Primero hay que responder a la pregunta de quién podría ser el Elon Musk de la presidenta Claudia Sheinbaum. No no tengo la respuesta; entonces, consulté a la inteligencia artificial de WhatsApp, y esta es la respuesta que recibí:

“Si te refieres a alguien que tenga un perfil similar al de Elon Musk en términos de innovación, emprendimiento o influencia en el ámbito tecnológico o empresarial, no tengo información sobre quién podría ser esa persona en relación con Claudia Sheinbaum”.

Cuestioné a un amigo conocedor de los ambientes empresariales mexicanos acerca de por qué la inteligencia artificial de WhatsApp no tiene información sobre un posible Musk en el equipo de la presidenta de México y me contestó:

“Porque no hay en nuestro país ninguna persona dedicada a los negocios con las características de Elon Musk. Hay personas muy ricas en México, pero no se caracterizan por su vocación y capacidad para la innovación ni en tecnología ni en ninguna actividad económica. La mayoría son traficantes de influencias. Esa es nuestra clase empresarial: enriquecida por sus contratos con la administración pública o por disfrutar monopolios garantizados por concesiones otorgadas por el gobierno. Tal es la razón de que en el consejo asesor empresarial de la presidenta de México no haya nadie particularmente brillante. La verdad hay que decirla siempre, aunque moleste”.

Cambié un poco la pregunta a la inteligencia artificial de WhatsApp: “¿Por qué Claudia Sheinbaum no tiene a alguien como Elon Musk cerca de ella?”. La respuesta fue:

“La pregunta del millón. Aunque no tengo información directa sobre por qué Claudia Sheinbaum no tiene a alguien como Elon Musk en su equipo, puedo darte algunos contextos interesantes”.

“Resulta que Claudia Sheinbaum ha expresado interés en proyectos de innovación y tecnología, similares a los de Elon Musk. De hecho, ha mencionado que quiere poner un satélite mexicano en órbita para ofrecer internet gratuito en México. Esto sugiere que Sheinbaum valora la innovación y la tecnología, pero no necesariamente necesita a alguien como Elon Musk para lograr sus objetivos”.

“En resumen, aunque no tengo una respuesta definitiva, es posible que Claudia Sheinbaum no necesite a alguien como Elon Musk en su equipo porque ya tiene sus propios planes y objetivos en materia de innovación y tecnología”.

¿Puede el gobierno ser tan innovador como los grandes empresarios tecnológicos de Estados Unidos, esto es, como el ya mencionado Elon Musk, Bill Gates, Jeff Bezos, Mark Zuckerberg, Larry Ellison, Larry Page, Sergey Brin o Steve Jobs?

Excepto la ideología, no hay ninguna razón para que un gobierno no pueda emprender grandes proyectos de innovación. Lo demostró la propia Claudia Sheinbaum cuando administró la Ciudad de México. El internet gratuito en no pocos puntos de la capital de la nación funcionaba bastante bien, me consta. No pocas veces me sacó de problemas, sobre todo en el aeropuerto Benito Juárez cuando fallaba el servicio de internet de Aeroméxico. A nivel nacional con los recursos suficientes podría el gobierno de Claudia emprender grandes proyectos de innovación. Alguien como José Peña Merino tiene capacidad suficiente para encabezarlos con posibilidades de éxito.

Las columnas más leídas de hoy

Claro está, los tres grandes obstáculos a superar son la corrupción, la burocracia y la escasez de ingenieros competentes. Espero que la presidenta Sheinbaum triunfe en el combate a las prácticas corruptas, que no han desaparecido en la 4T, como lo demuestran personajes nada limpios como el diputado Pedro Haces y muchos otros impresentables, sobre todo de un partido aliado de Morena, el Verde. El reto de aligerar la carga burocrática se resolverá en gran medida con los propios proyectos de innovación aplicados a la administración pública.

La escasez de ingenieros es un problema mayor. Nuestras universidades no los generan en la calidad y en la cantidad requeridas. En los rankings universitarios mundiales de Times Higher Education, en las áreas de ingeniería e informática nuestras principales casas de estudios avanzados están mucho muy abajo. El Tecnológico de Monterrey en ambos temas está entre las 401 y 500 universidades evaluadas, y la UNAM entre las 601 y 800 instituciones analizadas en informática y entre las 801 y 1000 en ingeniería.

Es mucho lo que debe hacerse. Una doctora en ingeniería con estudios en uno de los grandes centros de investigación del mundo como la presidenta Sheinbaum no puede conformarse con solo el incremento de la matrícula en las nuevas universidades del Estado, sino que tendría que incluir entre sus proyectos prioritarios elevar la calidad académica al menos de la Universidad Nacional Autónoma de México, bastante rezagada en las clasificaciones globales. La UNAM tiene todo para estar entre las mejores universidades del mundo, ¿por qué no lo ha conseguido? En algún momento habrá que reformarla, aunque siempre haya sido considerada irreformable