Conozco a la aviación desde sus entrañas; cualquier nota relacionada al mundo aeronáutico la escudriño desde muchas aristas, la mayoría diferentes a las observadas y comentadas por los usuarios de las aerolíneas. Traigo esto a colación porque en los últimos días hemos tenido escenas “dantescas” de la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), con los usuarios de la aerolínea del Caballero Águila como protagonistas.
Tal y como lo mencioné en mí columna aquí publicada el pasado 3 de enero “Y en el horizonte… cancelaciones y demoras”, estos desaguisados no se deben a un solo factor, sino que existen diversas causas, motivos y razones que de manera individual no vulnerarían las operaciones aeronáuticas, pero que son un verdadero problema si son concomitantes, como ahora.
Hay que decir las cosas como son; en una circular enviada a mis compañeros sobrecargos por su líder sindical, Ricardo Del Valle, les informa el número de compañeros infectados por Covid, así como aquellos que no cuentan con sus documentos completos por parte de la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC); es decir, de examen médico y licencia de vuelo como sobrecargo.
Cuando esta circular llegó a mis manos, por ser información importante para mis compañeros, la subí a mis redes sociales, incluyendo Twitter por supuesto. Lo hice exactamente el día 6 de enero a las 7:30 P.M., y en esos momentos la empresa no había salido a dar la cara sobre las cancelaciones que comenzaban a suceder. La circular fue retomada por diversos medios de comunicación, que informaron sobre las cancelaciones y demoras en Aeroméxico. A la mañana siguiente, otro Secretario General, el de sindicato de Pilotos (ASPA), dio entrevistas informando la cantidad de pilotos contagiados por Covid 19.
Y justo aquí debemos hacer un alto en el camino. Antes de meternos al tema de la pandemia, y números de trabajadores infectados, quiero rescatar un punto vital al que no se le está dando la importancia debida, y es la falta de documentos del personal aéreo por parte de la AFAC (pilotos, sobrecargos, mecánicos). En mi columna del 3 de enero escribí “Tan sólo en la empresa Aeroméxico hay cerca de 600 sobrecargos y 60 pilotos cuya documentación está vencida, sin embargo, esto no es exclusivo del personal de la aerolínea del Caballero Águila, este mismo fenómeno se repite en las distintas aerolíneas nacionales.”
En el caso de Mexicana MRO, la base de mantenimiento que sigue viva y operando, han emitido una circular dirigida al personal técnico, que dice tajantemente: “todo el personal que no cuente con licencia y certificado médico vigente no podrá trabajar en las aeronaves”.
Si bien es cierto el fenómeno de la falta de documentos afecta a todas las aerolíneas del país, el caso de Aeroméxico merece una mención especial. No es una aerolínea pequeña, improvisada o inexperta. Le encanta colgarse el membrete de ser la aerolínea bandera del país, la más grande, la línea que nos une… pero ¿qué fue lo que pasó? No fue solo un factor; acompáñenme y revisemos algunas de las aristas.
Los que pertenecemos al personal aéreo sabemos que una gripe -sí, una gripe común y corriente-, es motivo de incapacidad. Cualquier enfermedad de vías altas respiratorias amerita en los tripulantes de cabina una incapacidad por parte del Seguro Social. No es una exageración, la razón es que una gripe puede provocar una rotura de tímpano, coloquialmente expresada como “se me reventó un oído”. Un evento de este tipo se traduce para el trabajador en la cancelación de licencia de por vida, la pérdida de su trabajo como tripulante de aviación; volar con gripe es cosa seria. Por ello los tripulantes tenemos una batalla constante con los médicos del IMSS, pues ellos no consideran que sea tan peligrosa una gripe como para dejar de trabajar. Llevamos años solicitando que dentro del Seguro Social existan médicos especialistas en medicina de aviación, porque la afectación de ciertas enfermedades es muy distinta en los tripulantes.
En estas épocas de frío, donde los tripulantes cambian de horario y de climas diferentes en un mismo día, las enfermedades respiratorias se vuelven el pan de cada día. Culpar sólo al Covid es una insensatez, pero es justo aquí donde la administración de la empresa se refugia. Resulta muy cómodo culpar a la pandemia de todos los males que aquejan a la aerolínea; es un discurso que ya ha utilizado en el pasado, pero su mala administración no se puede tapar con un dedo.
