De acuerdo con la historia constitucional de México, hay decisiones políticas o de gobierno que, ante la falta de evidencia empírica o experiencia suficiente para tomar la mejor decisión, han resultado erróneas, desastrosas y revertidas, en algunos casos, pero no sin grandes costos.

  1. Iturbide, forzado por las circunstancias, cedió en el diseño del reglamento de elecciones y perdió la mayoría en el primer congreso constituyente de 1822-1823 y, por lo que decidió suspenderlo y proclamarse emperador. Esto provocó una rebelión militarista y política regional que lo forzó a abdicar y reponer el congreso disuelto, mismo que anuló todos los actos previos y descentralizó el poder de manera casi confederal mediante el Acta de la Federación y la Constitución de 1824.
  2. La doble calificación de la elección presidencial que produjo la Cámara de Diputados en 1828, una a favor de Gómez Pedraza y otra, luego de las reacciones populares y su dimisión al cargo, en favor de Vicente Guerrero, quien había sido electo vicepresidente y objetó los resultados, derivó en una profunda crisis política y constitucional que llevó al exilio al primero y, a la larga, a la renuncia a la presidencia y fusilamiento del segundo.
  3. Un artículo transitorio colocado en la Constitución super-federalista de 1824, que prohibía introducir reformas antes de 10 años a partir de su vigencia, forzó una alianza entre centralistas y federalistas moderados que produjo un golpe legislativo cuando se declararon constituyentes y sustituyeron la Constitución de 1824 con la Constitución centralista de 1835-36.
  4. El bloqueo legislativo entre fuerzas políticas impidió la vuelta al federalismo en 1843, debilitó al estado y facilitó la pérdida de la mitad del territorio nacional entre 1846 y 1848, dado que la reposicion de la Constitución de 1824 mediante el Acta de Reformas de 1847 (derechos y juicio de amparo) fue una decisión tardía e insuficiente.
  5. La equivocada decisión de Santa Anna de concentrar todos los poderes y proclamarse “Alteza Serenísima” en 1853 desató la revolución de Ayutla al año siguiente, misma que desembocó en las Leyes de Reforma y la Constitución federal de 1857.
  6. A su vez, el “error de diciembre” de 1857 del recién electo presidente, Ignacio Comonfort, de declinar la presidencia de la república y dejarla en manos de Benito Juarez, titular de la Suprema Corte y respaldado por los liberales radicales, arrojó al país a la cruenta Guerra de los Tres Años, 1858-1861 y, después, a la Guerra de Intervención francesa, 1862-1867.
  7. La porfía de Juárez de reelegirse en 1871 tensó las cuerdas de la coalición liberal e inició las rebeliones de Porfirio Diaz que más adelante, en 1876-77, ante la reelección de Lerdo de Tejada, tomaría por la fuerza la presidencia y se convertiría, a partir de 1884, con sus reelecciones ilimitadas hasta 1910, en dictador constitucional.
  8. El error de Diaz de personalizar el poder y no formalizar la creación de un partido político, o bien, de no pactar la alternancia presidencial en 1910 derivó en el inicio de la revolución política y social iniciada ese mismo año.
  9. La mala decisión de Madero de no licenciar al ejército porfiriano y dejar su jefatura en manos de Victoriano Huerta le costó la presidencia y la vida.
  10. El error de Venustiano Carranza de no negociar un modelo de régimen más parlamentario y no cuidar el modelo de convocatoria al Congreso Constituyente de 1916-1917 lo condujo a quedar en minoría ante los radicales liderados por Álvaro Obregón que le impusieron cláusulas constitucionales de corte social y controles al poder ejecutivo, inesperadas, aunque necesarias.
  11. El siguiente error de Carranza al pretender imponer a su sucesor, el embajador Ignacio Bonillas, en 1920, le costó incluso la vida y abrió la puerta de la presidencia a sus adversarios, en particular a Álvaro Obregón.
  12. El yerro de Obregón de eliminar a través de su ex secretario de gobernación y aliado, el presidente Plutarco Elias Calles, el valioso principio de la no reelección, le costó la vida cuando recién había sido reelecto, en julio de 1928.
  13. El error de Calles de no formar en 1929 dos grandes partidos, como ocurrió en otros países latinoamericanos, o bien, en los Estados Unidos desde el siglo XIX, sino crear un partido socialista a la mexicana, el PNR  –después PRM (1938) y PRI (1945)– generó el modelo hegemónico político, cultural y constitucional que aún hoy nos cuesta trabajo dejar atrás en definitiva.
  14. La pifia de Gustavo Díaz Ordaz de no oxigenar al PRI mediante la propuesta democratizadora de Carlos A. Madrazo en 1964-65 incidió no sólo en la tragedia estudiantil de 1968 sino en el incentivo de un movimiento democratizador con hilos radicales que 50 años después, en 2018, alcanzó la presidencia de la república para comenzar a relevar de raíz tanto los los restos de aquel régimen autoritario como la fórmula que se convino para flexibilizarlo y democratizarlo en la lógica liberal a partir de 1977 y hasta 2017, en términos generales.
  15. Para no abundar más en otros errores cometidos entre 1977 y 2017, en síntesis: a. El no haber iniciado o terminado la transición democrática apelando al poder constituyente originario y crear una nueva Constitución que cambiara los vinos y el recipiente, sobre todo después de la alternancia presidencial del año 2000, y, b. En lugar de ello, optar por  introducir reformas estructurales (2007, 2008, 2011, 2014) sin asamblea constituyente ha conducido al estado mexicano y a la nación a una compleja condición de deterioro institucional y social.

El último recurso disponible, fruto de la decepción social y la construcción de una nueva fuerza-movimiento partidaria, Morena, en uso para reponer la legitimidad de la autoridad pública mediante una forma de constitución o democracia popular (de 2018 en adelante, incluidas las 20 iniciativas de reforma del presidente López Obrador del 5 de febrero de 2024) podría, ciertamente, transformar de raíz el régimen.

Ello puede ser así, pero también puede derivar en un riesgoso desacierto ya que, para aquel efecto, de nueva cuenta se está utilizando al poder revisor de la Constitución sin apelar a la soberanía popular directa a través de un congreso constituyente.

Si esta nueva estrategia no rinde resultados en relación con los tres principales problemas públicos: productividad y rentas bajas; desigualdad y pobreza; e inseguridad, corrupción, impunidad e injusticia, podría crecer una reacción ultraconservadora extrema que llevaría a reponer, como lo hizo Porfirio Díaz en su tiempo: orden y progreso. Esto, en lugar de que se genere la anhelada autoridad democrática constitucional y popularmente legítima.

Desde luego, la historia está llena de aciertos. La diferencia es que los errores se pagan más caro, ya sea más tarde o más temprano. Luego pues: ¿Cómo reducir la probabilidad de errar? ¿Acaso observando la historia?