Querida lectora, querido lector: Espero usted no se ofenda por las cosas que le contaré el día de hoy.
Si usted se percibe a sí mismo como parte de la clase media alta o de la media-media, pero se ha quedado sin agua, permítame informarle que usted más bien pertenece a la clase proletaria o trabajadora, a la media baja o en cualquier decibel inferior a ellas. Por mucha alcaldía Benito Juárez, Álvaro Obregón o Miguel Hidalgo que usted viva, inclusive, por mucho jacuzzi o terraza multi-amenidades con que su condominio pueda contar.
El estrés hídrico de nuestra grande ciudad no es noticia novedosa, aunque el reciente agotamiento en zonas que antes solían contar con abundante agua ha descubierto una realidad que vale la pena reconocer: entre menos privilegiada es la colonia, más expuesta se encuentra a que le racionen o quiten el agua.
Las primeras zonas que comenzaron a vivirlo fueron los municipios en la periferia mexiquense de la Ciudad de México.
Desde 2016, colonias como San Francisco Tepojaco en Cuautitlán, más de 35 colonias aledañas a Tultitlán y algunas de Ecatepec reciben agua tan sólo dos días a la semana. Este año les notificaron que tan solo recibirían un día, durante escasas 8 horas en las que tinacos o cisternas deberán llenarse para soportar el consumo familiar de una semana.
Ahora que los peores pronósticos se acercan, la realidad para los capitalinos también está marcada por el código postal. Basta con leer el listado de colonias que recibirán agua por tandeo y compararlo con la clasificación por ingresos. Mientras que alcaldías como Iztapalapa (58 colonias), Tlalpan (47) y Tláhuac (28 colonias) saturan las listas por la enorme cantidad de colonias que no tendrán agua a libre disposición, Benito Juárez y Miguel Hidalgo casi ni aparecen.
Posiblemente sea que, justamente, tienen la posibilidad de pagar por el servicio de pipas. El hecho es que el acceso al agua y su restricción no debería obedecer al privilegio sino a la necesidad. ¿En donde quedó el lema que “por el bien de todos, primero los pobres“?
Después de la clase social, la jerarquía de género
Si además usted es mujer, la carga será doble o triple dependiendo de las personas que dependen de sus cuidados. La falta de agua coloca una carga adicional a las mujeres y entendiendo que los hogares más pobres son quienes menos agua recibirán, las mujeres más pobres serán las encargadas de transportar agua para proveer a sus hogares.
La desigualdad hídrica también se manifiesta en desigualdad de género. La estadística global ante la sequía estima que las mujeres dedican 200 millones de horas al día a recoger agua, mientras que la UNICEF asegura que en 80 % de hogares sin agua, son mujeres y niñas las que buscan alternativas para conseguir líquido para aseo, alimentos, limpieza y agricultura.
Esta realidad no solo afecta la seguridad personal de las mujeres en el país de las desaparecidas y violentadas, sino que también limita su acceso a la educación y oportunidades económicas, ya que dedican gran parte de su tiempo y energía a esta tarea.
Además, la carga de recolectar agua también afecta la salud de las mujeres y niñas. El agua contaminada que a menudo se encuentra en fuentes no seguras puede provocar enfermedades y problemas de salud crónicos, lo que afecta desproporcionadamente a estas poblaciones que tienen la responsabilidad principal de recolectarla y utilizarla en el hogar. Esto crea un ciclo de pobreza y desigualdad que es difícil de romper.
La falta de agua llegó para quedarse
Es miserable utilizar un problema ambiental con fines partidistas, pero resulta urgente politizar el debate sobre el agua pues de eso depende quien será la prioridad al momento de diseñar políticas públicas para enfrentar la sequía y escasez. El modelo de privilegio y privatización como el implementado por el PAN en Querétaro es la ruta directa a incrementar círculos de exclusión.
No es tolerable para un gobierno de izquierda. La desigualdad hídrica no solo es un problema de acceso al agua, sino que también es un problema de género que afecta desproporcionadamente a las mujeres y niñas más pobres. Ni siquiera se trata de fatalismo, se trata de que este tema tendría que ser la columna vertebral del proyecto de nación que está por presentar el partido en el gobierno.
Más acceso igualitario al agua, menos punitivismo.