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El triunfo del ultraliberal Javier Milei en las elecciones presidenciales de Argentina, son el reflejo del descontento social que hay en la nación sudamericana debido a la crisis económica, sin embargo, estos resultados no representaron para la derecha mexicana un motivo de alegría, ni la esperanza de que esta experiencia se pueda trasladar en automático a México, dada la abismal diferencia de las economías que existe actualmente entre los dos países.
Las propuestas que ofreció en campaña el candidato triunfador para solucionar los problemas económicos de la población argentina tienen muy poca probabilidad de tener éxito ya que estas recetas ya se probaron en otros países y los resultados fueron desastrosos.
Los principales problemas económicos de la nación sudamericana son las continuas devaluaciones del peso argentino, aunado a una terrible inflación y una deuda enorme con organismos internacionales que exigen al gobierno del país austral, para restructurar los débitos, que este lleve a cabo políticas económicas que atentan negativamente contra el bienestar de la mayoría de la población, además de que existe una deuda enorme con fondos internacionales privados, los llamados “bonos buitre”, ha provocado el descontento de la gente, otorgando su voto a un candidato de derecha radical, que se declara en contra del aborto y considera el cambio climático una farsa de la izquierda.
La receta que prometió el ultraderechista Milei para poner un límite a la inflación que supera el 115% anual se basa en remplazar la moneda de ese país por el dólar y podría extinguir el banco central argentino, que ha estado imprimiendo pesos para financiar el gasto público.
La privatización de las empresas públicas es otra de las propuestas del virtual presidente de la nación sudamericana.
Las propuestas del presidente electo de Argentina para reducir el gasto público se harían en el ámbito social en lo referente a salud, educación y desarrollo social.
El proyecto es fusionar los tres ministerios encargados de estas áreas en uno solo, al que denominaría “Capital Humano”.
En el ámbito de la salud, plantea la instauración de un “seguro universal”, en el que los usuarios y los médicos acuerden los honorarios por los servicios médicos, es decir no habría ninguna gratuidad.
Para el sector educativo, Milei sugiere un sistema de “vales”, en el que la asistencia a las escuelas ya no será obligatoria ni gratuita.
Según el presidente electo del país austral “El modelo de obligación no es efectivo. Si deseas educarte, recibirás un voucher (vale) y podrás estudiar. Se tomará el dinero recaudado por el Estado para este propósito y se distribuirá entre los niños en edad escolar, proporcionando a los padres un voucher para que elijan la escuela que consideren adecuada para sus hijos”.
Los mercados reaccionaron con entusiasmo tras la victoria del ultraliberal argentino, las cotizaciones de acciones de las empresas del país sudamericano subieron y los bonos soberanos en dólares aumentaron.
El peso argentino se debilitó en los mercados paralelos utilizados para eludir los controles de cambio ante el anuncio de que el peso argentino será remplazado por la moneda estadounidense.
En el 2000, Ecuador puso fin a la vida de su moneda, el sucre que llevaba vigente desde 1884, y extinguió el banco central de la nación sudamericana; esta experiencia se hizo como consecuencia de una inflación desbordada, la continua devaluación de la moneda local y una deuda externa estratosférica.
La desregulación del sistema financiero ecuatoriano y tener a los bancos privados prácticamente sin control, llevo a que los banqueros se adjudicaran préstamos para empresas de sus grupos económicos, mediante los denominados “créditos vinculados” para lo cual en algunos casos crearon “empresas fantasmas”. Se legalizó la apertura de cuentas de ahorro en dólares. Otro mecanismo fue que se legalizaron las denominadas banca “off shore”, es decir sucursales de los bancos en “paraísos fiscales” con la pretensión de captar ahorro en dólares, llevando de esta manera a que el dólar se convirtiera en la moneda de muchas transacciones comerciales.
El peor efecto que la dolarización ha dejado a la economía ecuatoriana, al no disponer de una política monetaria, es que “se ha recurrido de manera exagerada al endeudamiento público”, que es la alternativa que le queda a un Estado que no tiene moneda propia.
Los programas neoliberales no han sido benéficos para la mayoría de los ecuatorianos que no han tenido avances en educación y salud.
