En el marco del surgimiento de “Colectivo por México” organización política dirigida a presentar soluciones para las grandes problemáticas del país, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, representante por antonomasia de la izquierda histórica, se ha visto en envuelto en una seria de polémicas protagonizadas por AMLO y por él mismo.

Tras haber trascendido que Cárdenas formaría parte de la nueva agrupación, AMLO no titubeó en atacar al fundador del PRD y acusarle de “adversario político” y de formar parte de las “oligarquías”. El presidente mexicano, fiel a su instinto egocentrista, y erigido como fuente única de verdad y legitimidad, descalificó a quien fue, en sus días, el adalid de la recuperación de los valores del nacionalismo revolucionario perdido a raíz del giro hacia el neoliberalismo encabezado por el PRI de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari.

Cárdenas, por su parte, no es recordado únicamente por ser el hijo del gran Lázaro, aquel presidente que hizo valer la letra de la Constitución de 1917 en materia energética y el reparto agrario, sino también por haber encabezado el Frente Democrático Nacional. Según se especula, el michoacano habría ganado las elecciones de 1988 contra Salinas. Sin embargo, Manuel Bartlett, al frente de la Secretaría de Gobernación, habría provocado la caída del sistema electoral.

En todo caso, tanto al frente del FDN como fundador y líder moral del PRD, Cárdenas encarna la izquierda mexicana. Pero no una izquierda populista sin visión de Estado basada en los discursos y en la vacuidad de sus políticas a imagen y semejanza de la malograda 4T, sino en una verdadera idea de cómo dirigir a México hacia un modelo progresista donde el Estado ponga en marcha genuinas estrategias para aliviar la pobreza, recuperar la rectoría de la economía, combatir la desigualdad y transitar hacia las energías del futuro.

En este sentido, recomiendo ampliamente la lectura del libro “Por una Democracia Progresista”. En él, Cárdenas expone espléndidamente, con un estilo de redacción que hace la lectura placentera y formativa, su visión del México del futuro, en una suerte de amalgama entre los ideales revolucionarios del siglo XX y los desafíos presentados por la globalización y las problemáticas actuales.

En suma, AMLO y Cárdenas son distintos. El primero es populista, amante de la narrativa, ensimismado y narcisista, mientras que el segundo es un símbolo de la lucha progresista en México. AMLO, con sus ataques al hijo del general, ha reiterado su desdén hacia un líder respetado cuya honestidad y honorabilidad han sido probadas, y que encarna los legítimos valores de la izquierda revolucionaria.