¿A usted no le ha pasado? De repente comprende o soluciona inesperadamente un problema que antes era incomprensible. Es el ¡momento ajá! Se caracteriza por una rápida transición de la confusión o el estancamiento a la claridad y la comprensión, acompañada de una respuesta emocional positiva y una fuerte convicción de que la solución es la correcta.

Características del “momento ajá”

Repentinidad: Aparece de forma abrupta, sin previo aviso, tras un periodo de estancamiento o fijación mental en un problema.

Fluidez: Una vez que se produce la intuición, la solución se procesa con fluidez y sin esfuerzo, como si de repente todo “encajara” en su lugar.

Afecto: Este momento provoca sentimientos de alegría, satisfacción y entusiasmo debido a la sorpresa y la claridad que aporta.

Convicción: La persona experimenta una fuerte sensación de que la solución o la comprensión es verdadera y precisa. 

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Las investigaciones demuestran que estos momentos suelen surgir de la actividad cerebral subconsciente, a veces desencadenados por señales ambientales o interrupciones en la atención concentrada.

Elementos esenciales del “momento ajá”

Impasse: La persona que resuelve el problema inicialmente se encuentra con un bloqueo mental o fijación, incapaz de encontrar una solución a pesar del esfuerzo.

Interrupción de la fijación: Un cambio de perspectiva o la relajación de las limitaciones mentales permite la formación de nuevas conexiones.

Introspección súbita: La solución surge espontáneamente, vinculada a un estallido de ondas cerebrales de alta frecuencia en el lóbulo temporal derecho, como lo demuestran estudios neurocientíficos.

Respuesta emocional: La introspección va acompañada de una fuerte reacción emocional, que refuerza la memoria y el aprendizaje.

Integración: La nueva comprensión se incorpora a la conciencia, lo que a conduce a una mejor resolución de problemas y creatividad.

Consecuencias del “momento ajá”

Mayor creatividad y productividad: Puede impulsar la creatividad al permitir a las personas pensar fuera de los patrones convencionales y generar ideas innovadoras.

Mejora del aprendizaje y la memoria: El impacto emocional positivo y la claridad repentina ayudan a consolidar la comprensión en la memoria, lo que favorece el aprendizaje de un solo intento.

Mejor toma de decisiones: Experimentar la comprensión permite respuestas más precisas y completas para la resolución de problemas en comparación con intentos parciales o incompletos.

Satisfacción emocional: La alegría y la emoción asociadas con el momento motivan una mayor exploración y compromiso con problemas complejos.

Factores como los estados de relajación, los entornos espaciosos o la reducción de distracciones pueden aumentar la probabilidad de “momentos ajá” al promover el pensamiento holístico en lugar de un enfoque analítico limitado.

El “momento ajá” en política y gobierno

En política y gobierno también hay descubrimientos o percepciones repentinas que transforman drásticamente la comprensión, la estrategia o la opinión pública, lo que a veces conduce a cambios significativos. Son revelaciones que cambian las reglas y pueden ocurrir durante asambleas políticas, negociaciones, elecciones o discursos, y con frecuencia marcan puntos de inflexión en la historia de un pueblo.

Un “momento ajá” puede implicar una claridad repentina sobre una estrategia política, ideología o problema social que transforma la dinámica de un partido o de la opinión pública. Estos momentos pueden revelar nuevas alianzas, exponer debilidades o inspirar movimientos, frecuentemente acompañados de resonancia emocional y una amplia atención pública.

En el ámbito de la política y el gobierno, el progreso suele ser lento, complejo y obstaculizado por la burocracia. Sin embargo, la historia ofrece momentos de claridad repentina: percepciones transformadoras cuando individuos o sociedades comprenden colectivamente una verdad fundamental. Son las instancias de epifanía que redefinen el liderazgo, las políticas y la conciencia pública. No siempre llegan con fanfarrias, pero su impacto se extiende a través de generaciones.

Una repentina comprensión personal, un fracaso que revela verdades sistémicas más profundas o un ajuste de cuentas público que impulsa el cambio. Estos momentos pueden alterar ideologías, cambiar las plataformas políticas o transformar naciones enteras. 

Thomas Kuhn, en “La estructura de las revoluciones científicas”, describe los cambios de paradigma como cambios repentinos y radicales en la cosmovisión. La política tiene su propia versión, cuando la narrativa dominante se derrumba bajo sus contradicciones y emerge una nueva visión

Lyndon B. Johnson y los derechos civiles

Uno de los momentos de revelación más impactantes en la política estadounidense ocurrió con el presidente Lyndon B. Johnson. Aunque era un demócrata sureño con un historial complejo en cuestiones raciales, Johnson experimentó una transformación significativa durante su presidencia. El punto de inflexión se produjo tras el asesinato de John F. Kennedy y las marchas por los derechos civiles en Selma, Alabama.