Desde que se acogió a las reglas del Capítulo 11 de la Ley de Quiebras de los Estados Unidos, la empresa Aeroméxico ha realizado diferentes reajustes en la aerolínea. Como parte de su reestructura, recortó cerca de 1000 trabajadores de tierra, entre ellos personal de tráfico. Sí queridos lectores, esos empleados que se dedican, entre otras cosas, a documentar pasajeros, despachar el vuelo en la última sala de espera, recibir vuelos, etc…
Después de recortarlos de manera sucia e hipócrita -por medio de “renuncias voluntarias”- a muchos de ellos los recontrataron, pero a través de diversos outsourcings, ah, no perdón, esos ya están prohibidos… corrijo, los recontrataron a través de empresas que prestan servicios especializados, como Swissport, MEBC Apoyo Terrestre, Grupo Orión, Menzies, entre otros.
Para la temporada alta que acaba de pasar, se contrató personal eventual únicamente para el mes de diciembre; a algunos les “alargaron” el contrato, para dos semanas de enero. No obstante, el problema es que los trabajadores de planta que se salvaron del recorte no trabajan horas extras, simplemente porque la empresa se niega a pagarlas (cosas del reajuste, dicen). El personal eventual sí se está quedando más horas, pero tienen que estar persiguiendo al de Recursos Humanos para que les paguen ese tiempo extra. Ante este panorama es lógico que los trabajadores eventuales dejen tirada la toalla, y es esta una de las grandes razones por la que estamos viendo filas interminables en Aeroméxico.
E insisto, los contagios y la falta de documentos es común a todas las aerolíneas del país se está dando en Volaris, Viva Aerobus, Aeromar; sin embargo la falta de personal de tráfico la está enfrentando solamente el Caballero Águila. Y no es casualidad, es consecuencia de haber tomado decisiones en aras de tener empleados más baratos, que no generen antigüedad ni derechos laborales. Resulta muy atractivo contratar “por temporada”, pero ahí tenemos la prueba de que no es la mejor opción. Todo esto lo sé, porque mantengo comunicación constante con muchos trabajadores de la compañía aérea, que pertenecen a las diferentes áreas, y son ellos quienes a través de su testimonio me dicen lo que está ocurriendo. A la vista del público, como en los mostradores, pero también tras bambalinas.
El mismo fenómeno se repite con el personal de rampa, los que descargan el equipaje y remolcan los aviones, entre otras muchas funciones vitales dentro de la aviación. La suma de todo lo anterior logra que, en fechas en que es normal tener aeropuertos a reventar, la situación se salga de control, haciendo padecer al usuario final, el pasajero que con justa razón se inconforma, se queja y exige respuestas resolutivas.
En un apretado e incompleto resumen, recapitulamos: los trabajadores aeronáuticos no pueden volar con gripe, y ahora la empresa utiliza la pandemia como pretexto de “falta de tripulantes”; sumemos que algunos, aunque sanos, no cuentan con su documentación completa debido a la burocracia de la AFAC; los empleados de planta que no reciben pago por horas extras, y empleados eventuales que saben que en dos semanas dejan de trabajar ahí; tenemos trabajadores de tierra enojados por el recorte brutal de sus salarios, gracias a la reestructura del Capítulo 11 (en promedio están percibiendo solo el 40% de salario y prestaciones). Todo esto sucediendo en un maravilloso caldo de cultivo que se llama “temporada alta de vuelos”. La tormenta perfecta, y no de todo se debe culpar a la pandemia.
Las largas filas en la T2 del AICM demuestran una cosa: todos los eslabones de esta cadena somos importantes. Si un eslabón falla, los problemas crecen como bola de nieve y a una velocidad vertiginosa. Como usuarios de aerolíneas no pueden sernos indiferentes los trabajadores; sus funciones están catalogadas dentro de la Ley Federal del Trabajo como de alto riesgo. ASPA declaró hace unas horas, a través de su Secretario de Prensa, José Suárez, que en Estados Unidos las aerolíneas les están pagando un “bono extra” por riesgo de trabajo, al volar en época de pandemia; aquí, les recortaron los salarios y pretenden extenderles sus jornadas a 100 horas de vuelo al mes, algo que está totalmente fuera de la ley, que marca como límite las 90 horas.
Me uno al grito de los usuarios que les urge sean llevados al destino que marca el boleto que ya compraron, y les pido que ellos griten conmigo que urge una política seria sobre materia aeronáutica en el país, que ponga orden en la aviación mexicana, respetando siempre los derechos laborales, así como los del consumidor. A todos nos conviene.