El nombre de Enrique Peña Nieto ha resurgido recientemente en la conversación pública derivado principalmente del libro intitulado “Confesiones desde el exilio: EPN”, escrito por el periodista Mario Maldonado.
A reserva de leer el libro y de conocer detalladamente los aspectos abordados, la presidencia de Peña Nieto pasará la historia como un sexenio de muchas sombras y algunas luces.
Peña Nieto, surgido de las filas del PRI mexiquense, es el hijo político de personajes asaz desprestigiados como Arturo Montiel y Emilio Chuayffet. Su gobierno al frente del Estado de México estuvo marcado por los escándalos relacionados con Odebrecht y por los sonados conflictos de interés.
Más tarde, después de una agresiva campaña contra AMLO y Josefina Vázquez Mota, Peña Nieto se convirtió en presidente de México con la idea de implementar reformas estructurales que diesen un giro al rumbo del país.
En el marco del Pacto por México, alianza legislativa compuesta por el PRI, el PAN y el PRD, Peña y su equipo negociador articularon consensos en el Congreso para que fuesen posibles las reformas educativa, fiscal, energética, de telecomunicaciones, entre otras.
Hay que reconocer, especialmente en los tiempos actuales marcados por la ausencia de la búsqueda de consensos por parte del Ejecutivo y del partido mayoritario, la gran habilidad de Peña y del PRI en la consolidación de una alianza parlamentaria que hizo realidad las reformas constitucionales.
A pesar de sus detractores, las reformas educativa, fiscal y de telecomunicaciones hicieron posible avances significativos en el debilitamiento del dominio del SNTE, la recaudación y “despetrolización” de la economía y el abaratamiento de los costos de la telefonía, respectivamente.
No obstante estas luces, el gobierno de Peña fue irremediablemente mancillado por los escándalos de corrupción de gobernadores del PRI, de miembros de su administración y propios.
Sumado a la tragedia de Ayotzinapa, la polémica en torno a la casa blanca de las Lomas mermó gravemente la legitimidad pública del presidente, y allanó el camino para la vuelta - exitosa después de dos intentos- de Andrés Manuel López Obrador.
En adición, la presidencia de Peña será recordada quizás como el último gobierno del PRI en solitario, pues tras la debacle de José Antonio Meade en 2018 y la alianza con el PAN en 2024, difícilmente el Revolucionario Institucional recuperará el apoyo popular que algún día le colocó en la cima del poder presidencial.