En su mensaje de Año Nuevo, la jefa de gobierno capitalino, Claudia Sheinbaum, se pronunció a favor de que continúe la transformación, en clara alusión a su deseo (y el de muchos) que continúe la ola guinda en el país y permanezca la actual forma de gobernar, desde el pueblo y para el pueblo.
Los delirantes y paranoicos dieron de gritos y seguro se atragantaron con las uvas en la cena de Año Nuevo.
Algunos lo vieron como un necio “destape” de la doctora Sheinbaum y otros más, que de plano alucinan, creen que se refirió a la reelección del presidente López Obrador.
Su estrechez de miras no les permite razonar.
La Cuarta Transformación se ha puesto en marcha y va por buen camino.
El partido guinda, Morena, gobierna actualmente 21 estados y esto, a estas alturas del sexenio del presidente López Obrador, es un triunfo indiscutible que pone a temblar a la oligarquía y a los deseosos de poder.
Marcelo y su “garantía de continuidad”
Este 2023 recién nacido nos sorprende con una entrevista que la revista Proceso le hizo al canciller Marcelo Ebrard, más que puesto para ser el candidato de Morena a la presidencia de la República.
Una entrevista plagada de autoelogios, tanto que los editores de la revista debieron moderar. Ahora tendrán que aguantar vara ante las posibles críticas que el texto pueda recibir de sus lectores.
Pero en fin, en un país cuya libertad de expresión debe respetarse y los editores de la revista, así como el entrevistador, sólo hacen su trabajo.
No le hago un resumen muy amplio de lo que dijo Marcelo, pues oiga usted, estamos en los primeros días del año y no quiero hacerle más pesada la cuesta de enero, pero en la charla con el reportero el canciller enfatizó que es el único que continuaría con la política del presidente López Obrador.
La leí con cuidado, sin perder detalle y descubrí lo inevitable: la entrevista tiene jiribilla y sale justo después del escándalo de los espectaculares con la silueta de la jefa de gobierno capitalino y el slogan “Es Claudia”.
Obviamente Ebrard no perdió oportunidad de tocar el tema, y dijo que entre los aspirantes a ganar la encuesta de su partido, deben existir debates como un “ejercicio de igualdad política”.
Cito textual:
“El debate sería además una cosa muy importante por una razón: lo que se ve ahorita es medio país pintado, espectaculares por todos lados, bardas con pintas por todos lados, etcétera. En un debate, todos los que participamos estamos igual. El mayor ejercicio de igualdad política en una contienda es el debate”.
Pasos en la azotea
Alguien me dijo, cuando Ebrard era jefe de gobierno capitalino, que el actual canciller padecía estrés crónico y que dormía de dos a tres horas diarias, nada más.
De ser cierto no lo culpo. Estar al frente de una ciudad tan grande y compleja como la capital del país debe poner los pelos de punta a cualquiera, más si se tiene una aspiración política como la de Marcelo, quien abiertamente dijo a los lectores de Proceso que la entrevista no la daba en calidad de canciller, sino de aspirante a la candidatura de su partido a la presidencia.
Le urgía salir a hablar, pues.
Le urgía decirle a todo México que era el más preparado, el que más ha trabajado por el país, la mejor opción.
Pero todos sabemos que “explicación no pedida…” La urgencia de Marcelo por salir a autodefenderse y a autopromocionarse y de paso a atacar a Claudia Sheinbaum tiene dos lecturas: o siente “pasos en la azotea” ante la capacidad y empuje de la jefa de gobierno, o tiene cola que le pisen.
Pese a que los “espectaculares de la discordia” han sido retirados o mandados a retirar y pese a que muchos morenistas admitieron haber puesto de su bolsa los recursos para que estos anuncios fueran colocados, la campaña podía perjudicar a Claudia, pues la voracidad del INE no tiene freno y lo sabemos.
También lo debe saber Ebrard y los demás suspirantes.
