IRREVERENTE
Les platico primero la letra y la música de “Puro Teatro”, el bolero de La Lupe, que abrió el 2º acto, y que dejó patidifusos a los asistentes a la última función de esta ópera clásica del genio de Salzburgo, producida por Fernanda González para la Sociedad Artística Tecnológico, con una dirección de escena digna de los teatros de Nueva York, a cargo de Stefanos Koroneos.
Incluso participaron cinco cantantes/actores norteamericanos de diversas compañías de ópera de Estados Unidos, que fueron acompañados por talentos mexicanos.
¡Arre! Y en este caso ¡Olé!, por los tintes taurinos que metieron al cineasta español Pedro Almodóvar, de lleno a esta escenificación de tres horas y media, donde fue notoria la presencia entre el auditorio, de muchísimos jóvenes.
Qué bueno que existan estos esfuerzos para acercar a la ópera a los chavos. Larga vida -pues- para la SAT.
Puro Teatro. Bolero de La Lupe
- Igual que en un escenario
- finges tu dolor barato
- tu drama no es necesario
- ya conozco ese teatro.
- Fingiendo,
- que bien te queda el papel
- después de todo parece
- que esa es tu forma de ser.
- Yo confiaba ciegamente
- en la fiebre de tus besos
- mentiste serenamente
- y el telón cayó por eso.
- Teatro,
- lo tuyo es puro teatro
- falsedad bien ensayada
- estudiado simulacro.
- Fue tu mejor actuación
- destrozar mi corazón
- Y hoy que me lloras de veras
- recuerdo tu simulacro.
- Perdona que no te crea
- lo tuyo es puro teatro.
Si al director concertador Felipe Tristán se le hubiera ocurrido levantar sobre su cabeza la partitura de Mozart, al final de la función, el teatro se hubiera caído de la ovación.
Esa es una costumbre que se ve pocas veces y los directores entregan así los aplausos del público al autor.
Como soy un humilde diletante -apasionado, eso sí, y con mucho teatro y ópera en mis alforjas- no voy a entrar en el terreno de los expertos melómanos al referirme a la música de Mozart.
Solo voy a decir que la alegría de su corta vida se refleja en muchísimos de los acordes que han hecho de “Don Giovanni”, una de las óperas más presentadas y tarareadas en el mundo.
Almodóvar se manifiesta en el toque español de las conquistas del protagonista.
Su paje lo dice cantando: más de 1,000 han caído en las redes de este Don Juan, estereotipo del rol conquistador de muchos hombres.
La sangre y el sexo están presentes todo el tiempo en esta ópera.
Hasta la licuadora tiene su aria
Dos de los protagonistas de esta puesta en escena son pasivos:
El bar y la licuadora. Esta última ni tan pasiva, pues tiene incluso su “aria”, cuando una de las protagonistas la enciende, teniendo al lado a Don Giovanni.
La forma en que la apaga después de preparar una bebida con jarabe, tomates y pepinos, es la mar de teatral.
Hay otro elemento que sube y baja al fondo del escenario: un toro de neón que simboliza a la España de las conquistas de Don Giovanni… y de Almodóvar.
Los cuchillos
Tratándose de una historia de faldas, el cuchillo tiene su lugar.
Pero solo en utilizado como arma cuando al principio de la obra, muere apuñalado el Comendador, cuyo cuerpo queda inmóvil en el escenario durante más de una hora y media.
Qué aguante el de Matthew Siobelman para pasarse la mayor parte del primer acto tendido en el piso.
La otra ocasión que sirve como arma es cuando una de las protagonistas amenaza a Leoperello -Andrew Dawn- el asistente de Don Giovanni, Andrew Simpson.
El resto del tiempo, el cuchillo sirve para que las damas de la obra y uno que otro caballero, corten tomates, limones y pepinos.
A la izquierda el bar, como los pianos
En los conciertos de piano, este instrumento siempre se coloca -como protocolo- a la izquierda del escenario.
Por eso, los aficionados a los conciertos siempre buscamos butacas de ese lado.
En esta escenificación, el bar también fue colocado a la izquierda y como más de la mitad del tiempo de esta presentación tuvo lugar al lado del bar, fuimos de gane.
Un apunte sobre los subtítulos
“Tristán e Isolda”, de Richard Wagner, se representó hace tiempo en La Scala de Milán.
Fuimos a una de sus funciones y en esa temporada, los administradores de la catedral de la ópera, hicieron un experimento:
Colocaron al pie del escenario la mini pantalla con los subtítulos de la obra, traducidos al italiano, en lugar de lo tradicional, que es en el techo.
En esta representación de “Don Giovanni”, a lo mejor algunos salieron con tortícolis, por estar volteando casi 3 horas y media hacia arriba para leer los subtítulos en español.
Les paso al costo ese tip a mis amigos de la SAT.
Cajón de sastre:
“Lo dicho, larga vida a la SAT, porque su labor hizo falta durante todos los años que estuvo en hibernación. Juan Antonio Villa Ruiz, Director de Arte y Cultura del ITESM, y Ricardo Marcos, líder de la SAT, están haciendo un buen trabajo”, detona la irreverente de mi Gaby.