“Estas son de las cosas por las que las personas que no vivimos de las becas del bienestar no tenemos tan buena opinión de la presidenta. El país no le pertenece.”

VICENTE VELEZ

“El que ha perdido el respeto de sí mismo no sabe ya mandar ni conducir.”

FRIEDRICH NIETZSCHE

Ahora se sabe: para frenar los aranceles, la presidenta Claudia Sheinbaum tuvo apoyo de los legisladores… pero ¡de los estadounidenses! Sí, quien paró los aranceles no fue el gobierno de México, sino los congresistas estadounidenses que, trasmitiendo la voz de no pocos empresarios gringos, forzaron a Trump a dar una tregua de un mes. Vale la pena ver la epístola que los legisladores le mandaron al inquilino de la Casa Blanca; no solo firmada por demócratas (la oposición), sino también por republicanos que saben lo que los aranceles impuestos a México implicarían para sus representados.

Los legisladores morenistas, en cambio, nada hicieron para detener el inminente daño. Estos días se dedicaron de lleno a aprobar muy calladamente e infraganti la ley del Infonavit. A los diputados mexicanos ni siquiera se les ocurrió organizar reuniones bilaterales entre las cámaras legislativas de aquí y de allá.

Debemos tener presente que una fuente nada despreciable de temor hacia las consecuencias de la reforma al Poder Judicial proviene de los congresistas estadounidenses (y sus representados). El que los inversionistas gringos pudiesen encontrarse judicialmente en la indefensión frente a las autoridades mexicanas no les sienta bien. En el contexto de la renegociación del T-MEC y el debate sobre la imposición o no de aranceles no podemos descartar que estos presionen porque en México no se extinga el Estado de derecho. Ello forzosamente supone detener la reforma judicial.

Por conveniencia económica (no por coherencia ni ideológica ni por un apego a los preceptos democráticos), los estadounidenses entienden bien que el verdadero peligro económico, comercial y arancelario para ambas naciones es que México siga adelante con la mencionada reforma.

Reforma que es una ruptura del orden institucional. Y que Morena se jacte de ello y deje en franca desventaja al Poder Judicial inclina el piso contra quien comercia en México.

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El más importante tiro de gracia para el país, a la economía, a las personas (cualesquiera su ideología, ascendencia o nivel socioeconómico) es la reforma judicial. No se engañen, el principal.

Señales de alarma se han encendido en Washington, DC con el nuevo episodio consistente en echar a la suerte la selección de candidatos para jueces y magistrados que parten del comité de propuestas correspondiente al Poder Judicial. Habría sido más sencillo haber dejado a la suerte de una tómbola el proceso de selección de todo el nuevo cuerpo directivo del Poder judicial o, bien, habría sido óptimo desistir de la reforma en su conjunto y simplemente procesar y eliminar a jueces probadamente corruptos, a la vez que se reformaran los ministerios públicos y las fiscalías (elementos No comprendidos en la reforma judicial de Morena).

En cambio, basta darse una vuelta por la lista de candidaturas ya registradas para comprobar que los candidatos que han quedado y de entre los que se votarán es gente netamente ligada al régimen de la 4t. Carentes de conocimientos y de experiencia, pero vistos con buenos ojos y palomeados por Arturo Zaldívar, Adán Augusto López, Gerardo Fernández Noroña. Ricardo Monreal.

El partido Morena se siente con el derecho de agenciarse una rama del Estado que debería de ser imparcial, autónoma y par a los poderes Legislativo y Ejecutivo federales.

La hipocresía de la 4t y del gobierno de Sheinbaum es tal que la presidenta presenta ayer reformas contra el nepotismo (durante el aniversario de la Constitución Política de México), pero construye un clan netamente morenista, absolutamente nepotista, y ligado al titular del Ejecutivo para dirigir y operar juzgados, magisterios y Suprema Corte de Justicia.

Dado que está visto que en México ya no se escucha a la sociedad civil, a los jueces ni a los abogados, académicos y demás expertos que señalan el infierno que se está armando con la reforma judicial y con ello, la pérdida de la república como hoy la conocemos, queda la presión de empresarios, inversionistas y actores varios estadounidenses que vislumbran serán afectados por un Poder Judicial a las órdenes de Regeneración Nacional.

¿Será que dentro de poco los congresistas estadounidenses le exigirán al presidente Trump y este a Claudia Sheinbaum que eche atrás a la reforma? Cuando se busca estabilidad, inversión, piso parejo y crecimiento, la propuesta de jueces a modo no es bien vista.

Para los congresistas del otro lado del río Bravo, el peligro no es Trump, el peligro es la reforma judicial en México, la cual si termina de cristalizar con la elección de los jueces, será también el punto de apoyo para que la injerencia de Trump (no del gobierno de Estados Unidos) y el poder de algunos acaparadores políticos sea absoluta, olvidándonos de la democracia y la justicia.

Ante una crisis interna institucional innecesaria, creada por la misma 4t, lo mejor que podría ocurrir sería cancelar la reforma judicial. Sería también la mejor forma de aprovechar este mes de pausa de aranceles e impulsar el plan México con la certeza jurídica de un verdadero Estado de derecho, inamovible por los devaneos y deseos de cualquier cacique legislador.

Pasar la reforma judicial empinará al país a un precipicio y Claudia terminará por ahorcarse sola. Existe la solución que es cancelar la reforma al Poder Judicial. Tal vez y solo tal vez quienes detuvieron los aranceles exijan y logren ahora también cancelarla.

Giro de la Perinola

El aniversario 108 de la Constitución mexicana, queda marcado como un acto de soberbia y de exclusión. El Poder Ejecutivo no quiso que acudiera al acto el Poder Judicial, pues —Claudia debiera informarse— la representación oficial de esta rama del Estado la tiene la ministra presidenta Norma Piña. No las plagiarias, vulgares y adoradoras juristas. Legisladores morenistas y presidenta Sheinbaum claman por la unión de todos los mexicanos, pero son los primeros en demostrar que la unión les tiene sin cuidado salvo cuando es necesaria para sus fines políticos. La NO invitación a Norma Lucía Piña al aniversario (en realidad al velorio) de la Constitución mexicana marca uno de los momentos más ruines de la historia nacional morenista (¡y vaya que hay muchos!).

Esto manda un pésimo mensaje a quienes hoy nos ven con lupa. Un país que no puede estar unido ni siquiera cuando más se necesita. Y el primer disruptor es la presidenta.