I. Tradición coral infantil
Los niños y niñas que cantan son parte de una tradición musical importante, sobre todo en grupos corales. Y me refiero en particular a coros de voces mixtas, no a la tradición de coros eclesiásticos, predominantes en la Edad Media, compuestos sólo por voces de niños varones. Hoy día resulta más natural y pertinente una composición heterogénea. De todas maneras, la práctica ha sido extendida, desde los coros de niños empleados en las iglesias (para misas, cantatas y diversas celebraciones), hasta los coros infantiles utilizados por los compositores de ópera, por ejemplo, en Carmen, de Georges Bizet, Mefistófeles, de Arrigo Boito, o Turandot, de Giacomo Puccini; o en cantatas como Carmina Burana, de Karl Orff. Han existido tan afamadas agrupaciones como los Niños Cantores de Viena o los del Vaticano. En México también se han desarrollado coros infantiles importantes como los Niños Cantores de Morelia, los de la Basílica de Guadalupe, los de la Escuela (hoy Facultad) Nacional de Música y los Niños Cantores del Valle de Chalco, los dos últimos, de naturaleza mixta. Por otro lado, y salvo casos excepcionales, lo más natural es que un infante se desempeñe como coralista antes que como solista.
|Coro de niños en la ópera Turandot|:
Esta actividad disciplinaria, que puede ser artística, que se ramifica a la afinación, a los ritmos complejos, a la comprensión armónica, al contrapunto (la matemática musical en general), a los matices de volumen, a las sonoridades polifónicas y a las diversas lenguas, contribuye a su formación integral, a la confianza y aun a su felicidad. Naturalmente, esta experiencia tiene que darse de manera gozosa, sin estresar ni la psique ni las cuerdas vocales de los niños. De este concepto o practica saludable se obtiene como producto sonoro lo que se conoce como voces blancas, sin vibrato o colores forzados a partir de ejercicios inadecuados, voces de amplio rango (en el caso de los varones, semejante al de la mujer antes de su cambio de voz a la del adulto); los maestros y directores deben apegarse lo más posible a la naturaleza de las voces en estado prácticamente puro.
Esta actividad coral que es en realidad reducida, debiera de consistir en una experiencia generalizada. En algunos países europeos la vivencia coral es eso: una experiencia de vida, los coros son parte de su existencia desde la infancia hasta el fin de la misma. Esto no existe en México, pero tendría que implementarse en todo el país a partir del sistema de Educación Pública, lo cual no impide, todo lo contrario, que la actividad sea asimismo estimulada en otras instituciones tanto públicas como privadas.
|Coro de niños canta fragmento de Carmina Burana|:
II. Pilcuícatl
Además de los coros formales, existe asimismo el canto grupal que es promovido y aun organizado por escuelas, organizaciones civiles, casas de cultura, pero resulta insuficiente, se necesita consistencia para que desde la infancia se obtenga conocimiento musical y calidad en su producción. Por ello sorprende el nivel alcanzado por Pilcuícatl, grupo musical en que Claudia Sheinbaum participó como niña y cuyo material fue compartido por la hoy presidenta electa de México hace algunos años.
Pilcuícatl significa “los niños que cantan”, en Náhuatl. “Recordando nuestra niñez. Feliz día de la niña y el niño”, escribió Sheinbaum, en un post del 30 de abril de 2021 en su cuenta de Facebook, compartiendo un video de alrededor de media hora de duración en el que ella y otros niños hacen música (o “play” o “jouent”, juegan, en inglés y francés). Desde entonces sólo se conoció masivamente un pequeño fragmento difundido por el periódico El Universal, como parte de las actividades de la entonces Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, otra fracción apareció en un documental biográfico sobre Sheinbaum. No obstante, el video estaba disponible desde el 24 de mayo de 2019, cuando lo compartió en youtube el canal Fonarte Latino, que presenta a “Un talentoso grupo de niños, su director musical y un sonidista, todos ellos mexicanos, envueltos en la grabación de un disco de música latinoamericana. El escenario es un viejo teatro de la Ciudad de México”. Otra información del mismo video señala, “Programa grabado en 1972 en el auditorio de una escuela privada en la Col. del Valle de la Ciudad de México y fue editado y presentado en 1977″.
