Hace unos días en este espacio se comentó sobre la necesidad urgente de revisar la comparecencia matutina de la presidenta Sheinbaum ante medios de comunicación. Se decía que tal práctica cumplía con los objetivos de alinear la información y su interpretación en interés del régimen y en ofrecer una imagen de autoridad de la presidenta. Sin embargo, se ha vuelto un problema para gobernar, particularmente, para actuar con acierto ante situaciones críticas o adversas.

Se señalaba, también, que las formas de la presidenta Sheinbaum eran marcadamente distintas a las de López Obrador; éste más frontal e insolente, por lo mismo, más eficaz para conectar no sólo con los suyos, sino con muchos que comparten sus prejuicios o fijaciones, a los que él daba vuelo. Las diferencias cuentan, particularmente en materia de comunicación porque la presidenta transparenta sus estados de ánimo, queda expuesta con la diversidad de problemas que enfrenta y tiene restricciones como es cuidar un complejo equilibrio en su coalición y proteger a su antecesor.

Gobernar no es tan sencillo, sobre todo si se trata de hacer las cosas bien, de enfocarse en los resultados y no en cortejar al respetable, exacerbar el control político y tomar decisiones arbitrarias, caprichosas y con el propósito de destruir el andamiaje de la República que imponía límites al poder. Aunque la presidenta Sheinbaum persiste en la misma línea destructiva (sometimiento del Poder Legislativo, la desaparición de los órganos autónomos y de la autonomía, profesionalismo e independencia del Poder Judicial), los retos que enfrenta son mayúsculos en todos los frentes y no puede ya recurrir al pasado para justificar los malos resultados.

Uno de los mayores retos de México y de su gobierno es cómo lidiar con las autoridades norteamericanas, país presidido por un personaje disruptivo que replica lo peor de López Obrador. Todo es posible, del golpe al país viene el halago a la presidenta y, de éste, otro golpe a México. Tiene razón la mandataria, hay que actuar con cabeza fría y con claridad de la situación del país y del interés nacional; justamente lo que queda comprometido cuando se ve obligada a salir a medios ante una situación crítica como la que resulta por las expresiones hostiles y poco comedidas de la fiscal Pam Bondi o la acción del departamento del Tesoro contra tres importantes y emblemáticas instituciones financieras mexicanas. La presidenta no ha actuado con cabeza fría.

En la lógica de hacer valer la igualdad en la relación, la respuesta debió venir de los funcionarios pares, bien sea el fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero; del secretario de Hacienda, Edgar Amador Zamora; del director de la UIF, Pablo Gómez, desgastado por el abuso político y parcialidad en su responsabilidad, o del presidente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, Jesús de la Fuente.

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Además, que la respuesta a los subordinados del presidente Trump venga de la presidenta Sheinbaum entraña riesgos mayúsculos y significa que se actúa a partir de la provocación de funcionarios que juegan esa tarea, como en su momento hiciera Cris Noem quien la acusó con aviesa falsedad de alentar la violencia en las protestas en Los Ángeles. Debió haber respondido el canciller y quizá con un comunicado para que la forma misma fuera la respuesta, recurso que con acierto utiliza la diplomacia China.

Al lidiar personal y públicamente la presidenta Sheinbaum con los actos de provocación y las agresiones verbales o institucionales del gobierno norteamericano, la expone a ella y al país. Para eso está el gobierno, allí tiene un gabinete y las instituciones. En las condiciones del país no se puede dar continuidad a una modalidad de ejercer el poder que privilegia la comunicación y la propaganda sobre la necesidad de gobernar, que requiere menos improvisación, cálculo y trabajo en equipo, lo que no está ocurriendo.

Una vez que la presidenta concedió continuar con la mañanera ingresó a una inercia que afecta el ejercicio responsable del gobierno. Seguramente, la mayor parte del tiempo debe resultarle útil y placentero tal recurso de comunicación; buena parte de las preguntas son a modo. El problema es que cada vez es menos funcional para la comunicación e información, sobre todo, cuando quien pregunta lo hace a partir de un auténtico interés periodístico. En circunstancias o asuntos críticos dificulta e inhibe ejercer su responsabilidad como mandataria de todos los mexicanos, además de dejarla expuesta en extremo en los tópicos adversos como los desaparecidos, la reforma judicial o la relación bilateral.