiciado gracias a las sustancias raras que consume (Donald Trump dixit).
Hugo Aguilar Ortiz ganó por su sencillez, por su preparación, por su entrega a las comunidades y a los pueblos indígenas —hasta Xóchitl Gálvez lo ha elogiado por su compromiso con estas causas—, pero también, y sobre todo, porque la persona más popular de México dijo desde que empezó el proceso electoral: “Queremos muchos Benito Juárez en la Suprema Corte de Justicia de la Nación”. Tales expresiones de la presidenta Claudia Sheinbaum indudablemente llevaron a mucha gente a buscar, entre 64 candidaturas, la más parecida a Juárez, quien, no lo olvidemos, fue presidente indígena del poder judicial de México. Esta candidatura era la de Hugo Aguilar Ortiz.
Ganó el legado del juarismo, ganaron los pueblos indígenas —jamás representados en la SCJN de los gobiernos del PRI y del PAN—, ganó Hugo Aguilar y desde luego ganó la mujer, Claudia, que consideró posible ver a alguien con el perfil de Benito Juárez en la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Aguilar Ortiz no era favorito. La totalidad de la comentocracia —me incluyo, desde luego— pensaba que la disputa por la presidencia de la corte suprema iba a ser muy reñida entre tres candidatas, Loretta Ortiz, Lenia Batres y Yasmín Esquivel.
Alguna vez leí una frase que viene al caso: “Si no te ha sorprendido nada extraño durante el día, es que no ha habido día”. Se supone que su autor es un físico teórico, John Archibald Wheeler. En las elecciones novedosas, como la judicial del pasado domingo, si no se presenta ningún hecho extraño que genere sorpresa, es que no hubo novedad en el proceso. El hecho extraño en un país que durante demasiadas décadas se olvidó de los y las indígenas, radica en que un indígena vaya a ser el juez más importante.
Es una de las maravillas de un México que está cambiando. Otra: que del anterior proceso electoral surgiera una mujer presidenta. Esto, en el país que se suponía no estaba preparado para ser gobernado por una mujer, fue también una tan fascinante como esperanzadora sorpresa.