Creo que el célebre economista austriaco Joseph Alois Schumpeter decía que las innovaciones —el motor del desarrollo— no tienen que ser ni grandísimos inventos ni necesariamente algo nuevo para todo el mundo, es decir, que para avanzar, así fuese muy poco, basta con que alguien haga o aprenda cualquier cosa que sea realmente novedosa para esa persona. Veamos.

Las feministas —desde luego también el resto de la gente culta— conocerán a la perfección la historia de La Marcha de las mujeres de la compositorA Ethel Smith. Para mí es una novedad. Llegué a The March of Women buscando “marcha de mujeres” en Google. Lo primero que encontré fue un video de Laura Galindo M., pianista y periodista colombiana, que para RTVC Noticias realiza la sección Un cuento para contar.

En un video de 2023, de cuatro minutos de duración, Laura Galindo empieza tocando La Marcha de las Mujeres en el piano y dice: “Es posible que esto no les suene muy conocido, yo lo descubrí hasta hace poco. Es una de esas historias que hay que conocer. Se llama The March of the Women, y fue compuesto en 1911 por la compositorA inglesa Ethel Smith: compositorA, ¡ay qué bonito suena eso″.

Esta es La marcha de las mujeres, interpretada por la orquesta Virago, palabra que admito yo no conocía y de la que algo diré más adelante:

Sigo con la periodista colombiana, quien se pregunta: “¿Cuántos Cuentos para contar hemos hecho para compositoras? ¿Dos? ¿Tres? Qué tristeza. Y no es por excusarnos, pero la verdad, las mujeres en la composición académica hasta hace poco más de 50 años eran una minoría. ¿La razón? La misma de siempre: nos enseñaron que las mujeres tenían que estar cuidando al esposo y a los niños y no podían trabajar, votar, ir a la universidad, jugar futbol, escribir música”.

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Apunto que otra compositora importante es Fanny Mendelssohn (18095-1847), hermana mayor del famosísimo Felix Mendelssohn. Hay quienes afirman que Fanny tenía más talento que Felix, pero no se le permitió desarrollarlo a plenitud ni mucho menos exhibirlo.

Volvamos a Laura Galindo y su historia de La Marcha de las Mujeres de Ethel Smith. A esta mujer, y a todas en aquella época, se les prohibía desarrollar sus capacidades, pero, como bien dice la periodista colombiana, Ethel “decidió no hacer caso”.

Smith Nació en el Reino Unido en 1858 y estudió música en el conservatorio de Leipzig. Recuerda Galindo que Ethel fue la primera mujer a la que la Metropolitan Opera House de Nueva York le programó una ópera: “Nada de eso fue fácil, por supuesto. El papá era militar y no quería que su hija estudiara música. Por suerte, Ethel Smith era tan rebelde como talentosa e hizo su santa voluntad”.

En 1910 se unió a la Women’s Social and Political Union, “un movimiento militante de mujeres que luchaban para que las mujeres tuvieran derecho al voto, igual que los hombres”.

La colombiana Galindo cuenta que Ethel, “para poder dedicarse a la vida de activista, que no era fácil porque las perseguían, las atacaban y tenían que esconderse, paró la música por dos años”.

Fue en ese etapa de activismo que Smith “compuso La Marcha de las Mujeres, el himno con el que las sufragistas salieron a protestar en las calles”.

Como las feministas actuales, las de principios del siglo XX tuvieron que causar destrozos en la vía pública para que se les escuchara: “Una vez, como forma de protesta ante los opositores del voto femenino, Smith y otras 108 mujeres le rompieron los vidrios a los políticos antisufragistas”. La compositora y sus compañeras lo hicieron siguiendo las instrucciones de la líder del movimiento, Emmeline Goulden Pankhurst, quien había llamado a quebrar con piedras y ladrillos las ventanas de quienes se oponían al voto femenil. “Y como ya se imaginarán —sigo con la colombiana Galindo—, la cogió la policía y estuvo dos meses en la cárcel. Cuentan que el director de orquesta Thomas Beecham fue a visitarla, y encontró a todas las sufragistas marchando en un cuadrado y cantando La Marcha de las Mujeres mientras Ethel Smith las dirigía con un cepillo de dientes”.

Ya en libertad, Smith “escribió una obra que se llamó The Prision, que habla de dos tipos de encierro: uno físico, inspirado en su experiencia en la cárcel, y otro metafórico, que hacía alusión al closet”.

La periodista de Colombia destaca que “Ethel Smith fue una mujer que siempre amó a otras mujeres y, como ocurría con todas las parejas del mismo sexo hace dos siglos, tuvo que esconderlo. Aunque tampoco es que se hubiera esforzado mucho. A Harry Brewster, el único hombre con el que tuvo un medio romance le dijo: ‘Es más sencillo para mí amar mi propio sexo apasionadamente que el tuyo”’…”.

A los 70 años Ethel Smith “le declaró su amor públicamente a Virgina Wolf, que era como 40 años menor y para ese entonces menos aguerrida. Wolf le dijo: ‘Me siento muy halagada, pero es que usted es tremendamente rebelde y arrolladora y yo soy más bien tímida, introspectiva. Eso sería más o menos como si me tragara un cangrejo gigante’. Así que nada, terminaron de amigas”.

Buscando una interpretación completa de La Marcha de las Mujeres, Google me llevó a otra novedad, para mí desde luego: la palabra virago, que según la Real Academia Española es sinónimo de marimacha o marimacho, lo que en opinión de algunas personas es un exceso machista de la RAE porque, más bien, “virago es una mujer que demuestra cualidades ejemplares y heroicas. La palabra proviene de la palabra latina virāgō (genitive virāginis) que significa diversamente, vigorosa, heroica doncella, guerrera, heroína… La palabra virago casi siempre ha tenido una asociación con la transgresión cultural de género. Hay casos registrados de viragos (como Juana de Arco) peleando batallas, vistiendo ropa de hombre o recibiendo la tonsura”.

Antes, en este artículo, presenté un video de La Marcha de las Mujeres interpretado por la Virago Symphonic Orchestra, totalmente femenina y especializada en interpretar el repertorio de compositorAs. Desde luego, esa orquesta la fundó una mujer y la dirige otra, Eline Cote y Pascale Van Os, respectivamente.

Supongo que en una ciudad tan grande y sofisticada como la capital mexicana habrá orquestas y cantantes capaces de interpretar ahora mismo, mañana, pues, antes del discurso de Claudia, La Marcha de las Mujeres. Si no fuera el caso, que la secretaria de Cultura, Claudia Curiel de Icaza, ponga a trabajar a alguien para que el 8 de marzo de 2026 sí se programe.

¿Que la vieja letra, en inglés, de La Marcha de las Mujeres quizá no diga gran cosa a las mujeres de la actualidad? Pues que se adapte al español de hoy, y santo remedio. Es como Las mañanitas en francés (Tourne La Chance) cuya letra es mucho más bella que en nuestra lengua: “Cada día comienza la vida/ En el sol de un nuevo día/ Y mañana, es la esperanza…/ Dudamos, perdemos confianza/ Sin embargo, desde hace años/ Cada día comienza la vida/”: