“Favor de señorón, sombra de nubarrón, que acaba en chaparrón.”

REFRÁN

“- ¿Sabe lo que es un trueno?

- Sí, es un fenómeno natural.

- No. Cuando hay un nubarrón aquí y una nubecilla esponjosa allí, él va tras ella. La nubecilla se escabulle y él insiste. Ella se echa a llorar, eso es la lluvia. Él la consuela y salta un chispazo, el relámpago. Se besan, el trueno.”

FRED ASTAIRE / GINGER ROGERS

El día que el presidente tanto ha soñado está por llegar. Los mexicanos nos encontramos a horas de la inauguración del AIFA.

Poco importa que este no se entregue en su totalidad, que no haya sido certificado por las agencias aeronáuticas norteamericanas (las que, seamos honestos, son las que valen), que las vías de acceso no estén terminadas, que el hotel del aeropuerto esté inacabado. El Felipe Ángeles, mismo con todas sus fallas, se entregará este 21 como lo prometió López Obrador.

Pero lo que iba a ser un día de fiesta para la 4T y simpatizantes, de promesas ventosas y de pura risa se verá oscurecido con el nubarrón del testimonio de Julio Scherer Ibarra publicado en la revista Proceso, en el cual acusa de una confabulación entre Alejandro Gertz Manero y Olga Sánchez Cordero para perseguirlo mediante un modus operandi “extorsivo”.

El título lo dice todo: “Es hora de hablar” y de ahí se desprende el evidenciar las amenazas del fiscal general al entonces consejero jurídico del presidente de la República: “Usted podía haber elegido entre un fiscal amigo o un fiscal enemigo”. Según el testimonio de Scherer, Gertz le pidió apoyo para que Alejandra Cuevas y su madre no tuvieran un amparo y, al sentirse traicionado por el consejero jurídico, lo amenazó.

Ante las revelaciones de Julio Scherer —las que recuerdan que aún hay prensa independiente— Gertz todavía no emite su opinión; Olga Sánchez Cordero, la ex ministra de la SCJN y hoy senadora, ya dio una respuesta, una bastante grotesca.

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Me apena decirlo, pero lo triste del caso es que el ensayo escrito por Scherer contiene algunas verdades de perogrullo; unas que muchos sabíamos de tiempo atrás:

“La Fiscalía no tiene contrapesos constitucionales y hoy es un peligro. No voy a cesar en la denuncia de sus atropellos.”

”El Alejandro Gertz que conozco hoy pretende enviarme al territorio del miedo, el que convierte todos los ruidos en gritos, todas las sombras en amenazas y a todos sus ‘enemigos’ en blancos de la ‘justicia’, su justicia.”

Y así, mientras López Obrador tachó de mentirosos a columnistas y analistas de opinión —incluyéndome a mí— que señalaban desde antes el pleitazo que se desarrollaba entre Olga Sánchez Cordero, Julio Scherer y Gertz Manero, hoy, las diferencias son ventiladas por uno de los protagonistas.

¿Y qué tenemos como respuesta? A Olguita amenazando subrepticiamente a Scherer, pero también a todo México, con un “dejemos que los órganos de impartición de justicia hablen”.

Definitivo: la justicia en manos de la 4T es una herramienta de venganza.

¿Quién tiene la razón? No lo sé. ¿Acaso importa? Lo que sí es fundamental hacer ver es que este encontronazo saca a la luz otra cosa que también muchos sabían: que en el gabinete presidencial de esta administración cada uno hace lo que le viene en gana y que, para ello, le dan por su lado a López Obrador. En pocas palabras, este gobierno es un desmadre y hay absoluto descontrol. El único requisito para formar parte de este es pasar la aduana de adular al primer mandatario antes que cualquier otra cosa.

El artículo en cuestión explota, desde el corazón de la 4T, las envidias en el gabinete, sus fechorías. Que AMLO no tiene control ni siquiera sobre su equipo más cercano y, lo principal, que hay una carencia absoluta de ese 90% de honestidad.

Pero el ensayo en el semanario demuestra también el hondo fracaso del secretario de Gobernación, Adán Augusto, quien aparentemente habría reunido antes a Julio Scherer y a Alejandro Gertz con objeto de calmar los ánimos entre ellos.

No habiéndolo logrado, la ríspida situación explotó llegando a ser de dominio público, a la vez que el escrito del exconsejero muestra lo profundo de la corrupción, la deshonestidad y la vulgaridad en la 4T.

Pero el destapar la cloaca de las corruptelas y la soberbia de dos de los miembros más importantes de la 4T tendrá sin duda otro efecto: empañar la fiesta del AIFA y del presidente.

Se suponía que el lunes la mañanera de López Obrador iba a ser solo sobre el AIFA, pero con todo esto, tengan por seguro que no será así.

Poco importa si López Obrador toca el tema o no; si se limita a dar un discurso en el aeropuerto o si intenta montar todo un espectáculo tomando el vuelo inaugural. La gente, el círculo rojo al menos, estará hablando del tema de Scherer-Gertz-Sánchez Cordero.

Le aguaron la gran fiesta que López Obrador anhelaba para retomar el discurso sobre la honestidad que le fue arrebatado a partir de que se dio a conocer todo el asunto aquel de la Casa Gris. Prometía ser una gran fiesta porque, admitámoslo, una buena mayoría de la población sigue apoyando a AMLO, su gobierno, sus proyectos y por ende al AIFA.

Se fastidió el guateque porque el gobierno, que es un desmán en todos sus frentes, aparece desnudo ante la opinión pública.

Tiene razón Scherer: “Tenemos que hablar”. Mas no de la fiesta que se tenía programada y que mañana transcurrirá entre sombras. Debemos hablar de la corrupción develada al interior del gabinete presidencial. De eso es lo que tenemos que seguir hablando.