El virtual presidente de Argentina poco ha hablado de como enfrentara la deuda de su país.
La deuda pública bruta de la nación sudamericana ascendió a 398,832 millones de dólares en mayo de este año, según datos actualizados difundidos hace unos meses por la Secretaría de Finanzas dependiente del Ministerio de Economía.
Los préstamos más importantes están encabezados por organismos internacionales: el stock de deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) es 42,814 millones de dólares, le sigue en importancia el BID con 15,446 millones de dólares, luego el Banco Mundial con 9,359 y la CAF con 4,212 millones de dólares.
El pasado mes de julio la administración del presidente Alberto Fernández informó que el país había llegado a un entendimiento con el Fondo Monetario Internacional para la revisión de los objetivos y las metas del acuerdo de refinanciación de deuda firmada en marzo de 2022.
Desde hace varias semanas, Argentina negocia con el FMI introducir cambios en las metas fiscales, monetarias y de acumulación de reservas acordadas en 2022, y adelantar los desembolsos trimestrales estipulados en el acuerdo de facilidades extendidas, que permitió refinanciar deudas por 44,000 millones de dólares contratados con el Fondo en 2018, durante el gobierno de Mauricio Macri (2015-2019).
Las medidas impuestas por la entidad financiera internacional al país sudamericano son extremas, afectando el nivel de vida de los argentinos y llevando al pueblo a pagar la irresponsabilidad de gobernantes neoliberales.
Argentina sigue reestructurando y pagando altos intereses de bonos de deuda que se emitieron desde los años ochenta y noventa del siglo pasado con altas tasas de interés, a estos papeles se les conoce como “bonos buitre”.
El notable crecimiento del mercado de capitales, así como la virtual desaparición de los organismos financieros internacionales y de la banca comercial como prestamistas de los países y su reemplazo por tenedores de bonos, ya sea de fondos de inversión o de pensión, compañías de seguros o inversión o de particulares, genera una complicación considerable al momento de pensar en procesos de cesión de la deuda de los países, máxime si la nación en cuestión presenta problemas en sus finanzas públicas y los bonos emitidos para su deuda son transferidos a especuladores a precios muy inferiores de su valor nominal. Esto con el objetivo de cobrarlo después de un tiempo con altos intereses, quedando estos títulos fuera de cualquier negociación de reestructura de la deuda, con la intención de cobrar el 100% del valor prestado, llegando a presionar a través de los tribunales, como ha sido el caso de Argentina; estos títulos en manos de especuladores son conocidos como “fondos buitres”.
Los fondos buitre aumentaron su fuerza durante la crisis de los “bonos basura” en los años 80, también en la crisis de México del Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa) en los 90 y en el 2008 en Estados Unidos. Se trata de auténticas máquinas de extraer réditos a las que los inversores recurren, ya que se trata de fondos de inversión libre. Sus directivos son los agentes más poderosos e influyentes del mundo financiero.
Los especuladores internacionales adquirieron una parte importante de la deuda soberana de Argentina a muy bajo precio, misma que venía arrastrando el país sudamericano desde los años ochenta y que buscó su gobierno saldarlo en 2001, fecha en la que una fuerte crisis económica asoló a los argentinos. El llamado “corralito” hizo que el gobierno firmara la suspensión de pagos sobre una deuda de 102,000 millones de dólares que Argentina debía a los acreedores. Este impago se conoce con el término de “default”.
El gobierno argentino reestructuró un gran porcentaje de su deuda entre 2005 y en 2010, con una reducción del 65% por parte de más del 92.4% de sus acreedores, pero los fondos buitre, los tenedores que compraron parte de esos bonos en 2008, no aceptan el acuerdo.
La deuda argentina es un problema para el pueblo de ese país y se tendrán que buscar nuevas fórmulas para salir de la crisis y no es conveniente que se adopten políticas como desaparecer el banco central, dolarizar la economía y despedir a miles de burócratas, como lo propone Javier Milei.
Las recetas económicas del presidente electo de Argentina no son viables ni para su país ni para México y la implementación de estas medidas pueden provocar un estallido social en la nación sudamericana.