La ideología siempre ofrece una salida -no necesariamente digna o congruente con los principios políticos sostenidos, sino al contrario- ante la incongruencia de los gobiernos para encarar el reclamo de sus sociedades debido al abismo existente entre el decir y el hacer.
Si alguna política exterior es altamente cuestionable e incongruente con los principios de la democracia liberal, la inclusión y la tolerancia ante el disenso, esa es la política actual de las mal llamadas “democracias occidentales”, particularmente la de EUA. Pregonar la condena implacable a los gobiernos que violenten los derechos humanos y practicar la tolerancia y el apoyo militar demencial ante un genocidio de más de 50,000 personas cuyo horrible crimen es ser palestinos y tener un reclamo de siglos, incluyendo mujeres y niños, es la más grande desfachatez y pérdida de vergüenza política que registra la historia contemporánea. Tal vez haya otra peor, de momento no la recuerdo.
Putin tiene absolutamente razón: en la política occidental hay mucha hipocresía. Él es intolerante y hasta represivo en muchos aspectos que a la luz de la cultura occidental son imperdonables, pero no presume de democracia ejemplar la que existe en sus gobiernos. Los occidentales sí y están a años luz de la congruencia con los principios. Lo peor aún de los gobiernos europeo-occidentales es que sostienen esa política vergonzante e impropia de los grandes pensadores de la democracia y la lucha social por los derechos universales del Siglo de las Luces, siguiendo en forma abyecta la huella que les marca el gobierno de los EUA. Ni siquiera muestran un centímetro de independencia política. Uno de los peores momentos de la diplomacia occidental contemporánea, es el momento actual frente a lo que sucede en Medio Oriente.
Frente a la realidad represiva e intolerante a los universitarios que estigmatizan con absoluta razón la criminal política exterior del actual gobierno de EUA en Medio Oriente, en su expresión actual, más de 1,000 detenidos habrían sido un escandalo político internacional cuyo epicentro sería justamente el gobierno de los EUA. No es así porque la prensa y los medios internacionales de comunicación con muy pocas excepciones, dan cuenta de los hechos sin calificar lo que los ojos y oídos de los espectadores están constatando: una represión masiva y con tintes violentos de estudiantes universitarios, por denunciar y estigmatizar la política exterior de un gobierno que tolera y coopera militarmente con el genocidio de un pueblo que tiene más de un siglo reclamando sus derechos a un territorio nacional y a un Estado social representativo.
Al disenso y a la insurgencia política universitaria se responde con el uso de la fuerza policiaca y ésta se justifica mediante un escaparate ideológico: son expresiones sociales que atacan la propiedad y ello no puede ser considerado una manifestación pacífica, dice el presidente de EUA. La falsificación ideológica se usa para desacreditar una lucha social, para justificar una política exterior de apoyo al gobierno genocida de Israel, y para apuntalar las prioridades geopolíticas y geoestratégicas en una región que parecía no era ya la primera prioridad de la OTAN, lo que significa que todo ello va por delante respecto de la racionalidad política de la protesta misma, de sus justas demandas, de la exigencia de congruencia ideológica-política a un gobierno que se presenta como mentor democrático del mundo actual.
Y recuerdo al amable lector, que he condenado el terrorismo de Hamas, que he alabado sin restricciones en este espacio, la capacidad y grandeza política del cambio de enfoque estratégico protagonizado por el ex primer ministro israelí Yitzak Rabin y del líder histórico palestino Yasir Arafat, ambos asesinados por la magnificencia predominante del enfoque militar y del negocio militar como vía de “salida” a un conflicto histórico que estruja, como otros, la conciencia democrática y humanista de la opinión pública mundial. Se han impuesto, entonces como hoy, los poderosos lobbies israelíes en todos los países occidentales, especialmente en EUA. Predomina el apoyo irrestricto al gobierno de Israel en su afán de exterminio.
Lo que hoy sucede en más de 20 universidades del país, incluyendo las más prestigiadas, empezó en Columbia y siguió en otras como Yale y Harvard, por ejemplo, no es “una revuelta estudiantil”, es un movimiento de protesta y cuestionamiento de la política exterior estadounidense en toda la línea, respecto de uno de sus principales socios y aliados geoestratégicos en el mundo, Israel, sobre el cual no está dicha la última palabra, es un movimiento político en desarrollo, está emergiendo ya también en Europa, en las combativas universidades europeas como La Sorbona y la Universidad Central de Madrid, como otro ejemplo, así que estamos ante una emergencia política por definirse y medirse en forma adecuada.
Una de las estudiantes de maestría, Katherine Elias, en la universidad de Columbia ha dicho con meridiana claridad, después haber sido detenida y liberada, que: “como estudiante estadounidense digo que Estados Unidos es uno de los principales apoyos financieros que tiene Israel, y por tanto, del genocidio que tiene lugar actualmente en Palestina. Decidí denunciar a este país que no solo financia, sino que fabrica también muchas de las bombas que se lanza sobre Gaza. Todas las bombas que se lanzan sobre Gaza son financiadas por universidades como esta, de Columbia. El movimiento estudiantil actual es una continuación del movimiento estudiantil de los años 60 aquí en Estados Unidos y en todo el mundo. Y también del movimiento contra el apartheid en Sudáfrica de los años 80. Hoy este movimiento estudiantil ha renacido”. (https://www.youtube.com/watch/)
Benjamin Nethanyaju pide se intensifique la represión y condena lo que él considera es un “movimiento anti-semita”, similar al que dio origen al genocidio judío. Nuevamente, la falsificación ideológica como escaparate ideológico para encubrir la realidad política de un ensayo avanzado de exterminio nacional. Y a ello se agrega la propaganda negra del “financiamiento” de esta “revuelta” por parte de Qatar enderezada por Sammy Eppel, coordinador del Foro Mundial para Combatir el Antisemitismo, que habla de un “antisemitismo disfrazado” contra “la única democracia de la región”, así se refiere a Israel. Obviamente no exhibe ninguna evidencia, ni siquiera indicios en firme, solo aseveraciones verbales. (ídem)
Como puede apreciarse, la guerra asimétrica en Gaza se ha traslado en términos políticos e ideológicos a las grandes universidades estadounidenses. El dinero para investigación tecnológica y científica en esas grandes universidades no puede servir para masacrar y desarrollar un genocidio, ni en Medio Oriente ni en ninguna parte del mundo. La ciencia y la tecnología deben ser liberadoras, no genocidas.
Es imperativo volver a la mesa de negociaciones auspiciadas por un consejo de seguridad ampliado que fije los términos de un alto al fuego, de la pausa para instalar una mesa al más alto nivel, agendar la reunión y retomar el camino de la negociación, del cambio del enfoque estratégico y avanzar con base en las resoluciones históricas de las Naciones Unidas. No veo otro camino.