El inicio de las precampañas me puso a pensar sobre el concepto de poder. Espero que durante las próximas semanas las candidatas y el candidato nos digan qué quieren hacer con el poder presidencial. ¿Habrán reflexionado para qué sirve el poder? No es fácil entenderlo; es un fenómeno fundamental y complejo que impregna todas las facetas de la existencia humana.
En los ámbitos de la política, la sociedad y las relaciones interpersonales, el poder da forma a las interacciones, influye en las decisiones y determina la distribución de los recursos. A lo largo de los siglos, filósofos, teóricos políticos y científicos sociales han pensado sobre la naturaleza, las fuentes y las consecuencias del poder.
Algunos definen al poder como la capacidad de influir o controlar el comportamiento de los demás. En esencia, se dice que el poder implica la capacidad de dar forma a los resultados, hacer valer la autoridad o dirigir el curso de los acontecimientos. Sin embargo, la comprensión del poder va más allá de la mera coerción o fuerza; va desde la influencia sutil hasta la dominación abierta.
El poder se manifiesta de diversas formas, cada una con características e implicaciones distintas. Una distinción fundamental es entre “poder duro” y “poder blando”. El primero implica coerción, fuerza o el uso de la autoridad para lograr objetivos, a menudo asociados con la fuerza militar o económica. El segundo se basa en la atracción, la persuasión y la influencia cultural para dar forma a los resultados.
Los orígenes del poder son diversos. Las fuentes tradicionales incluyen cargos políticos, fuerza militar, recursos económicos y autoridad legal. Sin embargo, el poder también puede surgir hoy de las redes sociales, el control de la información, la experiencia y el carisma. El conocimiento de las fuentes del poder es esencial para comprender cómo los individuos, las instituciones y los Estados ejercen influencia en diferentes contextos.
Si bien el poder es una fuerza omnipresente, su ejercicio no está exento de desafíos y limitaciones. El poder puede estar sujeto a resistencia, contestación y transformación. La relación entre poder y moralidad también es un punto de discordia, ya que el poder puede ejercerse con fines tanto benévolos como opresivos.
Al explorar sus diversas dimensiones, pensadores y académicos han contribuido a una comprensión más profunda del poder y sus implicaciones para la organización de las sociedades humanas.
Nicolás Maquiavelo explora en “El Príncipe” la naturaleza del poder y las estrategias que utilizan los gobernantes para adquirirlo y mantenerlo. Es conocido por su enfoque realista de la política.
Thomas Hobbes, en su “Leviatán”, discutió el concepto de contrato social y el papel de la autoridad política en el mantenimiento del orden. Su análisis del estado de naturaleza y la necesidad de un poder soberano ha tenido un impacto duradero en el pensamiento político.
John Locke, en sus “Dos tratados de gobierno”, enfatiza la protección de los derechos individuales y la limitación del poder político. Sus ideas sentaron las bases del pensamiento político liberal.
Montesquieu, en “El espíritu de las leyes”, examinó la separación de poderes y la influencia de diversos factores en los sistemas políticos. Sus ideas influyeron significativamente en el desarrollo de la teoría constitucional.
Jean-Jacques Rousseau, en “El contrato social”, explora la relación entre los individuos y el Estado, abordando el concepto de soberanía popular y la legitimidad de la autoridad política. Sus ideas contribuyeron al pensamiento político democrático.
Max Weber, en “La política como vocación” y “La teoría de la organización social y económica”, proporcionó un análisis exhaustivo del poder, la autoridad y la burocracia. Introdujo el concepto de “tipos ideales” para analizar los fenómenos sociales.
Leí a Bertrand de Jouvenel (1903-1987) en 1981, en el curso de introducción a la ciencia política del profesor Rafael Segovia, en El Colegio de México. Politólogo y economista francés, diplomático, profesor y miembro del Club de Roma, Jouvenel fue un extraordinario exponente de la filosofía política. En su libro “Sobre el poder: la historia natural de su crecimiento”, escribe que el poder es una fuerza duradera y omnipresente en las sociedades humanas y traza su desarrollo histórico.
El “poder” es la capacidad de imponer la propia voluntad a los demás, a menudo mediante la fuerza o la coerción. La “autoridad” es una forma de gobierno legítima y consensuada. La autoridad depende del consentimiento de los gobernados. El poder puede ejercerse incluso en ausencia de dicho consentimiento. Esta distinción le permite a Jouvenel profundizar en las complejidades de las relaciones políticas y analizar los mecanismos a través de los cuales los gobernantes establecen y mantienen el control.
