”Recordar es fácil para quien tiene memoria, olvidar es difícil para quien tiene corazón.”
Megan Maxwell
Murió de un infarto, a los 55 años de edad, el caricaturista Antonio Helguera; a destiempo, con muchos años por delante para seguir haciendo agudos cartones. Su muerte, como la de cualquier persona, duele. Se comprende que duela más a quienes fueron sus familiares y amigos.
AMLO, muy cercano al caricaturista, reflejó su dolor por la muerte de ese ser querido. Ofreció de inmediato sus condolencias a amigos y familia del monero. En pocos caracteres pudo expresar la pérdida del amigo, lo que valía, su creatividad y el cariño a su familia.
Mientras la desgracia de este ser entrañable sucedía, el presidente de la nación guardaba un ominoso silencio ante el artero asesinato de 18 ciudadanos. El mismo día de ayer, en Zacatecas, hubo una matanza. La narrativa oficial dice que se trató de un enfrentamiento entre grupos de la delincuencia organizada.
Resultó muy notorio que a Helguera le dedicara dos tuits y por los asesinados en Zacatecas ni siquiera vertiera una mención.
El presidente olvidó, tal vez, que no solo podía expresarse como un amigo que se duele por el adiós anticipado, sino que debía también dolerse o al menos dar el pésame a las 18 familias que tuvieron la pena de perder a sus seres queridos. Vidas cercenadas de forma anticipada por una violencia que sigue azotando al país.
El presidente de la nación no puede hacer una diferencia entre penar por su amigo y ni siquiera mentar a los asesinados.
Al ejecutivo federal se le recuerda que gobierna para todos los mexicanos, por lo que se esperaría acompañe a todos los mexicanos sin distingos. El dolor por los 232 mil 346 muertos por covid y los más de 80,000 de violencia durante su gobierno no merecen el olvido hasta ahora dado por el mandatario. ¡Al carajo!