Un estimado lector –médico en el estado de Tabasco, amigo de una hermana mía que trabaja asimismo en el sector salud de esa entidad–, atento a la serie de publicaciones sobre la generación de cantantes mexicanos del siglo XX con entrenamiento operístico que decidieron cantar canciones (ayer populares, hoy muchas de ellas de concierto) y llegaron a tener presencia y fama gracias al disco, la radio, el cine y la televisión, ha preguntado sobre uno de sus artistas favoritos de ese tiempo y que ya estaba considerado desde el inicio de esta aproximación a dicho fenómeno: “¿Cuándo abarcará algo de Nicolás Urcelay? A mi gusto, una de las más bellas voces de México”, dice un reenvío de mensaje; bueno, pues aquí está.
En realidad, la información sobre Nicolás Urcelay es breve. Una vida que nació en Mérida, Yucatán, y llegó a término demasiado pronto, falleció prematuramente (“derrame cerebral”) durante una gira por Tampico, Tamaulipas, antes de cumplir los cuarenta años. El magnífico diccionario de la música en México de Gabriel Pareyón, que en el caso de Urcelay toma como fuente el Diccionario Porrúa de historia, biografía y geografía de México, dirigido por Miguel León Portilla, nos dice:
“Urcelay, Nicolás (n. Mérida, Yuc., 1900; m. cd. de México, 1959). Cancionista. En 1931 se trasladó a la capital del país y se dio a conocer como intérprete aficionado en un programa de la XEW, donde consiguió fama inmediata. Más tarde actuó en teatro y tele visión; y participó en las películas Locura musical y El puerto de los siete vicios”.
Hay que señalar dos errores en esos datos para su corrección, pues Urcelay nació en 1919 y falleció en Tampico, no en Ciudad de México. De todas maneras, lo que importa es el mensaje artístico del cantante, y este se encuentra principalmente en las canciones que grabó, pues desafortunadamente tampoco hay testimonios de presentaciones en vivo que son valiosas para apreciar el desempeño de los artistas.
[Como yucateco que es, necesariamente tenemos que escuchar su versión de “Peregrina”, de Ricardo Palmerín|:
Se ha escrito que Nicolás fue un niño mimado por la riqueza familiar y desde muy temprano estudió música y piano. No obstante, el infortunio llegaría al morir su padre cuando Urcelay era aún adolescente. Como muchos mexicanos, se trasladó a Ciudad de México acompañado de su madre, quien igualmente moriría pronto. Tras desempeñar distintos trabajos, la preparación musical que ya traía como bagaje le daría el impulso para convertirse en cantante y, como tantos del grupo del que venimos conversando durante este año, acudió a la radio. En la XEW encontró, después de breves tropiezos, la ruta a una profesión, una carrera y al éxito en un medio en el que había ya muy buenos tenores cancioneros como Mojica, Ortiz Tirado, Vargas, Arvizu, Rodríguez…
Tanto Wikipedia como la “enciclopedia colaborativa cubana que busca difundir conocimiento de manera descolonizada, objetiva y veraz”, EcuRed, lo describen como tenor operístico cuando en realidad no realizó una carrera en ese género. Se señala que grabó arias de ópera, pero en youtube sólo se encuentra disponible “Una furtiva lágrima”, de la ópera Elíxir de amor, de Gaetano Donizetti.
[María Grever le va muy bien a la sensibilidad y voz de Urcelay; aquí, “Devuélveme mis besos”|:
De acuerdo a los recursos informativos disponibles, a Urcelay le llamaron “El Caruso del Mayab” y “El Caruso Yucatanense”, sin duda se escucha mejor el primer sobrenombre, aunque hubiera bastado con llamarle “El cantante o tenor del Mayab”, para evitar comparaciones asimétricas e incómodas (cuando murió Caruso, muchos quisieron tomar su nombre y lugar). En la película Deseada (Roberto Gavaldón, dir.; 1951) lo anuncian mejor: “el gran tenor Maya”, e interpreta la canción que abre esta película-poema, “Yucalpetén”, compuesta por Guty Cárdenas; filme que además cuenta con la música incidental de dos reconocidos compositores, Eduardo Hernández Moncada y Carlos Jiménez Mabarak.