¿Por qué aparece el primero de enero una entrevista así en un medio tan importante? ¿Hay “fuego amigo”, como dije en otro momento?
Continuidad tramposa
El canciller está perdiendo el piso.
No es solo la entrevista que concedió a Proceso, claro que no.
Ebrard ha estado trabajando en el puesto que actualmente ocupa con el único propósito de ser “el bueno” para llegar a la Presidencia, y eso es deshonesto.
Los funcionarios públicos se deben a la gente y deben trabajar para la gente.
A Marcelo lo vemos en campaña abierta, reuniéndose con los miembros de la Asociación civil llamada Benito Juárez Siglo XXI, a quienes semanas atrás les pidió su apoyo para ganar la encuesta.
En las reuniones realizadas en distintas partes del país hay nombramientos, ofrecimientos, propuestas, derroche de recursos (¿de dónde salen los dineros?) y muchas cosas que si la autoridad electoral actuara en forma pareja, debe investigar.
Es muy válido, claro que sí, que Marcelo tenga aspiraciones presidenciales, cualquiera puede tenerlas, pero su campaña, abierta, descarada, es desaseada, por decir lo menos.
Mientras él anda de gira permanente para obtener votantes y ganar la encuesta de su partido, la doctora Sheinbaum trabaja por la ciudad que gobierna. Y lo hace muy bien.
La vimos acabar el año repartiendo cobijas y dando comida a personas de bajos recursos en zonas de la capital, y en el transcurso del día supervisar las obras de la catedral metropolitana y trabajo mata grilla, como dicen por ahí.
Sinceramente no veo a Claudia Sheinbaum desvelada o preocupada por ganar la encuesta, pues a meses de distancia para que esto ocurra, se dedica a trabajar.
La desafortunada entrevista de Proceso al canciller le terminará cobrando factura al entrevistado, ya lo verá usted.
La jiribilla y el ansia de Marcelo hacen que solito se dé un balazo en el pie y esto apenas comienza.
Que siga la transformación
Claudia Sheinbaum, quien no ha negado que desea participar (y ganar la encuesta) ha demostrado con hechos que es la única de las corcholatas que en verdad representa la continuidad del gobierno del presidente López Obrador.
Mujer honesta, está siendo blanco de ataques un día sí y otro también con la absurda esperanza que se rinda y estoy segura que no lo hará.
Los verdaderos representantes de los ideales de la 4T no persiguen riquezas, ni fama, ni poder, por lo tanto no recurren a prácticas deshonestas para vencer a sus contrincantes.
Ganará el mejor y será la militancia quien lo decida, pero la transformación de este país debe comenzar por desterrar la misoginia, el machismo, el miedo a perder frente a una mujer.
Así son los gobiernos de libertades y de igualdad, donde todos cabemos y todos podemos ganar.
Por cierto...
En la entrevista de Proceso Marcelo asegura que no se irá del partido si no llegara a ser candidato a la presidencia del país, cosa que sinceramente no creo.
La obstinación que tiene el canciller no conoce límites y por eso, desde ahora promete las perlas de la virgen a los incautos que ya tienen nombramientos y están formando sus comités de apoyo, con la esperanza de recibir salarios elevados cuando él sea el candidato presidencial.
Pero si pierde la encuesta, casi lo puedo jurar, se despedirá de Morena para irse en alguna alianza o para formar un partido satélite que le dé chance de alcanzar su propósito en alguna elección futura.
Las personas como él, no saben perder. Lo más honesto y decoroso que puede hacer es competir derecho, sin grilla, sin poner el pie.
Y de paso, dormir bien para agarrar fuerzas, porque aún falta para que se realice la encuesta y los nervios lo pueden traicionar y cometer más errores que le cuesten que sus castillos en el aire se vengan a piso.
Con calma y nos amanecemos, dicen por ahí. Y apenas amanece este 2023.