Una idea clave de Jouvenel es que la lucha por el poder es un aspecto inherente a la naturaleza humana y que trasciende épocas históricas particulares. Ya sea en sociedades feudales, monarquías o democracias modernas, los individuos y los grupos buscan perpetuamente aumentar su poder. Esta dinámica influye en las estructuras de gobierno.
Sostiene que el Estado moderno, con su centralización del poder, puede convertirse en una entidad que rebase cualquier límite razonable. La concentración del poder en manos de unos pocos, advierte, puede conducir a la erosión de las libertades individuales y al surgimiento de una forma de gobierno más interesada en la autopreservación que en servir al bien común. Su crítica se alinea con las preocupaciones liberales clásicas sobre los posibles abusos del poder estatal.
Las ideologías, ya sean políticas, religiosas o culturales, a menudo sirven como instrumentos para legitimar y consolidar el poder. Las ideologías proporcionan un marco a través del cual los gobernantes pueden racionalizar su autoridad y movilizar el apoyo de los gobernados. En opinión de Bertrand de Jouvenel, una ciudadanía informada es esencial para la preservación de la libertad. Destaca la importancia de la educación cívica y de una cultura política que esté atenta a los posibles abusos de poder. Sin una ciudadanía comprometida e informada, el poder puede concentrarse en manos de unos pocos, lo que lleva a un deterioro de los valores democráticos.
Tal vez es mucho pedir que l@s candidat@s reflexionen ahora sobre las ideas de los filósofos. Pero sí podrían ser más práctic@s y pensar sobre algunas de las funciones y propósitos que cumple el poder:
Organización y gobernanza:
En el ámbito político, el poder es fundamental para organizar y gobernar sociedades. A través de instituciones y autoridades, el poder establece estructuras de gobierno que toman decisiones, mantienen el orden y ofrecen servicios esenciales.
Toma de decisiones:
El poder es central en el proceso de toma de decisiones. Aquéllos con poder tienen la capacidad de influir en las decisiones que afectan a grupos más amplios, ya sea en el gobierno, en organizaciones o en comunidades.
Resolución de conflictos:
El poder puede utilizarse para resolver conflictos y mantener la estabilidad. Las autoridades con poder intervienen para mitigar disputas y garantizar un funcionamiento ordenado de la sociedad.
Protección y seguridad:
El poder se utiliza para garantizar la seguridad y protección de los individuos y la sociedad en su conjunto. Las fuerzas del orden y las instituciones de seguridad ejercen poder para prevenir el crimen y mantener la paz.
Cambio social:
El poder también puede ser una fuerza impulsora del cambio social. Aquéllos con poder lideran movimientos y esfuerzos para cambiar estructuras sociales injustas, promoviendo la igualdad y los derechos humanos.
Innovación y desarrollo:
En el contexto económico, el poder puede impulsar la innovación y el desarrollo. Aquéllos con recursos y autoridad pueden tomar decisiones que aceleren el progreso económico y tecnológico.
Influencia y persuasión:
La capacidad de influir en las ideas y acciones de otras personas es una función clave del poder. Aquéllos con poder tienen la capacidad de persuadir y dar forma a la opinión pública.
Autonomía individual:
A nivel personal, el poder puede proporcionar autonomía e independencia. Quienes tienen el poder de tomar decisiones sobre sus propias vidas experimentan un sentido de control y libertad.
Defensa de intereses:
El poder es a menudo utilizado para defender intereses, ya sea a nivel individual, grupal o nacional. Aquéllos con poder pueden buscar proteger y promover sus objetivos y valores.
Construcción de identidad:
El poder puede desempeñar un papel en la construcción de identidades individuales y colectivas. Aquéllos con poder tienen la capacidad de influir en la narrativa y la percepción de quiénes son y qué representan.
Es importante que l@s candidat@s tengan en cuenta que, si bien el poder puede servir para propósitos positivos y constructivos, también puede ser utilizado de manera negativa y opresiva. La ética en el ejercicio del poder es esencial para garantizar que se use para generar prosperidad, bienestar para las familias y progreso social.
Todos queremos que quien ocupe la silla presidencial tenga éxito. Eso se logra cuando se entiende que el poder sirve para señalar las opciones reales que enfrentamos como país. La presidencia de la república no es un lugar para aficionados; la experiencia importa.