Corría el año 2004 cuando, de pronto, empezó a explotar un concepto fresco, novedoso y juvenil: La novela de RBD o “Rebelde”. Yo tendría unos  31 años, ya bastante mayorcita para sentir que podía encajar en ese concepto pero irresistiblemente me atraía. Todavía era joven pero no tan joven y quizá por eso era ese estiré y afloje entre sentirme cautivada por la novela o desdeñarla e ignorarla.

Desde luego que sus canciones me atraparon y de pronto ya me las sabía todas. Sobre todo la canción “Rebelde”.

Porque sí, en algo o en mucho me identificaba con su letra. Porque yo empezaba en aquel entonces una vida como “amita del hogar”, recién casada y meses antes seguía siendo aquella joven libre y desparpajada que vivía en casa de sus padres. (Ahora que caigo en cuenta, me casé ya muy mayor, casi me andaba quedando.)

También la novela de RBD me recordaba lo que para mí es y será una de las mejores épocas de mi vida que fue cuando estudié la preparatoria: Creo que es una etapa absolutamente disfrutable para muchos jóvenes: No había más responsabilidad que estudiar, enamorarte y ser feliz.

Aun cuando el mundo se cayera a pedazos alrededor, los jóvenes en esa edades armábamos muros y tendíamos puentes contra el dolor.

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En fin, que la serie terminó, yo fui madre... pasaron cientos de cosas, aunque un año antes de la aparición del concepto RBD, en el 2003 fui diagnosticada con cáncer de mamá y en el mismo año mi única hermana también fue diagnosticada con cáncer.

Sinceramente, fueron tiempos complicados pero RBD me volvía a transportar a aquellos espacios preparatorianos en donde no había nada que doliera.

Por ahí del 2010 llegó a mi vida Twitter. La hija de una amiga mía muy querida  me insistió que usará esa red social porque a mí me gustaba mucho escribir y contar historias, me aseguraba que en Twitter me iría muy bien escribiendo tanto porque lo mismo hacía en Facebook.

Ella misma fue la que me ayudó a darme de alta en aquella plataforma, justo ese día y, de pronto, ya nunca más la solté.

Para el 2014 mi hermana recaía con cáncer de nuevo, pero esta vez iba en serio. Era un cáncer que estaba dispuesto a devorarla sin piedad.

Yo empecé a compartir mi dolor y mi desesperación en Twitter y también sabía que mi hermana se me iría pronto por lo que empecé a moverme para darle alguna alegría y que pudiera conocer a su equipo favorito: Cruz Azul. Todo eso se logró gracias a la magia del ahora llamado X y a muchos ángeles que habían en ese camino en ese momento.

De pronto, vi que Anahí me empezaba a seguir en Twitter (me cuesta llamarle solamente como X). En ese instante que ella me dio “follow”, empezaron a escribirme muchas de sus  fans de ella pidiéndome saludos o autógrafos para ellas. Me hablaban con amor y dulzura como si me conocieran y las conociera, y es que las fans de Anahí investigaban a quienes ella seguía por Twitter y asumían que si Anahí me seguía era porque me conocía y hasta me quería.

De pronto, llegó a mi cuenta un mensaje con una petición: era una fan de Anahí que, literalmente, se estaba muriendo por secuelas de anorexia. Me pedía que le ayudara a conseguirle un autógrafo de su estrella favorita.

Una vez que Any (así le decimos los que la queremos y conocemos) me seguía yo podía mandarle mensaje en su cuenta, le conté del caso e inmediatamente le escribió a esta chica para mandarle un saludo.

Ya ni cómo explicarles lo que esta niña sintió ante tal gesto de Anahí. Explotaba de felicidad.

Y así me fueron llegando más y más solicitudes y de pronto me sentí con mucha responsabilidad, todas sus fans  creían que yo podía lograr el sueño de conocerla, y se lo comenté a Any. Ella me dijo: “Si sientes que te traigo problemas mejor te dejo de seguir” y le dije que ¡para nada! Y más bien yo creía que a lo mejor Anahí se había confundido en seguirme o algo así porque yo era una “x” en el mundo (y aún lo soy) pero me aseguró que no se había equivocado y que le gustaba leerme.

Y así, Anahí prácticamente me acompañó a distancia, pero cerca de mí, en el proceso de la enfermedad, agonía y muerte de mi hermana. Incluso mi hermana llegó a saludarla en las  etapas últimas de su enfermedad.

A partir de la muerte de mi hermana, yo empecé a dedicarme  a dar pláticas motivacionales y compartir mi experiencia por el tema del cáncer.

Anahí me invitó a dar una conferencia a Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

En aquel entonces ella era primera dama de aquel bello estado, pues su esposo Manuel Velasco era gobernador de la entidad.

