Dos medios de comunicación ampliamente respetados en Estados Unidos, el Wall Street Journal y el Financial Times, dedicaron sendas editoriales a hablar sobre las elecciones de México, y aunque se llaman distinto, ambos nos advierten de lo que “se juega” en las próximas elecciones, que no es un gobierno sino -según ellos- la democracia, los intereses de los norteamericanos y, a decir del WSJ, hasta la lucha por Occidente (así, con mayúscula).

Los medios de comunicación y actores políticos norteamericanos siempre que les de la gana van a opinar y a tratar de cargar los dados en la política mexicana, porque estamos pegados a ellos, porque hoy la economía mexicana es considerada un componente esencial de la norteamericana (así lo reconocen ya, explícitamente, en documentos oficiales) y porque la esfera de influencia de Estados Unidos en el mundo, tendrá como último bastión a México, por las mismas razones de adyacencia geográfica y codependencia económica. Así que salir con discursos nacionalistas y de soberanía es, o una payasada, o un delirio.

Ahora bien, que en días consecutivos esos medios específicos hayan dedicado editoriales y artículos promocionados al tema de las elecciones en México, quiere decir que sí están entrando ellos, también, en una última etapa electoral de propaganda. En este caso, y desde ambos medios, la propaganda es anti obradorista.

No debe exagerarse la influencia que tienen estos artículos para el resultado electoral, porque es probable que no tengan ninguna. El WSJ y el FT no le hablan al público objetivo de Morena, ni mucho menos. De hecho, son publicaciones que no se leen en México, más que por un pequeño grupo de personas que se dedica profesionalmente a temas económicos o corporativos.

Esas personas, además, constituyen un ejemplo (electoralmente insignificante) del anti obradorismo, así que estas piezas editoriales no van a cambiarle la opinión a nadie, pues los lectores mexicanos de esos medios seguro ya piensan sobre la 4T eso que señalan los textos, y cosas peores.

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Surge entonces la duda de quién es el verdadero público objetivo a quien van dirigidos esos contenidos, y sólo quedan, en principio, los lectores norteamericanos y los actores políticos de México que sí hacen gran escándalo sobre ellos.

Durante mucho tiempo, la prensa se utilizó, más que como fuente de información (porque ni hoy ni nunca han sido muchos los lectores, de nada), como un vehículo para que se mandaran mensajes entre la clase política. Un artículo donde destapaban anticipadamente a alguien era para decirle que ni se le ocurriera destaparse ya, uno donde decían que tal o cual funcionario andaba en muchos viajes, era una forma de decirle que ya no saliera, otros de plano eran filtraciones de negocios que por ese solo hecho se iban al traste.

Eso no ha desaparecido, y al contrario, son pocos los medios de comunicación que pueden hacer gala de hablar por personas o grupos poderosos, sobre todo cuando firman como consejos editoriales y no como columnistas.

Particularmente, en este caso, me parece que los actores que tienen intereses económicos en México, le están diciendo a la candidata puntera que el relativo buen trato que han tenido con AMLO no puede darlo ella por sentado, porque hay detalles que les han molestado sobre manera, y que no se pudieron negociar con él.

En cuanto a la calidad y seriedad del contenido, el del Financial Times es mucho mejor que el del Wall Street Journal. Este último dice algunos disparates que uno encontraba en discursos de legisladores tejanos el siglo pasado, que no sabían la diferencia entre México y Colombia.

Entre lo más absurdo, está el hecho de que señalan a Xóchitl Gálvez como aliada de “occidente”, supongo que, por oposición Sheinbaum sería ¿enemiga de occidente? Hablar en esos términos de cualquier partido o candidata en México es una franca estupidez. Los enemigos de Occidente, en el imaginario norteamericano, están en Asia y Europa del Este. Ya cuando dicen que hay numerosos agentes de inteligencia rusos en México según un documento norteamericano que no firma nadie ni reconoce nadie, la imaginación es el límite. Pero es que es el Wall Street Journal. Así que debe ser cierto.