Electrizó a la multitud en el Zócalo cuando cantó La Llorona. Pero más se emocionó la propia intérprete, Rosalía. La Motomami inclusive lagrimeó.

No sé quién compuso La Llorona. Supongo que tendrá alguna idea sobre el origen de esa canción el tenor Héctor Palacio, experto de SDPNoticias en asuntos culturales. Ojalá escriba un artículo para contarnos lo que sepa.

La Llorona es famosa gracias a Chabela Vargas, Raphael, Lola Beltrán, David Záizar y más gente especializada en el canto.

En el sitio de internet de Radiotelevisión Española leí que La Llorona no tiene una letra fija, sino que hay muchas versiones de la canción: se han contado más de 500. Por lo que alcancé a escuchar habría que que sumar la de Motomami en el Zócalo.

Según RTVE, una de las estrofas más conocidas de La Llorona podría ser un plagio —mala costumbre mexicana que, por lo visto, viene de lejos—.

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Sin duda hubo copia. Comparemos lo que dice La Llorona con lo escrito por Luis de Góngora en 1621:

La Llorona:Ay de mí Llorona, Llorona de ayer y hoy. Ayer maravilla fui, ay Llorona, y ahora ni sombra soy”.

Luis de Góngora:Aprended, flores, en mí Lo que va de ayer a hoy, Que ayer maravilla fui, Y hoy sombra mía aun no soy”.

No sé si las flores aprendieron de la decadencia del poeta español del Siglo de Oro citado por Radiotelevisión Española. Ojalá Morena en el poder sí entienda lo dicho por Góngora y que repite La Llorona: “Ayer maravilla fui y ahora ni sombra soy”.

Morena hoy es maravilla, si no cambia mañana ni sombra será

Tendrá consecuencias muy negativas la arrogancia legislativa de Morena —inaceptable y hasta ilegal la aprobación fast track, y sin la presencia de la oposición, de 20 reformas en el Senado—. Tal desaseo llegará a la corte suprema y si esta procede como es debido, esto es, si invalida lo que evidentemente no puede tener validez, crecerá el conflicto entre los poderes del Estado. No puede haber nada más dañino para México.

Nuestra sociedad lo pagará con más polarización, que de ninguna manera ayuda al desarrollo de mejores condiciones de vida. Y a la larga —ese tiempo llegará, claro que llegará—, Morena lo pagará con la pérdida del poder y el desprestigio social y político.

Morena ganará en las presidenciales de 2024 por la enorme popularidad del presidente Andrés Manuel López Obrador. Pero este personaje histórico algún día se retirará y el partido que fundó, si no cambia sus formas altaneras, se hundirá y pronto será considerado un nuevo PRI.

Ya hay quienes comparan al morenismo con el priismo, como la revista Proceso esta semana: “La 4T, como en los tiempos dorados del PRI”, es el reportaje principal del semanario, por cierto también histórico.

Seguramente Proceso no pasa por su mejor momento, pero resulta imposible negar su relevancia. En Morena deberían tomar en serio que se compare a este partido con el viejo PRI, que ayer maravilla fue y hoy ni sombra es.

Nada es para siempre. La gente de Morena en el Senado debería cuidar sus formas. Porque si senadores y senadoras siguen actuando con soberbia, solo lograrán un lugar en el estercolero de la historia cuando en el futuro se cuente lo que ocurrió en estos años.

Y pase lo que pase con la SCJN, ministros y ministras tendrán un sitio, por pequeño que sea, en los capítulos históricos más brillantes; ello siempre y cuando sigan invalidando lo que debe ser invalidado debido a la intolerable la altivez legislativa de Morena que le lleva a ignorar a la oposición.

Con la mayoría que tiene Morena, ¿no podría darse el tiempo —poco o mucho, ¡el que sea necesario!— para derrotar en el debate a la oposición? Ese actuar morenista a la por mis huevos significa que perdieron el piso senadores y senadoras del partido en el poder. Se marearon.

Y el mareo, como bien sabemos, suele anteceder a la caída. Más se mareará la gente de Morena por la casi segura victoria en 2024. Pero después, sin AMLO y con una oposición que algún día se organizará, vendrá el derrumbe no solo electoral, sino ético. ¿Es lo que buscan?