Aunque parece un concierto, pues hay público que aplaude al término de cada pieza, se trata de la grabación de un programa producido por el sello Nervio, de Víctor Rapoport, y dirigido musicalmente por Héctor Sánchez.
Los Pilcuícatl, Los Niños que Cantan, es integrado por Eduardo Gamboa, Yuriria Contreras, Daniel Giménez Cacho (el posterior actor), Julio y Claudia Sheinbaum, Andrés Melo e Ildanan Contreras. El repertorio está compuesto por canciones de diversos países latinoamericanos. De hecho, como género puede considerarse como música folclórica latinoamericana:
La Tatita – Chile
Martín Güemes – Argentina
El Sol y La Luna – Perú
Barlovento – Venezuela
Zikuriada – Bolivia
Camilo Torres – Cuba
Pago Viejo - Argentina
La Bruja - México
La Procesión - Argentina
La Paloma – Chile
Juan Sin Tierra – México
Los niños tocan diversos instrumentos con predominancia de las cuerdas y las percusiones, cantan y armonizan y, literalmente, se divierten. Se trata de piezas con un importante grado de dificultad musical, sobre todo rítmica, pues la mayoría de los estilos –cachimba, chacarera, marinera, bailecito,…- son distantes del oído promedio de los mexicanos; son complicados incluso para el músico profesional.
Hay quienes se oponen a la calificación de “música folclórica latinoamericana”, pero nadie podría oponerse a la consideración de que la mayoría de las piezas incluidas en el programa de Pilcuícatl tiene cuando menos un “aire” de ideología política de izquierda, tiene una identidad con los procesos políticos latinoamericanos, tiene que ver con las dictaduras, los golpes de Estado, la búsqueda de la justicia e, idealmente, la democracia (aunque la mayoría de los intentos de izquierda latinoamericana han sido desafortunados). La grabación se da en el contexto latinoamericano del gobierno de izquierda electo democráticamente en Chile, justo el año anterior al golpe de Estado y la muerte de Salvador Allende. Y en México, tras la masacre de Tlatelolco el dos de octubre de 1968, la Matanza del Jueves de Corpus o El Halconazo, del 10 de junio de 1971, y la llamada Guerra Sucia del gobierno mexicano. Internacionalmente persiste la tensión de la Guerra Fría que también tiene injerencia en la realidad latinoamericana.
Quienes cantan son niños y adolescentes –Claudia tenía allí alrededor de 10 años- que con toda seguridad han sido educados por sus padres en el gusto y la práctica de dicha música. No se da de manera espontánea. Los padres de Sheinbaum, por ejemplo, tienen identidad ideológica de izquierda, participaron en el movimiento del 68′ como académicos, varios de los integrantes de su familia, al menos desde los abuelos, tienen formación y militancia de izquierda (incluso comunista).
Ya he establecido en otra ocasión que el movimiento de la 4T no ha generado una música, una canción que le sea propia como parte de un acontecimiento cultural, preguntando al mismo tiempo si Claudia Sheinbaum la haría posible, “Canción revolucionaria en la 4T: No existe (¿Sheinbaum la hará posible?)”. El momento parece que es el propicio.
Más allá de esa ausencia –que podrá ser revertida con nuevas autoridades culturales-, lo mejor será no tratar de cultivar un gusto musical determinado por la ideología. En términos generales, bastará con educar a los niños en la música como parte esencial de su educación. Esto se ha dicho tantas veces que ya nadie lo escucha, pero la formación y la sensibilidad artística de la presidenta electa tiene que contribuir al desarrollo musical de los niños y niñas de México; musical y artístico, en general. Esta es una condición para un mejor país, para su democratización, para su paz, para su justicia.
Comparto el programa de los niños que cantan, Pilcuícatl. No deja de ser conmovedor ver el desempeño de la pequeña Claudia, ataviada de jeans y blusón rosa, ejecutar los instrumentos, cantar y divertirse:
Héctor Palacio en X: @NietzscheAristo