Realizar un ranking mundial puede ser un trabajo objetivo o una tontería.
Las clasificaciones relacionadas con la eficacia en la lucha contra el covid se basan en numerosos factores perfectamente medibles: (i) el número de contagios, (ii) la cantidad de muertos y (iii) el porcentaje¡ de personas vacunadas país por país.
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Los rankings universitarios miden, normalmente, hechos medibles: (i) proporción de personal docente a estudiantes, (ii) proporción de doctorado a licenciatura, (iii) ingresos institucionales por trabajos de investigación, (iv) número de citas en publicaciones científicas de las investigaciones realizadas en la institución, (v) rapidez con la que consiguen empleo los egresados, etcétera. Suele usarse, también, una encuesta de reputación de las universidades, pero se le da muy poco peso en el promedio general.
Los rankings olímpicos se llaman medalleros y consisten en, simple y sencillamente, sumar las medallas de oro, plata y bronce que consiguen los y las atletas de cada país.
Un ranking de corrupción debería incluir, como mínimo, una estadística de tramas corruptas perfectamente comprobadas, nación por nación, pero... lo cierto es que no se realizan así tales clasificaciones, sino solo con encuestas de opinión, además sesgadas porque se consulta a supuestos expertos.
Reforma hoy le da vuelo a una encuesta —de 110 mil entrevistas en todo el mundo, más o menos 700 en cada país—que deja a México muy mal ubicado en varios temas, especialmente en el de “ausencia de corrupción”.
¿En serio solo con encuestas —aplicadas en hogares y entre expertos— se puede determinar qué naciones son más corruptas que otras?
Creo que no hay seriedad en un trabajo de ese tipo, pero es lo que hace el ranking del World Justice Project.
Eso es una tontería. Deberíamos ignorarla, pero no es posible por dos circunstancias: (i) un diario importante, Reforma, la ha utilizado para golpear a AMLO, y (ii) ofende a la sociedad mexicana que se calumnie de esa manera a quien es no solo uno de los presidentes más honestos en la historia de México, sino el que más ha hecho para combatir la corrupción.
No se vale. Pero, ni hablar, así es la guerra sucia en la política. Lo peor, es legal y hasta democrática. Así que, frente a la calumnia, lo único que procede es denunciarla.