Dijo Ricardo Raphael en Milenio: “Zoom: después del evento Jesús Ramírez Cuevas, vocero de la presidencia, con molestia reclamó a Norma Piña que no se pusiera de pie para recibir al mandatario. Quizá no entendió que haberse quedado sentada fue su forma de protestar contra las descalificaciones presidenciales”. ¿Qué molestó al señor Ramírez? Enseguida su tuit polémico para tratar de entender lo que pasó:

Primer punto. Quizá don Jesús debió haber usado lenguaje inclusivo, considerado por importantes especialistas en el tema “la última frontera del idioma”. Un intelectual como él habría dado una lección diciendo: “Resulta desafortunado que no todas respetaron el protocolo de la ceremonia”. Como la única que supuestamente no respetó el protocolo fue una mujer, la ministra presidenta de la corte, pienso que era mejor —y más contundente— el no todas que el no todos.

Segundo punto. Ojalá el portavoz de AMLO, para darle más fuerza a su crítica dirigida a Norma Piña, muestre en un próximo tuit el reglamento del gobierno federal en el que se ha establecido el protocolo para los actos ceremoniales en México. He visto por ahí lineamientos protocolarios para visitas de Estado y de gobierno de la Secretaría de Relaciones Exteriores, pero obviamente no son aplicables en eventos ciento por ciento mexicanos. Para conocer la magnitud de la falta de la ministra presidenta valdría la pena leer completo el protocolo exigido para reuniones como la de ayer en el Teatro de la República de Querétaro.

Tercer punto. ¿Y si no hay un reglamento sobre el protocolo en actos en los que participe el presidente de la república? Pregunto porque igual no existe tal reglamento o, en caso de existir, pudiera no tener validez legal o administrativa de ningún tipo, lo que llevaría el caso, para ser interpretado y resuelto, a alguna de las dos salas de la SCJN, supongo que la segunda donde decidirían la sanción para Norma Lucía Piña Hernández los tres ministros y las dos ministras que la integran: Alberto Pérez Dayán, Luis María Aguilar Morales, Javier Laynez Potisek, Loretta Ortiz Ahlf y Yasmín Esquivel Mossa. Creo que Yasmín y Loretta, cercanas a AMLO votarían por una reprimenda severa a la ministra presidenta, mientras que Dayán, Laynez y Aguilar dirían que no fue para tanto y rápidamente mandarían al archivo muerto tan espinoso asunto.

Cuarto punto. Quizá tiene razón el columnista de Milenio mencionado al principio y el no levantarse para aplaudir a AMLO fue una protesta —válida, en mi opinión— motivadas por las críticas que, ejerciendo sus derechos fundamentales, el presidente de México ha lanzado en las mañaneras a Norma Piña y al poder judicial que ella encabeza. En este sentido, quizá Ramírez debió aplaudir el gesto escasamente protocolario de la ministra e incluirlo entre la evidencia de “la vitalidad de nuestras instituciones”, ya que todas las formas de expresar el descontento son legítimas y deben inscribirse en el “debate de ideas entre los representantes de los tres poderes de la unión”. Por cierto, le quité la mayúscula a unión porque milito en el partido de la minusculación, que algún día triunfará aun donde más enemigos tiene: la burocracia fanática de la mayusculación.

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Quinto punto. Quizá Norma Piña ni cuenta se dio de que estaba faltando al famoso protocolo. Considero que esto es lo más probable, ya que después sí se puso de pie para aplaudir a AMLO.

Sexto punto. Independientemente de si fue una protesta bien pensada o un descuido, ¿se trató de un error político de la ministra presidenta? Sí y no. porque los y las simpatizantes de Andrés Manuel la van a linchar en redes sociales por maleducada, descortés, desatenta, incivil, informal, etcétera. Habrá comentarios duros y ofensivos contra ella e inclusive contra su familia, y algunos podrían dolerle. Pero quizá no fue una falla política porque la tribuna de enfrente, donde se sienta la hinchada del otro equipo, el neoliberal, la convertirá en heroína de la patria y hasta en semidiosa de la libertad.

Séptimo punto. ¿Fue un error o un acierto de Jesús Ramírez haber exhibido a la ministra presidenta como irrespetuosa con el protocolo? Fue, al mismo tiempo, un error y un acierto. Un error porque podría lograr el efecto contrario al buscado: en vez de presionar a Norma Piña para operar a favor de los cambios a la legislación electoral que tanto interesan a AMLO, el tuit del vocero podría obligarla a estar todavía más en contra de la 4T. La crítica de Ramírez también podría cohesionar a ministros y ministras para apoyar a su presidenta. Pero, por lo demás, lo que hizo Jesús fue un acierto porque servirá a la 4T para construir un mejor discurso acerca de que la corte siempre vota a favor del proyecto neoliberal porque quien la encabeza es abiertamente enemiga del presidente de la nación.

Octavo punto. La ministra Piña debe anticiparse y descalificar ya a quienes podrían utilizarla como bandera en la segunda marcha a favor del INE, la programada para celebrarse el próximo 26 de febrero. Lo único que no necesita la Suprema Corte de Justicia de la Nación es una presidenta convertida en activista de oposición, así sea en contra de su voluntad. Y es que el poder judicial, como ha dicho Ana María Olabuenaga en Milenio, es el plan c de los partidos opositores que pretenden echar abajo el plan b electoral: “Ese es el plan b, un lado de nuestra historia lleno de malas ideas. Aunque podemos no tragárnoslo. Hay un plan c. Presionar a la corte para que declare inconstitucional lo que lastima al ciudadano. Salir de nuevo a las calles el 26 de febrero, llegar al Zócalo y levantar la voz para que desde ahí escuche la corte y también el presidente”.

Noveno punto. ¿No sería más útil para todos que Ramírez convenciera a AMLO de invitar, en Palacio Nacional o el Cardenal de la Alameda, un delicioso desayuno a Norma Piña para, en ambiente de camaradería, hacerle ver que Lorenzo Córdova y el INE no defienden la democracia, sino un presupuesto excesivo que era necesario recortar drásticamente con las reformas a las leyes electorales? No creo que resulte excesivamente complicado para Andrés Manuel decirle a la ministra que no solo es operativamente posible, sino éticamente una obligación, hacer lo mismo con menos. Todo se reduce a ser eficientes, una palabra que saca ronchas a consejeros y consejeras del Instituto Nacional Electoral.

Décimo punto. Pienso que debe haber al menos cuatro integrantes de la SCJN que no están a favor de considerar inconstitucional el plan b que AMLO propuso. Suficiente para derrotar a quienes están obsesionados con el derroche en el INE. Ojalá que el tuit de Jesús Ramírez no lleve a tales ministros y ministras a cambiar de opinión. Racionalmente hablando no tendría por qué ocurrir, pero si lo comentado por el vocero presidencial se considerara una agresión a la corte, provocaría solidaridad no solo con Norma Piña, sino son el gastalón instituto electoral que nomás no quiere ajustarse a los principios de la austeridad republicana.