[”Cuando vuelva a tu lado”, estupenda interpretación de esta famosa canción de Grever|:
EcuRed y sobre todo quien redactó la biografía del cantante en Wikipedia, insisten en definirlo como un tenor “lirico spinto”, es decir, alguien que en la ópera puede cantar tanto repertorio lírico como dramático. Como ya se estableció, Urcelay no cantó el género operístico, donde Caruso es superbo, y como no hay grabaciones en vivo del cantante mexicano, es difícil definir sus características vocales sólo por los discos. Yo escucho la voz de un tenor lírico ligero con un registro no muy amplio (las canciones usualmente no dan para ello), con problemas en ciertos pasajes en que se estrangula la línea vocal. Y lo cierto es que, además del timbre y el color de la voz, lo que define lo “lirico spinto” es la técnica. El tenor lírico spinto no nace, se hace, se construye técnicamente y de manera orgánica. En el caso de Urcelay, se percibe una evidente colocación demasiado “tenoril”, por decir, no natural; condición que matiza con manierismos y su gusto interpretativo en que predomina una dicción excelente de las palabras.
[”Monísima mujer”, de Agustín Lara, le va muy bien a Urcelay|:
Más allá de las características de la voz lo que importa es cómo se le usa. En Urcelay hay cierta suavidad y cierto vigor que se balancean bien con el bolero, es el estilo en que mejor lucen su voz, musicalidad y sensibilidad interpretativa. Es totalmente probable que el estilo imperante del canto en la época (dejando de lado el ámbito de la música ranchera), dominado por tenores de la canción popular, haya influido en él. Se ha señalado que conoció a la pianista Isabel Sandoval de Grisi, que se convirtió en su maestra de canto y mentora. Y se agrega, en las fuentes referidas: “es muy probable que además haya recibido algunos sabios consejos del maestro José Pierson”, lo cual no es de dudarse, pues el viejo maestro de canto del que hemos hablado con frecuencia, formó e influyó en la mayoría de los cantantes de ese tiempo. El estilo de Urcelay encuentra semejanzas con el de otros discípulos de Pierson.
[En “Marta”, de Moisés Simons, Urcelay exhibe un vigor mayor al utilizado en la mayoría de los boleros y lo contrasta con sutilezas expresivas|:
En pocos años, Urcelay tuvo una carrera importante, trascendente. Grabó varios centenares de canciones con RCA, Discos Anfión, Discos Orfeón, Discos Columbia. También cantó a un sinnúmero de compositores, pero sin duda, por lo que se escucha en los audios, las canciones que más óptimas resultaron a su voz y sensibilidad son las de María Grever; grabó al menos una decena de ellas.
[“Adiós”, de Mariano Mores y A.L. Martínez, se registra como la última canción grabada por Nicolás Urcelay antes de partir a su última presentación en Tampico|:
Urcelay apareció en la pantalla cinematográfica y más aún en la televisión; tal vez en los archivos se dé algún día con programas en vivo para darlos a conocer al público de hoy. Fue un cantante activo en giras interminables por Latinoamérica, Estados Unidos y, en particular, por toda la república mexicana. En una de ellas, cantando, halló la muerte. Antes de salir a la gira por Tamaulipas, grabó la canción “Adiós”, que los comentaristas marcan como un presagio, una despedida. Se trata, estrictamente, de una muy agradable interpretación. Y como siempre se dice en estos casos, pero dígase con verdad, escuchemos las sensibles interpretaciones de Nicolás Urcelay, el gran tenor Maya y mexicano.
Terminemos esta presentación no con un adiós sino con la interpretación de “La flor de la canela”, de Chabuca Granda, con imágenes de la visita y presentación de Nicolás Urcelay en Perú:
Héctor Palacio en X: @NietzscheAristo