“No me mires
No me mires
No me, no me, no me mires
No me mires
No me mires
Déjalo ya
Que hoy no me he puesto
El maquillaje
Y mi aspecto externo es demasiado vulgar
Para que te pueda gustar”
MECANO
Tuvo impacto mi columna de ayer y, por lo mismo, valga ahora información adicional y un par de precisiones.
Pues sí, la reunión entre Claudia Sheinbaum, Alberto Pérez Dayán y Adán Augusto López Hernández tuvo lugar. No hay que dudar de El País; es un diario serio. Además otras fuentes lo confirman. Por si fuera poco, los aludidos no lo han desmentido. Así que ahí queda eso; ellos tres sí se reunieron.
Mas todo indica que NO lo hicieron para negociar un voto, sino por convivir... Un encuentro de cortesía, en plan social.
¿Y por qué digo esto? Pues porque el ministro Pérez Dayán ya había decidido el sentido de su voto bastante antes de que dicha reunión tuviera lugar. Él, en más de alguna ocasión, acusó que no era quien para “arrancarle hojas a la Constitución”. Ese anuncio anticipaba que no cambiaría la reforma hecha por el Congreso.
Vamos a lo que sigue: si la reunión NO fue de negociación ni de presión ni de extorsión, sino en plan cordial y meramente social, ¿por qué entonces hacerla pública?, ¿por qué exponer a la presidenta?, ¿por qué insistir en un tema que podría enardecer a la comunidad de abogados del país? La respuesta: porque alguien quería hacerse pasar por el ‘gran negociador’. Sí, esa misma persona cuyo ego es tan alto como una jirafa y su bravuconería tan baladí como quien busca mostrar que a su edad aún “las puede” y “las da”… En pocas palabras, una reunión amistosa entre la primer mandataria y el ministro —que, por cierto, ya se ha dado en otros momentos—, fue filtrada a los medios y sacada de contexto para lucirse como un magnífico operador cuando en el fondo nada se negoció (nada estaba sujeto a la negociación).
Hubo otra estrategia, en cambio, que sí definió el futuro de la reforma judicial y que hemos pasado por alto. La artífice de esta operación ha sido mucho más discreta y por lo mismo la opinión pública no la ha resaltado. Me explico a continuación.
La secretaria de Gobernación Rosa Icela Rodríguez realizó una actividad callada que aseguró para la 4t la reforma al Poder Judicial. Hagamos memoria: debido a una de las varias pifias legislativas en la redacción de la reforma judicial, al momento de aprobarla la SCJN quedaba compuesta por nueve miembros y ya no por 11. Se armó la grande al no haber puesto un artículo transitorio que no permitiera argumentar mayoría con seis ministros del pleno en el momento mismo en que la reforma quedara aprobada.
Rosa Icela logró parchar ese error de los diputados y senadores (esos que nada leen) y cerciorarse de que al menos cinco ministros votaran NO tomar literal eso de que la mayoría en la SCJN se obtenía solo con seis votos. Con el voto del ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo del 5 de noviembre pasado, la interpretación literal/aplicación inmediata de la reforma constitucional quedó desechada. Lo demás ha sido historia.
Sin embargo, no puedo dejar de decir que, así como se ha olvidado una de las máximas de la política: ‘la forma es fondo’, se pasa de largo que eso aplica también a la inversa. ‘El fondo es forma’, estimados todos. O dicho de otra manera, ‘no hagas cosas malas queriendo hacerlas pasar por buenas’.
Y quiero mencionar tres que caen en esa categoría y que tienen que ver con el tema que hoy analizo: (1) contribuir (asegurar, de hecho) a dinamitar al Poder Judicial privilegiando, en cambio, la preservación de la congruencia de las resoluciones y razonamientos jurídicos de uno. En otras palabras, Pérez Dayan puso su congruencia judicial por encima del futuro jurídico de todo un pueblo. (2) Generar un gran malestar entre la comunidad jurídica al tener la poca delicadeza de sostener una reunión de corte social y aparentemente inocua en el momento en que debía haber habido absoluta transparencia e independencia entre los poderes de la Unión. (3) Legislar un horror, un verdadero esperpento, de reforma judicial, para luego presentarla, venderla y plasmarla a la sociedad mexicana como si fuera necesaria y óptima, maravillosa, benéfica...
Ministro, presidenta, senador, legisladores, gobierno, Morena, 4t hacen cosas malas —y muy nocivas— que parecen (o al menos la quieren maquillar como) buenas.