Así que, sin pensarlo, le dije que claro que iría a dar la conferencia a Tuxtla pero que no cobraría por ello, porque la idea de dar conferencias no era sacar provecho ni lucrar con mi dolor contando mi historia. Sin embargo, Anahí me insistió que quería apoyarme económicamente, pagando la conferencia que daría. Yo en ese entonces no tenía trabajo y estaba atravesando el duelo de mi hermana y también el de mi madre pues dos meses después falleció igual.

Anahí hizo todas las gestiones para que yo pudiera viajar para allá. Me compró mi boleto de avión aunque estaba yo aterrada porque le tengo pánico a los aviones, y como jamás había viajado sola, el terror era peor, pero lo vencí. Llegué al aeropuerto de Tuxtla Gutiérrez y unas personas pasaron por mí. Me llevaron al hotel a descansar y después me recogieron para que yo diera mi conferencia.

Era en una escuela de gobierno y estaba dirigida a jóvenes estudiantes.

Hablarles del cáncer de mama era fundamental precisamente por la oportuna prevención y detección. Así que me paré ahí a contarles de mi experiencia y la tristemente partida de mi hermana y de mi madre.

Anahí llegó al colegio y estaba en primera fila escuchándome.

Cabe recalcar que cuando nos vimos nos abrazamos como si nos conociéramos de toda la vida. Al llegar ella, toda la escuela se cimbró. Todas las estudiantes la amaban. Nunca había visto que tanta gente amara a una artista mexicana así. Y ella les correspondía con abrazos y autógrafos.

Estuve sentada con ella viendo la participación de otros exponentes y nos tomamos de la mano, porque ella ya sabía por las que había pasado y yo sentía en verdad un genuino amor por ella. Como si fuéramos amigas de toda la vida.

Me dijo que se tenía que ir antes de que terminara la exposición porque sino sería un alboroto incontrolable. Observé que tenía a varios guardaespaldas cuidándole y no era para menos. La fama de esa mujer es única pero también por ello su integridad debía de ser bien cuidada.

Al terminar la conferencia, salí del colegio y habían jóvenes esperándome ¡para pedirme a mí un autógrafo! Ellas creían que yo era famosa porque estuve junto a Anahí. Yo les trataba de decir que yo no era nadie especial pero ellas insistían. Fue un momento que aún me da risa al recordarlo: ¡Yo dando autógrafos!

Después, ya en el hotel, Any me volvió a escribir para ver si podía dar otra conferencia en San Cristóbal de las Casas, pero lamentablemente ya no me fue posible: En ese entonces tenía yo a dos niños de 4 y 5 años por los que tenía que regresar y por mi padre,  quien tenía demencia.

Any lo entendió perfecto y fue así como regrese a CDMX, el lugar donde yo vivía en esa época.

Anahí, antes y después.

Han pasado los años y de vez en cuando nos escribimos. Ella sabe de mí y yo se de ella.

En múltiples ocasiones (y quizá se enoje porque me pidió que no lo contara pero creo es bueno que la gente lo sepa) me ha apoyado en donar dinero y brindar apoyos para muchas causas de niños que padecen cáncer y necesitan ayuda.

Anahí siempre ayuda  sin que nadie se enterara: ni prensa, ni medios de comunicación; solo ella y yo.

Ayer, vi por la televisión la reseña de su regreso a los escenarios con RBD. Me parece que era la que más brillaba y se le notaba perfecto el amor que siente por los escenarios, pero además del amor y la felicidad que le provoca cantar y bailar e interactuar con su público. Tiene muchísimo talento, porque aún sin poder escuchar de un oído pues le reventaron el tímpano en uno de los ensayos, cantó de manera perfecta, alcanzando notas muy altas y haciéndolo mejor que muchos otros artistas que se paran a cantar en escenarios enormes.

Cuando la vi ahí por televisión brillando y triunfando tanto, entendí que es verdad que todo lo que le das a la vida, se te regresa. Ella merece estar viviendo este momento. Ama lo que hace.

Por supuesto, creo que su esposo Manuel Velasco será mucho más conocido e incluso muy querido por muchísimas fans de Anahí, pues ha demostrado apoyar a su esposa y acompañarla en este proceso.

Como político claro que le ayuda, porque la imagen de su esposa es íntegra y es un ser humano maravilloso. Tiene mucha suerte Manuel de tenerla como esposa.

Y bueno, esta ha sido mi historia con Anahí.

Me gustaría la verdad ir a un concierto de RBD, lo debo de confesar. Pero mis bolsillos no dan para ello por el momento.

Sin embargo, mi buena vibra y mi amor lo tendrá siempre por ser ese ángel que apareció en mi vida y que me dio la mano tantas veces no solo a mí sino a muchos.

“Mientras mi mente viaja a donde tú estás, mi padre grita otra vez…”

Gracias siempre por tanto Anahí.

Es cuanto.