Durante su discurso de 1965 ante el Congreso, en el que defendía la Ley de Derecho al Voto, Johnson declaró: “Es un error total negar a cualquiera de nuestros compatriotas estadounidenses el derecho al voto en este país”. En un momento de profunda claridad, se unió al movimiento por los derechos civiles. La historiadora Doris Kearns Goodwin escribe que Johnson reconoció tanto el imperativo moral como la trascendencia histórica del momento. Su impulso a la Ley de Derechos Civiles (1964) y la Ley de Derecho al Voto (1965) transformó la democracia estadounidense.

Mijaíl Gorbachov y la Glásnost

Otra revelación que cambió el mundo ocurrió con Mijaíl Gorbachov, el último líder de la Unión Soviética. Cuando Gorbachov llegó al poder en 1985, la URSS se enfrentaba al estancamiento económico y la represión política. Inicialmente producto del sistema soviético, su contacto con las economías occidentales y el debate intelectual le hicieron comprender que la URSS no podía sobrevivir sin reformas.

Esto condujo a las políticas de glásnost (apertura) y perestroika (reestructuración). Su momento revelador fue reconocer que el imperio no podía sostenerse únicamente mediante el control autoritario. Irónicamente, estas reformas aceleraron el colapso de la URSS, pero también pusieron fin a la Guerra Fría y abrieron espacio para nuevos movimientos democráticos en Europa del Este. Gorbachov reflexionó posteriormente: “Me considero un hombre que inició las reformas necesarias para el país, para Europa y para el mundo”.

La transición de Nelson Mandela de la resistencia a la reconciliación

La transformación de Nelson Mandela durante su encarcelamiento en Robben Island es otro ejemplo emblemático. Inicialmente líder militante del Congreso Nacional Africano, Mandela abrazó el sabotaje y la resistencia al apartheid. Pero durante sus 27 años en prisión, comenzó a comprender que la reconciliación, y no la venganza, era el camino hacia una paz sostenible.

Tras su liberación, declaró: “Al salir por la puerta que me llevaría a la libertad, supe que si no dejaba atrás mi amargura y mi odio, seguiría en prisión”. Esa constatación se convirtió en la base de la transición pacífica de Sudáfrica del apartheid a la democracia y le valió a Mandela la veneración mundial.

George Floyd y la protesta global

No todos los momentos reveladores surgen de los líderes. A veces, surgen de la conciencia pública colectiva. El asesinato de George Floyd en 2020, grabado en video, desencadenó una reflexión global sobre la raza y la brutalidad policial. Para millones de personas, especialmente fuera de Estados Unidos, fue la primera exposición visceral al racismo sistémico en tiempo real.

Esto catalizó debates legislativos, la retirada de estatuas coloniales y movimientos reformistas. El “momento ajá” no se trataba sólo de la policía, sino de una injusticia más profunda y generalizada. Como observó Cornel West: “El sistema no puede reformarse solo. Lo hemos intentado año tras año, década tras década, y no funciona”. La revelación galvanizó a una generación.

La fragilidad y el poder de la epifanía

Si bien los “momentos ajá” son poderosos, no son invencibles. Requieren constancia, apoyo institucional y un cambio cultural. La elección de Barack Obama en 2008 se anunció como uno de esos momentos para el progreso racial en Estados Unidos; sin embargo, al final de su mandato, la nación estaba profundamente dividida. La comprensión debe ir acompañada de resiliencia.

No todas las epifanías son positivas. Los autoritarios también tienen momentos de revelación cuando se dan cuenta del poder del populismo, la desinformación o el miedo. La comprensión de Hitler del potencial propagandístico de la radio; o el uso de las redes sociales para eludir a los medios tradicionales, muestran cómo estas percepciones pueden socavar la democracia.

El momento de revelación en política es más que una chispa: es un punto de inflexión. Ya sea que surja en un despacho presidencial, en una celda o en las calles, revela algo previamente oculto. Estas revelaciones transforman las leyes, los corazones y la historia. El desafío no es sólo reconocerlas, sino actuar en consecuencia y construir sistemas que mantengan su promesa. Václav Havel lo dijo claramente: “La esperanza no es la convicción de que algo saldrá bien, sino la certeza de que algo tiene sentido, independientemente de cómo resulte”. Es en ese espacio —entre la comprensión y la acción— donde nace la transformación política.