La fallida oposición en México, al carecer de rumbo, de propuestas y de una candidata que dé el ancho, aprovechan el periodo intercampañas para hacer de las suyas y fraguar cómo hacer caer al presidente López Obrador y a Claudia Sheinbaum.
No nos debe sorprender.
De la nada han salido “reportajes brillantes” como el del reportero estadunidense Tim Golden, quien lanzó una “bomba mediática” asegurando que López Obrador había recibido para su campaña presidencial en 2006 jugosas donaciones del Cártel de Sinaloa.
Pero Golden lo dijo de “mentiritas” o al menos sin sustento, como él mismo reconoció un día después en una entrevista concedida al diario La Opinión, donde dijo:
“Nosotros no estamos diciendo que hay evidencias innegables, contundentes, de que se hicieron esas donaciones”.
“Yo creo que la gente debe sacar sus propias conclusiones” .
Vaya autogol.
Sin querer quedarse atrás la periodista mexicana Anabel Hernández, quien antes juró y perjuró que Andrés Manuel estaba exento del fango de la corrupción, hoy se le olvida y asegura que sí recibió dinero del narcotráfico en su campaña de 2006 y hasta dijo que el entonces candidato se reunía con los malosos en una residencia ubicada en la calle Aristóteles, de Polanco, en la capital del país.
Otra intrépida periodista, Sanjuana Martínez, desenvainó la espada y publicó un día después unos audios acusando a Jesús Ramírez de sobornar periodistas y amagó con sacar más “evidencias” que echarían por suelo las aspiraciones presidenciales de “una candidata”.
Conozco el medio periodístico desde hace mucho y sé que aunque hay comunicadores honestos y que hablan siempre con la verdad, también hay algunos que trabajan por consigna, pagados para “pegar”. Las coincidencias no existen. O al menos, no en épocas electorales.
Mientras un extranjero y dos mexicanas deliran y denigran la labor de informar, Xóchitl arranca febrero loco con una gira por el vecino país del norte, donde se reunirá con los editores de prestigiosos diarios como el Wall Street Journal, el New York Times y el Washington Post, además de sostener pláticas en el Congreso de Estados Unidos, con el Departamento de Estado y la Organización de Estados Americanos (OEA).
Aplicando la de “más vale aquí corrió que aquí quedó” y tras su fracaso en las encuestas, Gálvez voló con su equipo para solicitar la intervención de la OEA para que las próximas elecciones sean vigiladas por el organismo internacional desde el comienzo de las campañas presidenciales, es decir, desde el 1 de marzo.
¿Fue a eso o a recibir órdenes de algún superpoderoso político en el exilio?
¿Quién financia el viaje de la panista y su comitiva mientras se queda la mecha encendida con los infundios de periodistas enardecidos y mal informados? ¿Los mismos que los azuzan para desempolvar rumores añejos en un intento de dañar la reputación del presidente?
Los odios reprimidos de personajes como Felipe Calderón, que anda a salto de mata desde que García Luna cayó en prisión le apuestan a todo para salvar el pellejo, así se lleven entre las patas la democracia de nuestro país.
Si Gálvez no llega a la presidencia, (y no va a llegar) no sólo Calderón la tiene difícil. Desde Salinas hasta Peña Nieto hay demasiada suciedad que quieren limpiar con lo único que saben hacer: la corrupción. Y eso salpica también a la prensa.
Qué pena que Tim Golden termine con su prestigiosa carrera y eche al caño los dos premios Pulitzer que en el pasado ganó.
De las dos mexicanas, dejemos el comentario en puntos suspensivos.
Al derecho y al revés
Más le hubiera convenido a Xóchitl salirse a tiempo del embrollo en el que está, pues quien con Judas anda, traicionado acaba.
No sé usted, pero yo espero explicaciones claras de dónde saca el dinero la señora X para pasearse con toda su gente en un país extraño, buscando reflectores y colgándose de la tragedia de los paisanos que luchan por sobrevivir en aquel lugar.
¿De sus bolsillos? ¿Por amor a México?
“Haiga sido como haiga sido” Xóchitl va en picada y ni yendo a bailar a Chalma o a visitar a los gringos, se va a levantar.