Los trabajadores de las obras del proyecto estrella de AMLO han sido víctimas de ataques y robos por parte de criminales en motos en las obras del tramo Cancún-Tulum, al amparo de la noche.
Hoy no son los ambientalistas, tampoco los jueces con sus amparos; ahora la principal amenaza al avance de las obras del Tren Maya en Quintana Roo son los delincuentes y el crimen organizado que amenazan y extorsionan a los trabajadores del proyecto.
Noche a noche, un grupo de varios motociclistas, quienes viajan en parejas y con cascos polarizados que impiden ver sus rostros, acosan a los choferes de los camiones que se encargan de las obras del Tren Maya; los detienen, los amagan y los despojan de sus pertenencias.
De nada sirve que el presidente Andrés Manuel López Obrador les pida que se redoblen los esfuerzos y los trabajos nocturnos en su obra magna; los choferes han decidido ya no salir a trabajar por las noches, ante el acoso y el asedio que padecen, cada jornada, a manos de los delincuentes.
A ellos, los criminales, no hay quién los detenga, y la oscuridad es su aliada; no importa que la gente común tenga impedido el acceso a los “frentes de obra” y los “bancos de materiales” que se usan para dar forma al tren obradorista; ellos entran sin problema, sus armas son el salvoconducto que evita que los detengan.
Aquí tampoco es cierta la máxima de “abrazos, no balazos”.
Los delincuentes con sus poderosas armas, han elegido la penumbra para atacar a sus víctimas.
Y con ello, meten freno a la prisa por acabar uno de los proyectos emblemáticos de la 4T, el cual AMLO pretende y promete, que va a inaugurar en 2023.
Los llamados de auxilio de los trabajadores agredidos son ignorados por los tres órdenes de gobierno; los trabajadores del volante solo fingen no ver a sus victimarios, y su única defensa es acelerar para no ser elegidos, poniendo con ello en riesgo hasta su vida.
Pero los múltiples reportes que se han hecho ante los encargados de obra y a las empresas constructoras, son ignorados por las autoridades, no hay patrullas, no hay vigilancia, y la Guardia Nacional, que se supone llegó al sureste para fortalecer la débil seguridad, brilla por su ausencia.
Y aunque se presume que se está atacando la violencia en todos los estados, y que hay muchos policías, federales y estatales, vigilando y cuidando, la verdad es que en esta zona del Tren Maya no hay nada.
Pero para los operadores de los pesados camiones con materiales para el Tren Maya, esos operativos son invisibles.
Los trabajadores de esos pesados volantes ponen en riesgo su vida para cumplir con los plazos que las empresas les exigen a fin de atender la exigencia de López Obrador.
Y por ello, la única defensa de quienes operan la maquinaria y las pesadas unidades que trasladan los materiales, o que abren los caminos por los que pasará el Tren Maya, es, paradójicamente, dejar de trabajar.
Vale más, dicen, su seguridad, que perder el sustento de sus familias, y en el peor de los casos, hasta la vida por intentar resistirse a ser asaltado.
Por eso hoy no solo los ambientalistas exigen a AMLO que se baje del helicóptero cuando haga sus supervisiones por el Tren Maya; ahora, la demanda también es de los trabajadores del volante, que piden, exigen, tener condiciones de cumplirle con la exigencia de terminar, en los plazos señalados, con lo que él mismo demanda.
Y su petición es simple… solo quieren seguridad para trabajar.